No dan abrazos, pero te abrazan. No tienen boca, pero besan, y susurran al oído verdades y mentiras, para que aprendamos a distinguirlas. Los libros no piden pan, porque son ellos alimento. A veces se esconden, a veces te asaltan a traición, incluso te apuñalan en el centro mismo, donde duele. Muchos libros tienen vocación de cerrajero. Otros se empeñan en ser llaves, o cajas de caudales. Casi todos son espejos. Son más humanos que los humanos mismos. Ficción o no ficción, hablan de gente, de ilusiones. Y todos, todos ellos, hablan de amor.
Feliz día.