jueves, 23 de diciembre de 2010

GRACIAS

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He procurado que estéis todos. Si alguno se me ha colado, le pido mil perdones y le juro que ha sido sin querer. También están los silenciosos, a quienes no puedo destacar por su nombre, pero que sé que forman parte. Yo os quería dar las gracias. Por compartir este espacio y estas letras durante todo este tiempo. Por los ánimos, la amabilidad, el buen humor, la generosidad.

Os deseo lo mejor para 2011, todo nuevo, el amor, la confianza, la espera, la paz...

A estas alturas muchos ya sabéis que soy una sentimental.

Gracias por haber compartido el camino.

martes, 21 de diciembre de 2010

ECLIPSE (goodbye)






Esta maravillosa canción, hoy como un guante, la descubrí gracias a una mujer exquisita.



ya lo tengo todo preparado
he recogido estos días el velo de lágrimas,
lo he ocultado
en la cara en sombra, detrás de la sonrisa,
dentro de un cántaro
para la sed de camino.

así que cuando ella
-que es del día, tuya, de los amaneceres-
esta noche se interponga
al fin
se haga evidente

durante esos minutos que encerrarán toda una vida,

yo saltaré descalza
de mi torre de plata
soñadora, idealista, como siempre
al universo

hacia algún sistema
que no necesite satélites.

jueves, 16 de diciembre de 2010

DELIRIOS


Empiezo a no distinguir la realidad de la ficción. Quizá lo real no lo sea tanto y la rutina solo signifique que necesitamos un salvavidas. Pequeños y vulnerables. Cada vez lo invisible me parece más real. Aunque siga siendo intangible. No lo veré, ya estaré muerta para entonces, pero estoy convencida de que un día la física me dará la razón. Medidores de afecto, de aceptación. De compatibilidad. De posibilidad de entendimiento. Detectores de personas razonables. Confiables. Gradación de necesidad de mentir. Egómetros. Cualificación en empatía. ¿Ciencia ficción? ¿Alguien acaso no detecta eso en su día a día, de manera natural, habitual, apenas sin darse cuenta? Pero hablas de ello y, a pesar de que casi todo el mundo las siente y de que son razones de peso tanto para el fracaso como para el éxito, cuando las empleas como argumentos todos te miran como si estuvieras loca. Y es muy posible que lo esté. Que todo esto no sea más que un delirio. ¿Será tan evidente como la gravedad la tendencia a la traición, al abandono de algunos seres humanos? ¿Son de veras fiables las palabras?

¿El ser humano?

Cada vez la invención me parece más cierta que lo cierto.

viernes, 10 de diciembre de 2010

MEJOR DE LO QUE ES


Va a la peluquería (lavar+ mascarilla+ sérum hidratante+ baño de color+ mechas chocolate+ corte+ peinado=tres horas+100 euros). Se depila. Se aplica una ampolla de Germinal, se maquilla con cuidado. Se pone el jersey nuevo, uno escotado. Por dentro, encaje y transparencia. Calza las botas de tacón que sabe que le gustan. Y va a buscarle. Mañana es fiesta y él sale a las siete del trabajo. Va dando un paseo, haciendo tiempo. Se detiene en un escaparate. Él un día le comentó cuánto le gustaban los zaidandos. Entra. ¿Me lo envuelves, por favor? Es un regalo. Lo mete en el bolso con cuidado exquisito: nadie sabe cuán frágiles pueden resultar ser los zaidandos.

Se sienta en un banco, a cierta distancia. Piensa que, a veces, cree que finge ser mejor de lo que es para tratar de impresionarle. Aún quedan cinco minutos que se pasan volando. El aparece, siempre de repente. Ella se pone en pie. Lo ve mirar el reloj. Parece muy cansado. Echa a andar a toda prisa. Cualquiera diría que le persiguen mil demonios. Quizá le espere alguien. Viene en su dirección, como un tornado, esquivando a la gente. Ella alza la mano. La mira sin verla, un tipo trajeado se interpone. Pasa de largo. Ella ve su espalda alejarse entre el gentío y la bruma. Su espalda. Respira hondo. Y busca su propio reflejo en la ventanilla de un coche. Estás guapa, sí, francamente impresionante, piensa. Pero no le convencen del todo las mechas chocolate.

lunes, 6 de diciembre de 2010

AMOR


Hay noches que son para soñar, para preparar senderos de luces que guíen a quien amamos a nuestro mismo centro donde, despojados de orgullo y de miedo, nada pueda arruinar el sentimiento.

Y hacer una elipsis grandiosa sobre todo aquello que es intimidad

Para al día siguiente, antes de amanecer, estar ya dispuestos a regalar nada más que belleza.


¿Por qué no soñar esta noche, cualquier noche?



Para mí una de las escenas de amor más bellas que he visto. ¿Lo mejor? Las pocas palabras: apenas dicen algo más que sus nombres.

lunes, 29 de noviembre de 2010

CICATRICES

Se me ocurrió después de leer a Belén. Y por la vida, claro.

Siempre me ha gustado tratar las cicatrices. Ver cómo evolucionaban con el paso de los días. Dedicarles tiempo. Ponerles un poco de crema, entretenerme en masajearlas, con ese zig-zag suave, con delicadeza. Con cariño. Al trabajarlas así se hacen más flexibles. Las células que forman las cicatrices son más frágiles, menos elásticas que el resto de tejidos. Carecen de folículos pilosos, de glándulas sebáceas, ni sudoríparas. Son células de urgencia, que acuden en tropel a llenar un hueco. Hay que ayudarlas a que se ordenen, a que se organicen, para que sean funcionales. Y aún así, a veces se engrosan demasiado, o son insuficientes. Su sensibilidad está abolida, a veces; otras, alterada. No estamos acostumbrados a las sensaciones que transmiten. A menudo dolorosas ante cualquier estímulo. No hay que olvidar que el dolor no es la enfermedad, sino la señal de alarma. Son especialmente susceptibles a la presión. Una cicatriz supone un punto débil dentro del manto de un tejido. Pueden romperse con mayor facilidad. Y son indelebles. A veces, porque duelan demasiado o porque no permitan el movimiento, puede llegar a ser preciso remodelarlas. De manera aséptica, romperlas para empezar de nuevo, que se rehagan, esta vez de manera sana. Requieren paciencia, tiempo, manos.
Hay muchos tipos de cicatrices.

Te lo digo para que no te preguntes más si te he olvidado.


jueves, 25 de noviembre de 2010

Y NADA MÁS




Lo más cruel, a veces, es pensar que esto de hoy dentro de nada parecerá una tontería. Un diminuto instante. Será una tontería. O no será nada. Es cruel pensar en qué quedarán las ilusiones de hoy, pasado el tiempo. Constatar lo ridículo de nuestro empeño. Sísifos cotidianos buscando alguna cosa que perdure, montaña arriba, sin darnos cuenta de que nada, salvo lo que es, lo hace. Perdura. Cielos azules por donde las nubes se pasean libres. Pensamientos. Hasta hacernos creer que la naturaleza del cielo es estar nublado. y nuestra obligación, perseguir las nubes. Atraparlas y ver que son agua en un cesto, arena entre los dedos.
Cómo vivir donde nada es seguro. Padres que envejecen y desmenuzan nuestra infancia como barro entre sus dedos callosos. Amigos que dejan de quererte, amantes muertos. El propio corazón, en lista de espera para otra cirugía. Cómo vivir cuando has olvidado entre el caudal de siglos de viejos caminos, recuerdos y deseos, que perteneces al cielo.

lunes, 15 de noviembre de 2010

NADIE VERÁ SU CASA

Merece la pena pasarse por aquí. ¡Gracias, Alf!

¿Se cansará ella de mirar por la ventana y no ver pasar a nadie? ¿Puede uno saturarse de belleza? ¿Jugará a tratar de ver su casa, la casa de sus padres? ¿Perderá el tiempo ante el espejo? ¿Cómo afectará la gravedad a sus pequeñas, humanas, inconsistencias?

Qué hermoso resulta pensar que lo grande está compuesto por todo lo pequeño.

Qué liberador ser tan pequeño.

La saludo con la mano, aunque no pueda verme.

viernes, 5 de noviembre de 2010

BELÉN

La foto la he cogido de aquí.

Hay un río pequeño en el fondo. Desde arriba parece increíble que ese hilo de papel de plata haya sido capaz de disparar todos los cañones. Tiene agua dulce, en él no encontrará nadie ninguna caracola. Nadie arrullará olas del mar, ni creará la ilusión de que existe algo más grande.

El sustrato era maleable. Todos empezamos siendo niños y desde entonces las palabras se clavan como arados en la carne. Y todo el resto de lo que somos es el hueco, el aire, ese limbo de los besos no dados, del amor inédito. Hoy miro desde lo alto todo ese paisaje. También la tristeza morirá el día del viaje. Quizá merezca la pena hacer un ejercicio de autocartografía, tratar de poner nombres, y entregar el mapa. Por si algún día existe una biblioteca de verdad de humanidades. Quizá haya alguien con ganas de ver, de verme, de emplear sus ojos. De divertirse. Reconozco en las aguas ridículas del río todas las preguntas, todos los sabotajes. Todas las mentiras. Todas las mentiras que he creído una a una. De repente siento ganas de desmontarlas, de hacer mío ese paisaje. De armar el Belén.

Y ponerle una presa al puto río. Hacer un embalse enorme, un pantano donde puedan bañarse las princesas. Y un puente romano, que estoy hasta el moño de mojarme los pies al vadearlo. Plantar césped artificial en cualquiera de sus lindes arcillosas. Y una decena de ovejas que pasten sin cuidado, y seis patos amarillos fuera del agua, del mismo tamaño que las ovejas. Porque nunca hay la misma escala para todos, al fin lo sé, y aquí la verosimilitud me trae al pairo. Como la realidad, que es la primera mentirosa. También un cerdo grande que sepa echar las cartas. Y siete reyes magos montados en Ferraris. Los camellos pastan, ríen mirando a Oriente, se ponen de cerveza hasta la chepa. En el pesebre una madre soltera acaba de adoptar a un niño. Y San José, que sabe que es el padre, exhausto después de la cesárea, cae rendido a los pies de la mujer, enamorado, y le dice que en cuanto abran el registro civil le dará su apellido por orden alfabético y todo el amor y el dolor del mundo. Los pastores aplauden y tiran pétalos de rosa. Y aparece una estrella gigante con un telescopio Hubble de la mano. En la cola de la estrella viaja el Halcón Milenario y Han Solo sonríe como solo saben sonreír los sinvergüenzas, abre una ventanilla a golpe manivela y arroja cientos, miles de octavillas. Leia, te amo, dicen. Y Leia que es una lavandera arrodillada al borde del puto río, se pone roja y le odia más que nunca, pero lo saluda con su mano hinchada por el agua, le tira un beso, se conforma. De aquí a cien años, todos calvos, piensa, y me mira, y confiesa que en el fondo también le ama, y que ha visto un vestido precioso de Pronovias. Me dice que ya basta por hoy, que lavará mañana las sábanas que quedan. Y a mí, que ya me vale, poner tan fría el agua del maldito río. Y que está hasta los rodetes de tristezas: que deje de escribir de una vez y que me vaya a la peluquería para estar presentable el día de la boda. Ha invitado a un Jedi que quiere presentarme. Siempre me han excitado los hombres con falda, hábito, abrigo hasta los pies, capa. Y espada. Así que os dejo.

sábado, 30 de octubre de 2010

HORIZONTALES


Es sábado. Halloween. Me pinto los ojos aún más negros y salgo a la calle. Está lloviendo en Madrid. Puede que sea el otoño, pero ya pienso en términos de invierno. Los sábados la gente parece estar feliz. Cenan en grupo, se toman unas copas. Los jóvenes hacen botellón bajo las marquesinas, ni en un delirium tremens se acercarían a imaginar lo que les espera. La vida se desliza hacia la calle Montera. Madrid está lleno de hombres-lobo que caminan deprisa, que piensan en la conveniencia de que el Madrid-Barça se juegue en lunes. Y de mujeres-bruja como yo atrapadas en tópicos de cáncer. Por no ser original hoy estoy amarga. Voy a pintarme también los labios de rojo, usaré un retrovisor para mirarme (no hay retrovisores cuando pienso, cuando escribo). Oigo mis tacones sobre el pavimento. Veo gente disfrazada de vampiro y pienso que el mundo está poblado de fantasmas que no reconocemos. Esta noche, horizontales, también tú y yo seremos uno. Es probable. Tardaremos una hora más en llegar al invierno.

lunes, 18 de octubre de 2010

SER UN GATO Y TUMBARME AL SOL


Nadie nos enseña a vivir. Nos enseñan a tragar, a lavarnos los dientes, a atarnos los cordones. A llevar hechos los deberes. A jugar con los amigos. No pain no gain. A no coger caramelos de los desconocidos. Nos enseñan que existe un príncipe y que debemos ser princesas. A buscar un trabajo, un puesto fijo, de funcionario a ser posible, la misma mesa, el mismo horario, el mismo dinero a fin de mes, más los trienios. Nos enseñan a moderar la rabia, a ceder el asiento, a callarnos la boca. Nos enseñan que amar sin ser correspondido es humillarse. Que mostrar los sentimientos significa ser débil. Nos enseñan que más vale el pájaro en la mano, incluso a ser el pájaro en la mano, a veces. Que hay que ganar mucho dinero y comprarse una casa. Nos enseñan a manejar las palabras para tener siempre razón, aunque no sea cierto. Nos enseñan a dar las gracias y a pedir por favor. A aceptar como es la vida que no nos den las gracias, ni nos pidan por favor, ni nos concedan aquello que pedimos.

Nos enseñan a ganarnos la vida, y mientras se nos escapa a borbotones.

Nos enseñan a creer que necesitamos merecernos lo bueno que nos pase. Que nos merecemos los castigos.

Nos enseñan que hay que ser mejor que el otro. Que somos algo diferente del otro. Que valemos más que el otro, que estamos separados.

Pero nadie nos enseña a vivir.

Yo siento que no quiero aprender más. Que no sirvo para esto. Que la profesión de humana a mí me viene grande. Que quizá valga más la pena ser un gato, tumbarme al sol, ronronear, y permitir que el sol de octubre me acaricie.

sábado, 9 de octubre de 2010

CAMBIOS DE ESTADO


Esta que ahora es nube, durante mucho tiempo ha sido cardo borriquero, estado en el que di después de vivir como flan algunos meses

un flan al que se le pasó la fecha

y ahora soy nadie

pero antes lloré más de lo que soy capaz de recordar

un auténtico coñazo, que es otro estado bastante pavoroso:

el del aburrimiento

(¿alguien más se ha dado cuenta

de que empecé en prosa y me he pasado al verso?)

en fin

una es variable, viento y veleta,

aunque lo que ha sucedido es que di un salto y me encontré instalada en otros ejes cartesianos. Y de repente la coherencia pasó a ser algo como de otra galaxia. Y yo extraterrestre feliz, sin distintivo, sin tener que justificarme a cada paso, sin tener que mirarme al espejo y recordarme que entre lo que sueño y lo que tengo hay acaso un par de diferencias. Nube, flan, cardo, calimero, coñazo, prosa, verso, otra vez prosa, viento, veleta, humana, extraterrestre. Una noche de sábado, escritora. Mañana domingo, arriera. En esta vida láctea nos encontraremos.

Ah. También he descubierto que hay amores que no se dejan encuadrar en ningún eje. Los muy cabrones.

lunes, 4 de octubre de 2010

MISS CELÁNEA

1* A veces me dan las tantas escribiendo. Me dan las palabras, los labios, el tiempo, en pleno rostro, como un viento salvaje, o el vals de un minuto de lluvia. Ráfagas. Que voy en dirección contraria. Decido bajar los puertos marcha atrás porque no soporto los filos de hielo en la cara. Porque ya está bien de cicatrices. A veces las palabras no valen ni el tiempo que tardan en decirse. A veces escribo porque amo y es entonces que debo soltarlo de la mano, para que me estalle y ya no tenga remedio. Y porque la libertad es un bien público. Otras conjugo en voz alta la pesadilla para que nunca suceda. Y siempre prefiero esperar al día para ponerme a soñar. De mis absurdos ejercicios de coherencia nadie podrá dar parte alguno. Ni siquiera yo. Si querías oírlo, aquí lo tienes. Tú también mañana serás otro.


2* Disolución: Ya no hará falta decidir quién es el agua y quién es el aceite.
(¿Lo veis medio vacío o medio lleno?)


3* Es lunes, es otoño. Por primera vez en meses tengo los pies fríos. Recuerdo de la anatomía. Soy algo más que un pez, algo más que un recuerdo. Paseo entre los brocales, morosa, algo esperanzada. Domino una sed que es horizonte. Algunos los adorno con macetas. Soy una pastora pertrechada de cubos, cuerdas y poleas. No volveré a echar monedas, ahora sé que no han de costar dinero los deseos.

martes, 21 de septiembre de 2010

CON MIS OJOS DE AHORA

Para G

Entonces yo tenía dieciséis años y la sensación de que la vida era otra cosa, un inmenso París, inagotable. Sin embargo el mundo se enrosca cada vez más en el diminuto plano de esta aldea. Cada vez más pequeña. Las calles son de piedra y los pasos resuenan en ella igual que resonarían en Comala, cuando cae la noche y ya no hay gente. Entonces, mis dieciséis años no se detenían a contar las pisadas sobre su pavimento, no las clasificaban, aún no sabían lo que era echar de menos. Entonces elegía las sendas de extravío, las calles angostas, hechas de peldaños, siempre en cuesta. No me daban miedo las farolas ciegas.

No ha sido hasta hace poco que he sabido que esas calles no me llevarían nunca a casa. Que esas calles suelen terminar en ningún sitio. Ahora que lo sé trato de desandar lo que ya no es desandable, porque no me creo que todo lo que es esté sin más a la vista de los ojos.

Por eso,
aquí te dejo mi reguero de palabras, el único camino que termina en el mismo centro de mi casa. Y así te digo que tú eras una avenida amplia y desahogada, un bulevar con plátanos de sombra, fuentes para beber y bancos para sentarse y hacer tiempo. Te lo digo por si algo se pone en movimiento, y encuentras este rastro, y estas migas tardías logran hacer las veces de puntos de sutura, que restañen tu herida de entonces desde ahora, desde las manos de mis dieciséis años. Con el dolor, y el amor, y mis ojos de ahora.

jueves, 9 de septiembre de 2010

ZOOM


Alambre de espino, sí, pero la cancela abierta. Sola y habitada en mitad de la belleza. Al fondo, el mar sin fondo. Las ovejas pacen, pensamientos, por donde les da la gana. Y el cielo, a punto de desplomarse, vigilante siempre, protector a veces. Hemos plantado amapolas en las jardineras. Las regamos con las lágrimas que vamos guardando en una jarra, pues así crecen más fuertes. Los domingos por la tarde, si no llueve, me invitas a subir al tejado y pintamos monigotes con tiza. Dentro el hogar está encendido. El amor, la lumbre. Mis letras y tus sueños, universos que se expanden y contraen, según mis mareas hormonales, tus despistes. Hablamos. Tanto que se han aburrido los relojes. Reímos. Algunas noches, la aurora boreal pasea en nuestros ojos. Más adentro, la ilusión intacta.

jueves, 2 de septiembre de 2010

UNA ESCALERA, UN PUENTE



Isla de Skye (Escocia). También tiene música.


ojalá pudiéramos caminar sobre al agua y alcanzarlo y trepar en colores, y ser agua de lluvia, que borre todo, todo, y caiga y se desprenda y sea río y se vierta en una cascada de manos y sudor sobre nuestras espaldas. Y empezar cada mañana con la certeza de que nada hay seguro, que solo el amor es cierto. Con la mirada pura de quien nada teme, de quien solo espera la bondad porque sabe que solo bondad somos. Caminar sobre el agua mansa y beber de tu mano y romperle la cara al miedo, al pasado, ponerle la zancadilla a los pasos sucios de la cobardía y salir corriendo, donde no nos encuentre, detrás del árbol, y abrazar el tronco recio, sólido, manso, roto en colores que trepan hasta el cielo, sin altura ni vértigo y colores que de pronto son una escalera, un puente, una vía, al fin, un pasaje directo, entre el cielo y la tierra, entre tu corazón y el mío.

lunes, 9 de agosto de 2010

LO HABITUAL

Hablamos. Lo habitual. O no. La comunicación, como un hada, agita su varita. De repente lee en mis emociones mejor que yo misma. Y me sonríe. (Me entran ganas de salir corriendo. Mi corazón es el perro de Pavlov). Y permanece. Así que permanezco. Y me cuenta su insomnio. Me cuenta un cuento con sus noches en vela, incluso idea un diálogo con su hipotético doctor de cabecera (cuatro esquinitas...). Oiga usted, doctor, es que ella aparece con la luna y con sus mil historias, y a mí me encanta escucharla, pero luego me cuesta conciliar el sueño, y tengo que madrugar, y... no sé... ¿Es grave, doctor? Sonrío. No puedo evitar sonreírle hasta el alma. Y él descifra mi ilusión en tres palabras, quizá en el desasosiego. Yo le doy las gracias por saber hacer resúmenes. Y nos reímos. Y todo se vuelve sencillo, el aire bondadoso y cálido del verano. Nos despedimos con un beso. Hasta mañana. Lo habitual. Lo rotundamente inesperado.

lunes, 2 de agosto de 2010

AGOSTO

Madrid arde en agosto, pero no me quema. Duermo con frío, los pies resisten. No echo de menos, ni me saturo. Por un instante he visto hacia dónde va el sendero. Hacia allí se dirigen mis pasos. Yo voy con ellos. La mujer del espejo me sonríe.

Ni rechazo ni acepto. Sólo camino. Me aparto, con cautela. Conozco la vulnerabilidad; también la fortaleza inevitable. Ya solo cabe lo de verdad, lo real, sano, generoso, el afán de compartir y de crecer. El resto queda fuera.

Me levanto llena de ilusión y de energía. Un día más. Toda una vida. Puedo escribir, reírme, leer un buen libro. Hablar con mis seres queridos. Sentir. El resto queda fuera.

Este es mi otro proyecto. Estáis todos invitados.

viernes, 23 de julio de 2010

RESUMEN DE BELLEZA (IMPOSIBLE)

Nos detuvimos a mirarlos. Uno pasaba la gorra mientras la chica de las rastas hacía una pompa de jabón, una gigante. Al principio era bella, luego sorprendente, después deforme. Y al fin, explotaba. Muerta.
Pompas de jabón.
Te miré hasta llenarme. Hacía frío en Madrid. Allí estabas: esférico, brillante. Masculino, perfectamente opuesto. A mi lado, un instante. Una pompa de jabón, por esa tarde, solo para mis ojos. Quizá no me los inventé, quizá eran tuyos los reflejos irisados, cóncavos, resumen de belleza. Vino un soplo de aire y ascendiste. Imposible retenerte sin tocarte. Imposible tocarte sin perderte, jabón y agua, para siempre. Imposible, en fin, no lastimarse. No lastimarte. Imposible. Dentro del caleidoscopio, un arco iris habita cada lágrima.

miércoles, 14 de julio de 2010

LOS PECES LISTOS



El río que el hombre está mirando antes llevaba agua. Un caudal no muy abundante pero fuerte, espuma contra las piedras. Unos centenares de metros más arriba, en el llano, el cauce era ancho y la arena dorada del lecho se transparentaba a través del agua impávida. Y se veían los peces. Jugaban a que eran truchas, pero no lo eran. Ninguno sabía de qué peces se trataba, sólo que nunca lograron pescar ninguno. La corriente era traicionera y ellos, pequeños. Ninguno de los chavales. Eran rápidos, jóvenes, listos. Se reían de los anzuelos, de las lombrices, con sus labios gordos, verdes. Ahora ellos, los peces listos, también boquearían en los hospitales del tiempo. También llevarían mascarillas de oxígeno a ratos. Igual que esos chavales. Quizá alguno pudiera también bucear en sus recuerdos. Igual que el hombre, sin ir más lejos, que hubo de sentarse sobre una roca, a pleno sol, para recobrar el aliento después del ascenso hasta el llano. Su tos rota, pertinaz, ocupó el lugar del rumor del agua. A pleno sol. Había imaginado muchas veces el reencuentro. Cruzaría al otro lado, ya no le temería a la corriente rápida, traicionera. Ahora era grande. Y tenía la paciencia, el cebo y el tiempo para apostarse a la sombra. Pero no tenía sentido aventurarse a cruzar un cauce seco. Ni siquiera por ganar la sombra. Se acomodó sobre la roca. Puede que fuera por superstición. Quizá esa corriente mansa e invisible fuera más peligrosa que la otra. Quizá, concluyó, lo único que le quedaba era el respeto.

miércoles, 7 de julio de 2010

CUMPLEAÑOS

Hoy he decidido que nazco de nuevo. Por unanimidad. Que esta casa mía me gusta, a pesar de que tiene algunas grietas, y muchas habitaciones silenciosas, de que le hace falta una mano de pintura. He decidido que me quedo a vivir conmigo el resto de mi vida. Que tengo mal genio, sí, y puedo ser implacable, ingenua, y francamente idiota, pero también creo en la bondad, en la fuerza del perdón, en mis amigos. Y jamás abdicaré de mi ternura.

Me quedo conmigo para seguir limpiando mi pequeño jardín de malas hierbas. Admiraré el Versalles del vecino (aunque puede que le copie alguna idea). Seguiré riéndome, llorando, de nada, por todo. Y escribiré, escribiré, escribiré, renunciaré a domesticar mis huracanes, porque al fin he aprendido que el control ni es posible, ni sirve para nada.

Hoy nazco de nuevo a los treinta y muchos años. Llena de dolor y de esperanza. Decidida a mantener mi casa soleada y con la puerta abierta. Esa que soy yo, recién nacida, siempre inerme, siempre protegida en su esencia de talco y de diamante.

Feliz por ser una más entre miles de millones. Hoy nazco de nuevo. Por unanimidad. Me doy la bienvenida.

domingo, 27 de junio de 2010

CUADERNOS Y FAROLES


Tanto reír tenía que pasar factura. Una multa cósmica. La sensibilidad. La pérdida. La piel que se hace fina y cala, y duele, y a veces se dobla por la mitad, y luego otra vez, y otra y se esconde en un bolsillo. Cuando se siente inútil. (Por ejemplo, cuando vio que sus manos se alejaban, incapaces de encontrar el tiempo de una caricia). Abandonada.
Hago inventario y entiendo la razón por la que escribo. Y al momento siguiente se me olvida. Para que continúe. Si me muriera hoy mismo, en este instante, quedarían detrás de mí un mosaico de textos en pelotas, cuadernos que habitan los altillos, que encienden los faroles cuando cae la noche. Su luz tiembla bajo el aguacero, pero no se apagan.
Ha llovido este año casi todos los días.
Los ojos, cuando están secos, dibujan de verano las hojas de los árboles. Y ven cómo la piel se convierte en una vela, en un lienzo. La hoja en blanco. Se despliega. Sale del bolsillo. Ya no tiene miedo de las manos, quizá las entienda, por exceso, por defecto. Lleva calderilla para pagar sus multas. Cuadernos y faroles. Deja que la brisa la acaricie. El huracán, otra epidermis. Ya no le teme ni siquiera al llanto.

martes, 15 de junio de 2010

MÁS PODEROSO QUE LA NOSTALGIA. Instante (I)

Abrió las persianas y las ventanas, una a una. El sol y el aire impusieron su gobierno de torbellino y polvo. La casa parecía otra así, con sus bultos blancos, adormecidos. Lo primero que observó es que el reloj se había parado en su ausencia. Su tic-tac impasible había dejado de marcarle el tempo. Retiró la primera sábana que tuvo a mano. El sofá que había debajo no era el suyo. Tenía el respaldo más alto y más fuerte. Y la tapicería ahora era anaranjada, luminosa. Se abalanzó sobre la mesita baja, que tampoco resultó ser la que conocía. Ni la mesa, ni las sillas. Ni los cuadros. Cada sábana por levantar ocultaba una sorpresa, la novedad. Y las fue retirando con esa emoción del descubrimiento, más poderosa que la nostalgia. Habitación por habitación. Todo brillaba, y ocupaba su lugar, y era distinto, sin embargo. Incluso los espejos.

domingo, 6 de junio de 2010

LEY DE ATRACCIÓN

Cuando no sucede nada es porque todo ya ha tenido lugar, le dijo. Le pareció una chorrada, pero se calló. Se puso de puntillas, le besó en los labios. Como despedida. Había preferido esperar a que amaneciera para marcharse. Ella también lo prefirió. A ratos habían conversado a oscuras. Vestidos. A tientas posaba la palma sobre su mejilla. Y ella se giraba y llenaba su hueco con un beso. A ratos uno dormía y el otro soñaba que le velaba el sueño. Nada que tú no quieras. ¿Prefieres ron o bourbon? Habían reído. Cuando se acaba el hielo es mejor irse a la cama. Le gustaban sus frases lapidarias. Siempre es mejor tumbado que sentado. Nada que tú no quieras. De acuerdo. Sus dos manos apresan su cintura, trata de retenerla, le devuelve otro beso leve. Eres alta, dijo. Anda, vete. Puede que te llame. Cuando no sucede nada es porque todo ya ha tenido lugar. Vaya chorrada. Puede que ya me hayas llamado, respondió ella.

miércoles, 26 de mayo de 2010

DONDE APARCAN LOS PECES



No encontré más sitio para aparcar el tren que un solar en obras. Viajé sobre uno de los rieles, a pie, descalza, guardando el equilibrio. Pensando cada paso. Hasta la costa. He utilizado un cascarón de nuez y las dos manos para atravesar mi mar de los Sargazos. De tanto ver mi rostro en el espejo en calma he terminado por comprender algunos de los gestos de los peces. Por amar lo ridículo, lo tierno, lo que nos hace humanos. Lo que nos impide nadar y nos obliga a hacernos maestros de buceo. He llevado un diario de todas las mentiras. Y he descubierto que morimos el día que se muere la sorpresa.
Ahora estoy tumbada en una playa. Y me río de la arena de todos los relojes.
Es muy posible que, cuando regrese, la grúa haya retirado el trenecito. Quizá sea mejor así. Nunca se ha adaptado a las traviesas de hormigón. No entiende nada de altas velocidades.

domingo, 4 de abril de 2010

DE VUELTA A CASA (quizá nunca me he ido)

1-A veces me apetece nerudear un rato y escribir los versos más tristes, cualquier noche. Pero es que creo que ya solo sé de prosas. Y de soles. Y de alegrías serenas (con permiso del llanto nuestro de cada día). No es que sea prosaica, es que me vuelvo simple. Y no es falta de autoestima, doctor, es solo higiene. Simple, llana, llama, sencilla y de una pieza. Limpia y canosa. Tan solo una mujer que nerudea en prosa.

2-Hoy me dijeron afortunada por tener un camino. Y yo que lo sé, contuve el llanto. Y cuando llegué a casa, saqué el mantel a cuadros, encendí una velita, abrí un tupper y me invité a cenar en el mismo centro de la encrucijada. Que es donde vivo. Con la toma de tierra y el silencio exacto. Mañana usaré el mantel para hacerme un hatillo. Veré pasar a la gente. Sonreiré, pediré lo justo, echaré de menos. Y seguiré caminando, aunque sueñe que vuelo.

3- Nunca pensé que me costaría tanto recobrar la esperanza. A veces estira sus patitas y sale corriendo calle abajo. No suelo sentir ira, vivo con sencillez, procuro dar más de lo que espero. Intento no hacer eco-eco-eco en mi cabeza. Sólo me faltaba ella para estar razonable, atómica, humana. Ayer tuve una idea. Me he puesto cara a la pared y he gritado: un, dos, tres, al escondite inglés. Si la conoceré. Me he dado la vuelta y la he pillado subiendo la cuesta. Ahora se la liga ella. Sé que se quedará conmigo si consigo estarme quieta.

miércoles, 31 de marzo de 2010

SÍNTESIS

Para mis hombrecitos vestidos de naranja.



Mira: así queda tu rosal en mi ventana.
Es pequeño, como todo lo bueno.
Ahora lo veo cada vez que miro afuera.
Me recuerda que el mundo no es tan solo ese lugar hostil donde todos fingimos.
Me enseña que el cariño verdadero pasa el tamiz del tiempo.
Es una pincelada de afecto en mis paisajes cotidianos.
Te doy las gracias.

viernes, 26 de marzo de 2010

PASIÓN

A veces una se levanta de la cama y ve el aura de las cosas. Se hace consciente del contraste entre lo que le han enseñado a querer y lo que quiere de verdad. La pasión. Lo que llena el alma y pone en movimiento pies y manos. Y la cabeza a centrifugar. Y activa los sensores, hasta convertirse por completo en piel y ojos. Y desencadena esa sensación indescriptible del placer más puro, más inocente, más perverso, más carnal. Ése que es dolor y es dicha. Cantar la propia canción. Desposeerse. Aprender que amar a menudo significa cerrar puertas, cubrir los muebles con sábanas blancas, regalar al polvo y al abandono lo que más queremos. Aprender a vivir en la contradicción, en la incertidumbre, en lo que realmente somos. En esa maravillosa e imposible soledad que tememos y necesitamos. Ser menesterosos. Ese gran placer. Inmarcesible. Abrir un libro nuevo y asomarse al mundo desde los ojos de otro. Que me lleven los demonios, desde este mismo instante, al centro neurálgico de mis infiernos domésticos. Ese incomparable placer, la pasión, la razón última. La escritura. La muerte. La vida.

lunes, 22 de marzo de 2010

CUADRÍCULA NOCTURNA




Tres copas y el papel deja de ser milimetrado. Y la música se convierte en cuerpos, en sudor, en seres planos, en ojos con visión nocturna, a través del humo, epidérmicos, momentáneos. El suelo está pegajoso, cuesta mover los pies, pero bailamos. Y pronto comienza la subasta. Más desnudos que nunca, vulnerables, esclavos de la fisiología. Como si hubiera otra cosa. Tiras la piedra y, a la pata coja, avanzas. Llegas a la casilla. Afrontas la demanda, el beso. Te lo piensas, acaso, si no ríes. O besas. O mientes una vez más y recoges la piedra, te das la vuelta. A la pata coja. Hasta casa. Y allí ya, en la cama, a solas con los oídos nebulosos y el olor del tabaco para conjurar al asco, se recobran al fin las dimensiones, los volúmenes. Una mano invisible te acaricia la frente y luego, con su tiralíneas, devuelve una a una las rayas a la página siguiente, para que no se vuelvan a despistar los lapiceros.

domingo, 14 de marzo de 2010

NO POR OFICIO

La muerte de Delibes me impresiona más con el paso de las horas. No por el hecho, triste, inevitable, sino por el contraste. Por los testimonios de su vida que me han ido llegando de diferentes medios. O sus propias palabras: un humano que no considera su vida tan interesante como para escribir su biografía. Seré muy simple, pero a mí eso me parece extraordinario. Con lo que yoyeamos todos. Incluso los que sabemos que nuestras vidas son poco interesantes. En fin. A lo que iba: Un escritor que declaraba que no quería “estirar por oficio el número de mis novelas”. Eso para mí es una declaración de amor genuino. Y de respeto: hacia sí mismo, hacia la literatura. Ganas me han dado de escribirla –literatura- con mayúsculas. Quizá por honrarle a él, a Delibes, y a sus novelas que son espejos, espejos que nos muestran sin intermediarios esa realidad de la ficción; espejos que enseñan, pero sin subtítulos. Al contrario. Carne cruda. Y los espejos de todos es sabido que no hacen concesiones a nadie. Ni a los pobres lectores, que buscamos, quizá con avidez, en la ficción alguna pista para entender el mundo. Cuanto menos a quienes le leemos con afán de aprender, de pillarle en un renuncio, de darle la vuelta al tapiz para desentrañar los caminos de sus hilos. Para nosotros no hay ni concesión, ni piedad. Ni burladeros. Sólo la necesidad de admirar la herramienta precisa, la mirada certera. Y el compromiso de aprender de la generosidad, la honestidad incuestionable de este escritor, y, me atrevería a decir, del hombre.

Escribo esto y me siento un poco presuntuosa, incapaz de maquillar la vanidad cautiva en mis sentimientos, en mi tardío descubrimiento. Y si lo vuelco aquí es porque yo pienso un poco como Menchu, en Cinco horas con Mario: “(...)si las palabras no se las dices a nadie no son nada, botarate, como ruidos, a ver, o como garabatos, tú dirás. ¡Benditas palabras (...)!

viernes, 12 de marzo de 2010

EN LA LUNA



La realidad, con ese modo tan suyo de conducir, ha tirado del freno de mano sin pedirme permiso. Tenía el pie a fondo en el acelerador de este Ferrari, con lo que os podéis imaginar: la inercia me ha estrellado de lleno contra la luna.

Y he decido quedarme aquí una temporada.

Desgravitada, sorteo los cráteres con pasos que flotan, me entretengo en soplar a la bandera de los EEUU para que ondee (aunque aquí hay una brisa que recuerda mucho al mar). He empezado a respirar sin escafandra. Me invento los atardeceres, porque no sé si aquí los hay. Seguro que desafío a algunas leyes de la física que ignoro. No me importa. Miro al planeta azul allá abajo. Y me dejo sobrecoger por el espectáculo, impresionante. He resistido a la tentación de buscar mi casa en sus relieves. Mi casa viene conmigo, allá donde voy. Ahora lo sé. Mi corazón. Esta vida mía que cambia, que se hace grande, que duele, que trasnocha. Que es todo lo que tengo y lo que quiero tener.

Os deseo un buen fin de semana a todos, desde la luna. Si os distraéis en mirarla, agitad la mano. Así podré lanzaros un beso.

lunes, 8 de marzo de 2010

COLORÍN COLORADO




Adán y Eva han discutido. Está harta de ir desnuda, según parece. Mira, chica, con ropa, pues no es lo mismo, le dice él. Que uno ya tiene una edad, y la convivencia pues es lo que tiene: que cansa, que todo se hace rutina y los mismos estímulos dejan de producir ciertos efectos. No es que Eva sea pacata, al contrario. Lo que le pasa es que es friolera. Le ha sugerido que ciertas transparencias podrían resultar estimulantes, pero él erre que erre. Argumenta que nada como lo natural y que lo demás son imposturas. Que si acaso tiene algo que ocultarle. Y, a la mínima, saca el tema de la dichosa manzanita. Y Eva tiene que morderse la lengua. Sabe que no debe decir nada. Pero piensa en la serpiente. Por ella sabe que primero vendrá Caín, y luego Abel, y que entonces sí que se liará buena, y ya no habrá quien detenga al mundo y sus desastres. Sabe que la recordarán como la débil. Que será maldita. Y vuelve a pensar en las transparencias. Y en la necesidad de conquistar y ser conquistado. De amar, de pecar, de un abrazo a tiempo. Suspira. Siente frío, sí, pero no tiene nada que meter en la maleta. Y eso hace que sonría de repente. Mira a Adán que duerme la siesta. Desnudo. De espaldas a ella. Se ha puesto a llover otra vez. Siempre llueve sobre mojado, piensa. También que es mentira que las hojas de parra sean suaves. Y se le escapa una lágrima. Se ha equivocado de sueño. Se despide en silencio y, mientras se aleja, trata de imaginar que habrá otros jardines.

jueves, 4 de marzo de 2010

LOS SERES MIMÉTICOS (verborrea nunca conclusa y delirante)



Tengo los pies fuertes, las manos ágiles, los ojos entrenados y el corazón a toda máquina. Peino canas, y abrazo algún deseo que nunca veré cumplido. Y cuando lloro me hago muy pequeña, mucho, tanto que me columpio en los ojales del abrigo. Y lloro bastante, demasiado, tanto como me río. Casi siempre de emoción, a menudo de dolor. Y cuando lloro acostumbro a preguntar por qué, por qué tiene que doler tanto todo, y por qué esa tiranía de que no haya dos personas que lo sientan igual. Por compartir, digo, por sentirse comprendido. Maldito. Nos condena a la soledad, él, que se sabe inevitable, el muy abusón... En fin, ¿por dónde iba? sí: me hago pequeña. Pero luego crezco de repente, y me encuentro dentro del abrigo, caminando por la calle, y es invierno todavía. Miro al cielo. Dicen que puede que llueva. Menuda novedad. Llueve dentro, llueve fuera. Incluso que puede que la cota de nieve descienda, y otra vez Madrid se vuelva blanca. Va a ser fin de semana y creo que sería mejor si lloviera cubitos de hielo. Lo digo por las copas, por los botellones. Por los seres miméticos. Por hacer pandilla. Yo, sin ir más lejos, renunciaría a los ojales del abrigo, al abrigo mismo y me haría cuadrada, de hielo. Me sentaría a la sombra. Tengo la intuición de que los cubitos no piensan, a pesar de que también se deshagan en agua. Y si cayera en un vaso, elegiría whisky. E invariablemente alguien me dirá: haber cogido muerte...

lunes, 1 de marzo de 2010

CANICAS

La caja estaba en el altillo del armario. Tuve que poner un par de guías telefónicas debajo de las patas del taburete para alcanzarla. Aquello se movía. Daba miedo. Pero es que ocupaba un lugar precioso. Y además, me observaba. Tenía que balancearme un poco sobre el taburete para conservar el equilibrio. La caja pesaba casi tanto como yo. La atraje como pude. Creía que la tenía asegurada contra el pecho cuando respiré el polvo de la tapa. El estornudo me hizo tambalearme y, claro, caí, como un fardo, desde la altura. El cartón se pulverizó al contacto con el suelo. Y un millón de canicas se expandió por todo el piso. Parecían girar todas a un tiempo, un desconcertante cardumen de cristal que invadió en segundos cada centímetro de mi casa. Rodaban con estrépito. En algunas veía mi reflejo deforme. Tenía que ponerme en pie, pero pronto fue imposible. Parecían reproducirse por momentos, no quedaba ni un hueco sin una canica sacándome la lengua. Otras golpeaban las baldosas con sus cubiertos relucientes. Crecían sin parar. Tenía que haber una solución. Si lograba llegar hasta el extremo, podría hacer contrapeso y que resbalaran por la ventana, hacia la calle. Y adiós muy buenas. O ponerme a dar voces y provocar una estampida. O tal vez debajo de la alfombra encontrara el tapón del sumidero: se escurrirían en el sentido de las agujas del reloj hasta la desmemoria. Pero había que moverse. Y en ese justo instante sonó el timbre de la puerta. Tenía que respirar, superar el dolor del golpe, ignorar la taquicardia, la sensación de tambor a punto de rasgarse. Encontrar el modo. Siempre hay un modo. Sí. Las canicas empezaban a hablar entre sí, a agruparse. Volvieron a llamar. Grité que me esperaran, por favor, que ya iba. Lo iba a hacer. Sí. Poco a poco. Alcanzaría la puerta. Aunque fuera a gatas.

sábado, 27 de febrero de 2010

INSPIRACIÓN

INVICTUS

William Ernest Henley


Más allá de la noche que me cubre
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que pudieran existir
por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias
nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino
mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas
donde yace el Horror de la Sombra,
la amenaza de los años
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino:
soy el capitán de mi alma.

A veces llego a casa de madrugada, dejo las llaves, me lavo los dientes, me quito la ropa y hasta que no me meto en la cama no soy capaz de respirar. Me pesa tanto mi ausencia que solo se me ocurre preguntarme dónde he estado. Y hasta que no cierro los ojos no regreso a casa. Entonces, en mi mismo centro de gravedad empieza a latirme una semilla de coraje. Pequeña pero viva. Esa soy yo. La que no se amedrenta. La que no necesita de fuerza para vencer. La que no tiene nada ni nadie de quien defenderse. La que lo único que ha pedido siempre para vivir es verdad y amor del bueno. Una vida sencilla e intensa. La que se las arregla para convertir el miedo en manos que lo mismo acarician que alzan puentes, que deshacen los nudos de las redes, uno a uno.

miércoles, 24 de febrero de 2010

MANZANAS


Me miré al espejo y allí estaba la madrastra de Blancanieves. La cosa es que ese espejo lo compré de oferta, hará unos seis años. Y que tenía partida la ceja izquierda, justo en el mismo sitio que yo. Cómo ha cambiado el cuento, pensé, claro. Por ser original. Y por la misma razón le pregunté si acaso no era yo la más bella del reino. La más cariñosa. La más sensible. La más llena de razón. Se partió de risa, la muy bruja. Pero sólo oí mis carcajadas. Ni siquiera eres la más cegata, me respondió. O me respondí, que ya no sé. Ahora date un beso en la boca y comprueba a qué saben esas manzanas que regalas. La obedecí, para qué ponerme chula. Sabía a homo sapiens sapiens, femenino, singular. Ahora traga saliva, date otro beso y apechuga. Déjate de castigos y dale duro a la enmienda, humanita. Porque, por suerte y por desgracia, eso es todo lo que tienes.

domingo, 21 de febrero de 2010

LA MUJER DEL SEMÁFORO


La mujer del semáforo se giró para verme. Me puse roja. Sonreí pero ella no me devolvió la sonrisa. Sus ojos relucían, nerviosos, expectantes. Apresúrate, dijo, que ya te está esperando. Está llamando a la puerta. Debes acudir sin demorarte. He hizo un gesto con sus manos, como si anudara un lazo de aire. Se puso en verde y ella siguió andando. La gente pasaba ajena a todo. Alguien me empujó. Y yo me encogí de hombros. ¿Adónde? ¿Quién? Y yo sin depilarme. Regresé a casa en una carrera. Me senté en el sofá, con el abrigo puesto. Esperé todo el día. No vino nadie.

El martes la vi desde lejos. Me detuve. Se giró, le dijo algo a una chica. El semáforo cambió a verde, la mujer continúo su ruta. La chica echó a correr, en dirección contraria.

martes, 16 de febrero de 2010

MUDANZA


Con el afán del picapedrero, respirando el polvo fósil de los días, sigo. Siempre. Continúo la línea desdibujada del invierno y trato de imaginar semblantes más amables. Todo lo puede la cabeza. Puede crear y destruir la miseria a su antojo. Puede envolvernos en falsedades, dejarnos desnudos frente a las puertas cerradas. Pero también de ella salen las filas de hormigas que se alinean sobre el papel en blanco. Los mensajes de esperanza. Las manos a las que asirnos cuando tropezamos en la angustia. Los prados verdes sobre los que pasear descalzos; prados donde la lluvia se bebe, donde crecen nenúfares en los charcos. Y el ego se desintegra, y el perdón y la compasión son la hiedra que prende en las esquinas, el único ejército que puede derrotar al miedo. La opción inevitable. La casa a la que me mudo. La que hay debajo de este erial de rocas que trato de desmontar cada mañana, frente al ordenador, con cada paso, con cada palabra, con cada pensamiento. Pequeña vida. Torpe, lenta, silenciosa mudanza.

domingo, 14 de febrero de 2010

AUNQUE DESNUDO FUERA

Hoy es el día del amor de escaparate. ¿Qué podré decir, para quedar bien? ¿Que es como todo? ¿Que más vale un día que ninguno? Hoy me encojo de hombros y me dejo enternecer por las tontadas. Y miro a las chicas con sus rosas de plástico y sus minifaldas. Y quizá sienta envidia. Y sé que es ignorancia el llamarlas tontadas. Es más, sé que yo misma soy bastante tonta. Yo, que tantas veces rasgué mis vestiduras y seguiría haciéndolo... ¿Quién hay tan posmoderno, tan aséptico, tan desesperado, que no se alegre a la luz del relámpago con el timbre de la puerta a deshora, el beso inesperado, la presencia, una palabra, una respuesta, esa eterna sorpresa que es que alguien haya escuchado el eco? El amor solo sabe de generosidad. Aunque se lo manden desde fuera. Y le pinten de rojo y corazones todos los envoltorios. Qué más le da. Aunque desnudo fuera.

martes, 9 de febrero de 2010

LAS RAÍCES



Una canción y todo se vuelve piel y tiempo. El olor de la leche recién cocida que hacía vomitar a la niña de ciudad. Los bosques de noche pasaban a toda prisa por la ventanilla, esa ventanilla a la que a duras penas alcanzaban mis ojos. Me preguntaba si los lobos nos mirarían desde esa cerrazón de ramas, con sus ojos amarillos, si acaso ellos podrían rastrear en nuestra sangre mestiza las raíces. Y también dónde se escondían las estrellas en Madrid. Y por qué en las iglesias de aquí la piedra no olía a piedra. Y dónde prenderían mis raíces si todo es asfalto. Los neumáticos hacían crujir la gravilla de la carretera y papá conduciendo de noche, de vuelta a casa, a la costa, curva tras curva. Y el tacto. El musgo salvando el norte. El aire echándome el pelo en la cara. Una melodía, unas manos que apenas en un roce han detonado todas las palabras. Las raíces.

lunes, 8 de febrero de 2010

DORMIDA



Hoy me desperté primero. Y escuché mi respiración pausada, profunda. Cuando dormimos, nuestra respiración es la de un niño. Igual de frágil, igual de vulnerable. Un ser hecho de ternura, desprotegido, torpe, un poco patético en sus empeños, a veces. Llenito de tantas buenas intenciones como de pensamientos equivocados. Un ser como todos y radicalmente distinto. Yo. Ese cuerpo dormido es mi casa, la herramienta, el instrumento. Y debo empezar por él. Porque en cada una de sus células están contenidas las de la humanidad entera. No hay diferencia. Ni acaso semejanzas. O quizá ya me haya vuelto loca de remate.

lunes, 1 de febrero de 2010

VIDA


Ayer mis padres celebraban que hacía 47 años del día que se conocieron. Y lo celebraron de cara a la galería con una asombrosa sencillez: contándolo a la hora de la comida. Simplemente. Hoy estamos de aniversario... Ni brindis, ni manjares, ni derroche.

Fue en un guateque de los de entonces. Y recuerdan que era domingo, porque quedaron al día siguiente, y debe de ser extraño e inolvidable que la primera cita a solas ocurra un lunes. Pero supongo que en el amor la paciencia no está reñida con cierta urgencia. Con la necesidad que crea la ilusión pura. Con la alegría de encontrarse.

Y después vino todo lo demás. La vida. Mis hermanos y yo. Los conflictos, las resoluciones. La vejez, ahora. La asombrosa sencillez del amor con mayúsculas. De su entrega. De compartir la rutina de lo extraordinario.

Creo que no se regalaron nada. Nos miran a mis hermanos y a mí como su fuéramos sus mayores regalos. Cada uno una joya irrepetible. Nos miran como si nuestra felicidad fuera toda su recompensa. Y esto es la vida. La asombrosa sencillez del corazón cuando se ama. Nada más. Y nada menos.

viernes, 29 de enero de 2010

ARSENAL: INVENTARIO 1.0


Prudencia, para caminar despacio sobre el hielo.

Humildad, para pedir perdón, y perdonar, y descansar en la imperfección misma.

Sencillez, para elegir las palabras que nos hacen.

Inteligencia, para reconocer los milagros, la belleza, las oportunidades. Y las limitaciones.

Calor, para adelantar deshielos, si hace falta.

Paciencia, para reparar en que cada uno lleva a cuestas su fardo.

Ilusión, para empezar de nuevo.

Humor, para reírnos los primeros de nuestros resbalones en plena calle.

Voluntad, para siempre volver a levantarse.

Ternura, para saber pedir y ofrecer una caricia a tiempo.

Candor, para desbaratar los argumentos de los cínicos.

Sentido común, para aceptar la vida como viene.

Siempre un beso en la recámara...


Hoy me pregunto, y en realidad, al preguntar lo que hago es una declaración de guerra: con todo ese arsenal

¿Adónde podríamos llegar si no existiera el miedo?



lunes, 25 de enero de 2010

SIN MORALEJA


Una mañana helada, el oso no lo soportó más y sacudió el tronco del madroño solitario. No se esperaba aquella lluvia de manzanas secas, que caían con una fuerza extraña, desproporcionada con la fuerza con la que él había sacudido el tronco. Más bien como si alguien se las arrojara una a una con inquina. A su alrededor, sobre la hierba, las manzanas lo miraban. Eran todas diferentes. le guiñaban el ojo izquierdo. Parecían congeladas, con esa pátina de hielo que uno debe de tocar para cerciorarse de que algo es de verdad, y no de cera. El oso tomó una de las manzanas. Era de un verde vivo y fruncía los labios en un beso en el que se vio reflejado. La frotó contra el pelaje de su brazo. La mordió como temiendo que empezara a cantar, o que apareciera la madrastra de Blancanieves para afearle el acto, o preguntarle si era ella la más bella de aquel reino. La mordió, iba diciendo. Sabía a caramelo. A secreto al oído, debajo de las sábanas. El oso se sintió perplejo. No supo qué hacer. En su mundo las manzanas sabían a manzanas. Y los madroños no daban sino madroños. Y los osos no pensaban, ni perdían la paciencia por cualquier cosa, ni sabían identificar el sabor de un caramelo, ni conocían a la madrastra de Blancanieves. En su mundo nadie escribía chorradas, porque sí, sólo por pasar el rato, por calmar la mente, por mover los dedos. Ni aunque fuera lunes por la mañana.

jueves, 21 de enero de 2010

CEBOLLAS

Nadie sabe si dentro de un instante va a temblar la tierra y todos seremos arrojados a las calles de Puerto Príncipe. Por eso lo mejor es preparar los ojos, empezar a quitar capas poco a poco. Fuera máscaras, esto no es más que la vida. Con dedos torpes, porque somos todo piel y no debemos usar la punta del cuchillo, desgajamos cada capa de la cebolla. Tiene algo de placentero su blancura, la redondez, reconocer su olor. Una vez en el centro ya no quedan dudas. Quizás es por la evidencia de esta esperanza que deja de tener sentido la alarma, o llenarnos de ira y planear venganzas porque esa dolorosa irritación trepe a los ojos. Éstos, causa y efecto, bendita normalidad, serenamente, lloran.

jueves, 14 de enero de 2010

FINAL DE TRAYECTO

Él sabe sonreír. Lo hace mientras lee, ensimismado. Tiene las manos mantecosas, dedos cortos y la mirada gris, de lobo siberiano. Respira, pero apenas se le nota. Ha bajado el libro y la ha mirado. Apenas. Un segundo. Ella se ha visto descubierta en su mirada. Inventa el rubor, se pone una máscara cualquiera. Disimulan. Pero regresan al redil de las miradas. Ella estudia el libro con descaro. Él sonríe y le muestra la portada en la distancia. Ángel González, Palabra sobre palabra. Ella cabecea, complacida. Se inventa un suspiro. Él la sonríe. Ella mira al hombre del sombrero que está al lado. Él también lo mira. Se reencuentran los ojos en el centro. Ella busca algo en el bolso. Traga saliva. El repiquetea los dedos sobre la rodilla. Se rasca la cabeza. El vagón se detiene de repente. Se sobresalta, corre, se le cae la chaqueta, el libro, tropieza, casi va al suelo. Las puertas se cierran. Se detiene en el andén, la gente le empuja, pero él la busca entre todas las cabezas. Da con ella al fin. Se encoge de hombros. El mundo se pone en movimiento. Ella le tira un beso. Metro de Madrid informa: final de trayecto.

domingo, 10 de enero de 2010

HOY, LA NIEVE


1- Para ser nieve y no un copo aislado e indefenso, necesito el tiempo y la temperatura. Sedimentar, tu superficie calma. Para ser sobre tu piel un manto extenso. Cálido en lugar de frío, protector. Que pueda mostrarte la pureza que no imaginas. Que te espera. Poco a poco, pertinaz, iré cayendo.

2- La nieve me convierte en alboroto. Como si lo que nevara fueran poros alterados. Compartidos. Si llamara, o llamase, diría: mira, está cuajando al fin en mi ventana. ¿Ves como tenía razón, si es que eso importa? Viene frío, riguroso, el invierno. Ven a verlo. Ven aquí. Ven, que te invito. A hablar hasta el fin de los días. Al tiempo de un café. A ver nevar desde la barrera. A perder nuestros ejércitos en una guerra blanca que nos haga reír en lugar de arrojar más desasosiego sobre Estalingrado. Todo eso diría. Y mucho más. Incluso me atrevería a sacar las palabras que gasta el silencio.

3- Abrígate y ten cuidado. Por favor. No vayas a resbalar. No dejes de beber. Que no te desoriente la blancura. No te olvides del hielo que hay debajo. LLeva una manta a mano. El teléfono. Vacía bien las cañerías, no se congelen las palabras nunca dichas. Espera a que amanezca para emprender viaje. No elijas morir solo en esta noche oscura y blanca de belleza.

sábado, 9 de enero de 2010

PUERTAS A LO MARAVILLOSO

Sólo hay que observarlo. Y preguntarse, ¿qué estoy haciendo ahora? Y responderse: escribir en el ordenador. Y volver a preguntarse: ¿de veras tú, Leo, estás sentada frente al ordenador, escribes esto que escribes?
La respuesta es no.
Tajantemente, no.

Me miro escribir en el ordenador y es como si viajara a lomos de una nube. Vibro. Y la vida se hace otra. Y lo tonto aparece como tonto. Y que yo resulte tonta ya no tiene importancia. Se desvanecen incluso los conceptos. Las expectativas. Y no hay nada que olvidar salvo el olvido mismo. Y miro bien dentro de los ojos y veo cosas que jamás pensé que pudieran hacerme sentir lo que ahora siento. La revolución y la calma. Soy un espejo, un cielo azul, el silencio del fondo del mar. No soy yo esa que escribe.

¿Qué estás haciendo ahora? Camino. Pero ¿de verdad eres tú quien está caminando? No.
Tajantemente, no.
Y si consigo sentirlo la liberación viene a llevarme de la mano más allá de ese quicio de lo maravilloso.
De repente es todo tan sencillo.

Y tú, ¿qué estás haciendo ahora?

martes, 5 de enero de 2010

FORMAS INESPERADAS

Me sigo poniendo un poco nerviosa esta noche. De alguna manera creo que es la noche en la que puede suceder todo lo maravilloso. La ilusión. La vida. Lo que no se atiene a las reglas que nos imponen los sentidos. Me gusta pensar que esta noche se cumplirán algunos de esos deseos que no son para los ojos. El perdón. Los buenos sentimientos. La firme determinación de cambiar, de mejorar. La fe en los propios sueños. Todo lo que nos mueve y nos conmueve. Me gusta pensar que esta noche alguien dejará en mi zapato un regalo que siempre llevaré conmigo. Un año más. Aunque a veces lo confunda con una piedrecita. Un paso más hacia quien soy. La compasión. El amor intacto. La voluntad. Los sueños vivos que toman formas inesperadas.

Pd. Feliz noche de Reyes. Ojala alcance su magia a todos.