Hace calor en Madrid. Y amenaza tormenta.
Ellos andan revueltos. Los fantasmas. Trato de calmarles, les hablo en voz bajita.
Suelen portarse bien. Les leo mis cuentos en voz alta (son críticos feroces). A veces me pasan su mano fría por el pelo (me asusta pensar cómo me alivia). Les recito poemas de Ángel González y me sacan la lengua (uno de ellos llora).
Ellos me mantienen en mi sitio con sus risas tenues cuando me equivoco. Me dan golpecitos en el pecho, como si llamaran a la puerta. No me hacen daño, pero me duelo. Tienen la manía de resolverme los sudokus. Se comen los caramelos de menta y rellenan los papeles con recuerdos. Se meten en el teléfono y juegan a número oculto-número privado; o a hacer eco, o burla, a quien me llama. Es todo lo que les queda: las travesuras.
Hoy se han sentado en el suelo del salón, están huraños. Uno de ellos, ayer mismo, se puso digno y me dijo que con una palabra mía desaparecería para siempre. Tuve que tragarme la sonrisa.
Los pobres no se enteran.
No se imaginan que les quiero tanto.
No saben que sé que no pueden marcharse, que nunca volverán a hacerme daño.
Ignoran que son ellos los que están atrapados.
Ellos andan revueltos. Los fantasmas. Trato de calmarles, les hablo en voz bajita.
Suelen portarse bien. Les leo mis cuentos en voz alta (son críticos feroces). A veces me pasan su mano fría por el pelo (me asusta pensar cómo me alivia). Les recito poemas de Ángel González y me sacan la lengua (uno de ellos llora).
Ellos me mantienen en mi sitio con sus risas tenues cuando me equivoco. Me dan golpecitos en el pecho, como si llamaran a la puerta. No me hacen daño, pero me duelo. Tienen la manía de resolverme los sudokus. Se comen los caramelos de menta y rellenan los papeles con recuerdos. Se meten en el teléfono y juegan a número oculto-número privado; o a hacer eco, o burla, a quien me llama. Es todo lo que les queda: las travesuras.
Hoy se han sentado en el suelo del salón, están huraños. Uno de ellos, ayer mismo, se puso digno y me dijo que con una palabra mía desaparecería para siempre. Tuve que tragarme la sonrisa.
Los pobres no se enteran.
No se imaginan que les quiero tanto.
No saben que sé que no pueden marcharse, que nunca volverán a hacerme daño.
Ignoran que son ellos los que están atrapados.
22 comentarios:
Paso por aquí, y como siempre me enbeleso con tus escritos.
Un abrazo de todo corazón.
Hola, soy uno. Como ves, te hablo desde tu blog. Nos echamos a suertes quién haría trampa y te hablaría desde aquí. ¡Es divertido! Dónde íbamos a vernos con un humano tan hogareño como tú. No nos eches nunca, por favor.
;)
Galleguiña tenías que ser. :-)
Besos a ti y a tus queridos fantasmas, bella Leo!
¿O estoy confundida???
Sí, Leo, fantasmas, pero gracias a ellos escribimos. ¿o no son ellos los que nos hacen escribir?
Alguien menciono ya "esquizofrenia"?
Que les den a los fantastmas, haz que desaparezca y solo te visiten cuando tu quieras... te lo dice una que hace poco los echó definitivamente de casa...
Besicos
Mientras sean buenos y no te joroben la vida, no hay problema. Los míos son perversos. Uhhhh.
Precioso final a ese texto, Leo. Redondo.
Saludos
Josefa: Gracias por seguir visitándome. Tus comentarios me dan mucha alegría. Un beso grande también para ti.
Ref: ¡Qué bueno! Por el momento tengo sitio, pero como os portéis mal... Besos.
Elvira: Pues 50% gallega, sí, no estás confundida. Meiga a ratos, también. Un beso.
Angel: Sí, sí: nos pinchan, nos susurran al oído para que nos despertemos, nos recuerdan constantemente que es todo lo que merece la pena. Un beso.
Anómalo: Un saludo.
Belén: Es que, hija mía, me dan pena. ¿Y adónde iban a ir? ;-) Besos.
Carmen: Eso es porque no les has llamado al orden. Ponles la gitana esa amiga tuya, la del romero y verás como reaccionan. ;-) Besos.
Amparo: Gracias. Me anima que te haya gustado. Saludo cariñoso para ti.
Chica que suerte tienes mi fantasmas son supercutres de película de serie B, muy chillones, se les ve venir a leguas, mal maquillados y peor atrezzo... mira que le ponen interés pero nada...
Viendo a tus campeones me da sana envidia... ¿habra un tío como el colega ese "el encantador de perros" que pueda ponerlos en forma?
Buenas noches
Leo, a mí también me encanta poder hablar con los fantasmas y cerrar tal y como tú lo haces, sabiendo que son ellos los que están atrapados.
Besotes
Siempre es preferible los fantasmas a los otros...
Valerio: No sé, pero a mí se me da bien, estoy pensando en convertirme en una especie de super nanny para fantasmas. :-) Un beso.
Raquel: Es una sensación fantástica cuando descubres que su poder está desactivado. Un beso.
Dintel: ¿A cuales otros? ¿Los del golf rojo? ;-)
Leooo, yo que tu cobraria un alquiler, y que dejen de ser ocupas.
Besos
Madrid y sus veranos ¿cuantos habre sufrido?
saludos
Me ha gustado mucho Leo.
Si no fuera por esos fantasmas, qué solos estaríamos a veces...
;)
No sé yo si sale muy a cuentos tener tantos fantasmas como animales de compañía. Son incontrolables.
Blau: Jajaja, es una buena idea, que la vida está fataaaaaaaal. Besicos.
Paco: Pues éste tiene pinta de ir a ser espeluznante. Y encima empieza pronto.
Pulga: Hacen mucha compañía, la verdad ;-) Me alegra que te haya gustado. Besos.
Raúl: Bueno, no te creas que tanto. Con el tiempo se vuelven modosos, melancólicos. Hay alguno más dañino, pero con no hacerle mucho caso...
Joder, eso debe ser el último paso de la evolución humana, tener atrapados a tus propios fantasmas... ¡Cuánto tengo que aprender!
Besitos/azos.
Entre tierno e inquietante tu relato no lleva a los terrenos de la semiótica. Con esos fantasmas que todos tenemos siempre es mejor mantener una buena relación.
Los peores pueden acabar marchandose... a veces.
Zurdillo: Jejejeje, el último grito, más bien. Un besote.
Araceli: A veces se marchan, pero tienen la fea costumbre de enviar postales.
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