He vivido pocas rachas como esta. Es posible que decir esto sea una tontería, y aunque la vida se empeñe en resonarnos, en parecer cíclica, nunca lo sea, y ninguna racha se repita. Que sea tan solo esa patética búsqueda de lo conocido, la necesidad de asideros. El más fuerte poder del miedo que nos domina.
Como decía, mi sensación es de estar inmersa en un instante eterno. Este mar liso que es un espejo del cielo. La aceptación de lo que ocurre da tranquilidad. Los deseos se matizan, aprenden a camuflarse entre las hojas, a volverse tierra, a sonreír cuando se cumplen y mantenerse en el filo un tiempo jamás soñado, antes de caer y que nuevos deseos se arracimen para devorar su recuerdo y sembrarnos de nuevas viejas inquietudes.
Vivo una vida con minutos como agua.
Esta semana santa ha lllovido. Ha llovido mucho y a deshora. Cambié la posición de los muebles de mi casa y así he podido casi pegar la nariz a la ventana y dejar, sencillamente, que muchos de esos minutos se marcharan con el mismo ímpetu, la santa inercia de la vida que me gusta. Hasta Pepito Grillo se ha callado la boca para escuchar la lluvia sobre la ciudad vacía.
Pero hoy es domingo y luce el sol, y la calle ha regresado a su apatía de gente que pasea, de niños que gritan, el hombre que vende la farola, el que hace sonar su irritación a través del claxon porque le ha dejado atrapado la doble fila. Hay gente que me manda mensajes de felices Pascuas.
Felices pasos.
De la vida a la muerte. Del mito al logos. De la guerra a la paz. Del miedo a la esperanza.
Yo también me he decidido a poner un mensaje para desear un feliz paso. ¿Quién no necesita resucitar de las muertes cotidianas? Aunque a veces descreer nos haga equivocarnos, creer que ha de vivirse instalado en todas esas muertes. La inagotable cadena de deseos. Creer que la vida es solo eso y que lo inteligente sea ponernos las tiritas lo primero, el extenso vendaje del pesimismo.
Os decía que nunca había vivido una época como esta. De felicidad sencilla, quebradiza, que acepta las fracturas del dolor a cada paso. También se han de aceptar los buenos pasos, la paz de la vendimia. Sembrar de nuevo. A deshora. Cuando llega la lluvia. O, llenos de esperanza, incluso en la sequía.
Yo también os deseo felices Pascuas.
8 comentarios:
¡Felices Pascuas, Leo! Que siembres y recojas muchas cosas buenas. Besos
Me gusta que hayas corrido los muebles para ver la lluvia pegada a la ventana pero no verte tan triste y resignada.
Yo también creo en la repetición de los acontecimientos, como en aquella película "Atrapado en el tiempo" en el que todo se repetía hasta que te dabas cuenta y cambiabas tú.
"Pero hoy es domingo y luce el sol". No lo olvides.
Yo deseo que un día, un día tengas que escribir donde sea necesario saber decir, para otros que necesiten que alguien sea quien hable, y así otros logren gracias a tí llegar a decir.
Estoy convencido que aún estás a medio caminar, visto lo que está visto hasta este momento.
Felicidades.
Espero que esos minutos de lluvia te refresquen :)
Besicos
Que precioso placer leer tus escritos.
Tambien yo, cambio los muebles, lo que pasa es que vuelven a los dos días a ocupar de nuevo el lugar que tenian.
Un besito, Leo. ya pasó la Semana Santa. Ahora a disfrutar de la primavera.
El instante es eterno no porque dure ni se repita, sino porque está preñado. No hay racha pasajera, sino ciclo de deseos que nacen, crecen, se desarrollan, mueren y resucitan.
¿Te das cuenta de que lo llamas calma y aceptación es algo parecido a la esperanza?
=0) . No se como se mandan los abrazos
Gracias, gracias, gracias. Y perdonad por no detenerme más, en cada uno, como antes. MIl besos.
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