Anoche un ciempiés del tamaño de la uña del meñique desfiló
marcial delante de mis narices, por el suelo de mi apartamento. Yo no
sirvo para matar bichos, así que cogí a toda prisa una hoja de
papel para obligarle a subir y echarlo a la jardinera, fuera, en la
ventana.
Me cayó gordo el bicho, que no paraba quieto, y, al final,
sospecho que, pese a mis esfuerzos, se despeñó ventana abajo.
Lo tenía ya sobre el papel y el bicho echó a
correr hacia mi mano (con sus cien pies a toda máquina; que digo yo
que ya podrá, el desgraciado) y sentí un miedo ridículo a que me
tocara y me causara un daño irreparable. Y así, decía, con un gritito mío, la hoja también cayó
por la ventana. Estaba oscuro fuera y perdí de vista al bicho pardo.
Pero la hoja... Una ráfaga de viento inoportuno la hizo volar
delante de mis ojos, la llevó al capó de un todoterreno aparcado
justo enfrente. Y luego, otro golpe de aire, al centro de la calzada,
donde el camión de la basura acabó de rematarla. Parecía clavada
al suelo y, por un instante, pensé en bajar corriendo y recuperarla.
Pero otro coche, uno más pequeño se la llevó puesta hasta la
glorieta, y allí, por fin, le perdí la pista.
Mi hoja de papel, con tu teléfono y tu email anotados a lápiz.
Me fui a la cama sin saber si había sido desgracia o acaso la más
rotunda de las suertes. Si tenía que agradecerle al ciempiés el
haberme librado de nuevo. Va a ser cierto que Dios gasta un humor
extraño. Y sus ángeles custodios, una variedad de formas
encomiable.
(Quién sabe si continuará)
9 comentarios:
Soy ángel de otro ejército, y encontré la hoja más allá de la rotonda. La guardo en mi escritorio. Si algún día tienes tentación y no puedes superarla, puedes pedírmela. Te está esperando.
¡Pues vaya usted a saber! A lo mejor ha sido una suerte, efectivamente. Un beso
Qué original forma de comenzar un relato! Tiene encanto, sobresalto, misterio y hasta un toque de humor.
Un abrazo y gracias por este delicioso momento.
Me uno al comentario de RosaMaria.
Añado esto ¡Precioso el relato!
Un beso para una excelente escritora.
No sé si será suerte o no, pero ha valido la pena que, por un bicho, escribieras esto (y así).
Saludos
Qué buen escrito; Y además me ha hecho reír.
Tu ciempiés me recuerda a una mantis religiosa que vi hace tres días cruzando una avenida madrileña, mientras estaba parado en un semáforo; tres carriles en cada sentido, y estaba hacia la mitad ya; Avanzaba lentamente por el asfalto, un poco en diagonal, mientras los coches echaban humo. Parecía algo milagroso, como tu ciempiés. El coche arrancó, y la perdí de vista. Pensé que las posibilidades de que llegara al otro lado eran ínfimas, casi despreciables, pero pensándolo mejor, también eran ínfimas las de que llegara hasta donde la vi.
Fauna madrileña.
Tu ciempiés seguro que sobrevivió a la caída. La mantis lo tenía más difícil, pero quién sabe, lo mismo se ha encontrado el papel y va a devolvértelo, jeje.
Muy bueno leo.
Besos.
Jesús.
Me encanta tu historia.
Seguro que si tienes que encontrar de nuevo al dueño/a del tlf y el email lo harás.
Un beso
El de dios no lo conozco, pero tu humor en este relato ha estado muy bien.
Miguel: Da un poco de miedo ir a a buscar lo que parecía destinado a no quedarse. ¿Habrá que desaprender? Gracias. Y un beso.
Elvira: Apuesto a que sí. :-) Besotes.
Rosa María: Gracias a ti por venir a compartirlo. Un beso.
Josefa: Gracias, como siempre. Eres un sol. Besos, mil.
Amparo: ¡Ya ves! Todo empezó por un jodío insecto... .-) Gracias.
Jesús: ¿Se habrán encontrado, la mantis y el ciempiés? ¿Quedará algo de éste, pobre ingenuo? Casi prefiero que no venga la mantis con la hoja de papel, que no gano para sustos. :-) Besos, muchos.
Añil: Yo también tengo esa certeza. Gracias por venir. Besotes.
Raúl: Gracias, muchas gracias :-)
Publicar un comentario