lunes, 19 de enero de 2009

VÉRTIGO

Es vértigo lo que me invade cuando paseo, rodeada de gente a la que miro: espejos enfrentados que caminan, cada uno con sus abismos, sus pensamientos, su originalidad vulgar. Cada uno somos el infinito, y eso me produce el mismo efecto que asomarme al vacío.
Lo mismo que escuchar el llanto de los felices. O saber que enfermamos poco a poco, y que siempre nos parecerá que sucede de repente. O pensar cómo será la rutina dentro de un tiempo, cuando muchos nos hayamos ido, transformando el paisaje para siempre con nuestra ausencia.
En ese vértigo, el de lo desconocido que entonces no será tal, también habrá alegría. Y esperanza. La vida que se abre camino a machetazos. Y nos arranca pedazos al hacerlo. De esas heridas crecerán brotes nuevos. Brotes que encerraran en sí el infinito para que no nos olvidemos de sentir el vértigo. Ni la alegría.

viernes, 9 de enero de 2009

MÁGICA Y PRIMARIA


No me hace falta analizar la composición de la nieve para sorprenderme las raras veces que viene a visitarme.

(Bajo las ruedas de los coches se convierte en un barro helado y peligroso).

Sólo puede llenarme los ojos. Hacerme desear esa delicadeza, pues apenas toca las superficies donde se posa, se amolda a ellas, permanece desafiando a la gravedad; y, aunque parezca imposible al principio, se posa, se posa, se posa, y al final las ramas se vencen bajo su peso. Como el amor; poco a poco, en un silencio sólo quebrado por las voces de los niños, la sirena de los bomberos, las ruedas de los coches sobre el barro sucio, sanguinolento de ciudad y de pasos. (También el amor se puede convertir en barro, y helarse, y llenarnos de peligro. Y de deseos).

Mágica y primaria, la nieve, hoy es mi regalo. Viene a limpiar, a embellecer, a posarse. A recordarme que somos seres de luz. Que soy un ser de luz. Y que, al contrario que ella, el amor viene, se posa y se las arregla para permanecer para siempre, cuajado en las umbrías, en esos rincones inaccesibles para el miedo. Y también adopta formas mágicas, primarias, irreconocibles para ojos que siempre busquen primaveras.

domingo, 4 de enero de 2009

"¿LO ENTENDÉIS O NO LO ENTENDÉIS...? *

De haber sido yo de otra manera se me habrían dado bien las matemáticas. Habría restado lo justo al restar. Y al sumar, no me saldrían multiplicados los afectos, como tantas veces me sucede ahora.
Sabría dividir de memoria, sin necesidad de recurrir a la calculadora, o a un trozo de papel, que se convertirían en folios, sin remedio, porque después de la división ¿qué hacer con el resto?, llegaría un soplo de viento y lo reavivaría y trataría de crecerse, de encontrar nuevos números, quizá sumarse a ellos, hasta tropezar con cualquier avatar que lo condenara de nuevo a ser dividido.
¿Sabría hacer raíces cuadradas?

Si hubiera sido de otra manera, es posible que las matemáticas fueran mi lenguaje, y entonces tendría a mis pies todo ese mundo de la física, perdería el encanto del misterio de todo lo que ahora se me antoja poético, por incomprensible. Incluso sabría ir más allá, columpiarme hasta el absurdo de poder demostrar que el tiempo no es diacrónico.

Pero soy así. Siempre me equivoco en las sumas, aunque no suelo salir perdiendo. Y hay quien dice, o piensa y calla, que en mí cero e infinito es todo uno.
(Como en todos, digo yo. Como en todos.)

*" ¿Lo entendéis o no lo entendéis? Si no lo entendéis, a vender castañas". (Máxima pedagógica de la profesora de matemáticas que tuve en no recuerdo qué curso de EGB).