jueves, 31 de diciembre de 2009

DESEOS




Podría suscribir casi uno por uno los deseos de la canción. Serían más que suficiente para el año que empieza, para toda una vida.
Por eso os la traigo esta tarde.


que el equipaje no lastre las alas,
que el diccionario detenga las balas,
que gane el quiero la guerra del puedo,
que las verdades no tengan complejos,
que te aproveche mirar lo que miras,
que no se ocupe de ti el desamparo,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena,
que el corazón no se pase de moda...

Feliz año nuevo a todos.

domingo, 20 de diciembre de 2009

REDES

Dicen los que saben que los humanos funcionamos por contagio. La felicidad, fumar, adelgazar o engordar. Hasta la soledad. Si el vecino engorda, aumenta mi probabilidad de ganar peso. Si una amiga de mi amigo es feliz, mi felicidad es muy posible que se vea incrementada. Funciona así, según parece: se salta varios pasos, sale por la tangente, con la epidemia que toque. Dicen que pasa lo mismo con la tristeza. Pero menos.
Estos días son días de calor entre el frío. De abrazarse a los que están para aguantar eso de echar de menos. De emocionarse con los anuncios de la tele. Días de gripe y datáfonos que esquilman las cuentas corrientes. De comer de más y a menudo quedarse cortos bebiendo. Son días para pensar en los demás. Días para pensar en el contagio. Lavarse las manos antes de sentarse a la mesa, mirar con calor y decidirse. Hoy voy a ser feliz. Y puede que lo haga para ti. Así que, por favor, contagia a todos los que puedas. Seguro que así me llega. Al fin una pandemia de verdad. Con besos y llamadas por vacuna. Nunca fue tan fácil.
FELIZ NAVIDAD A TODOS
OS DESEO
UN AÑO NUEVO LLENO DE TODAS LAS COSAS BUENAS

lunes, 14 de diciembre de 2009

PAISAJE

Abrió la persiana. Todo estaba blanco. Puede que hubiera amanecido por detrás de la neblina, de los copos de nieve, del humo de los tubos de escape. Aferró fuerte la taza de café, aunque quemaba un poco. Sabía que la nieve también quema. El árbol frente a su ventana había perdido todas las hojas. La tarde anterior aún conservaba algunas, amarillas, temblorosas. Alopecia arbórea, pensó, amor caducifolio. Un barrendero amontonaba las hojas con desgana. Imaginó que el humo del café podía entrar por sus fosas nasales y luego emprender la ruta hacia el pasado, fundir los neveros que de cara al norte había ido dejando el tiempo. Todos los coches se habían vuelto blancos. Pensó en el iceberg que descendía lento por su flujo sanguíneo. Azul. Llegaría al corazón y se tropezaría en alguna de las válvulas. Le dolió el pecho. Bebió un sorbo de café como si fuera nitroglicerina. Benditas coníferas. Quién pudiera. El barrendero empujaba las hojas con el escobón dentro del alcorque, alrededor del tronco raquítico. Era absurdo. Como si el montón de hojas pudiera apuntalar su envergadura, mantenerla de pie. Le recordó a él. Podría haber sido él. Tenía más o menos la misma estatura. Qué importaba el traje reflectante, verde. Todos nos disfrazamos. Podría haber sido él si ella no se hubiera puesto a nevar. Se acordó del iceberg. Puede que echara de menos. Ese hombre podría haberse convertido en cualquiera, en cualquier tiempo, antes incluso de todos los errores. Ese hombre podría fundir los icebergs. Cerró un momento los ojos y soñó que él, caducifolio, venía a evitar el infarto masivo con un saco de sal. En la misma puerta de su casa. Apoyó la frente en el cristal, quiso verle mejor. Se le parecía tanto. Todos se le parecían ahora. El barrendero alzó la vista. Puede que recordara cómo se abraza un cuerpo. Puede que la viera a pesar de no mirarla. Anduvo hacia el siguiente árbol, calle arriba. Sopló una ráfaga de viento que desprendió una hoja del calendario. Le pareció escuchar una alarma a lo lejos, tañer de campanas. Bajó la persiana. Ni siquiera ha empezado el invierno.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

NIEBLA. NARANJAS. MITADES.

Todo esto ha salido después del puente neblinoso y de leer a Isobel.


Somos naranjas completas. Alguien nos engañó, se inventó esa niebla para que no pudiéramos vernos en la distancia. Así nos pasamos la vida forzando la vista, esperando que se recorte esa media silueta entre la niebla y que sus pasos la conduzcan directa hacia nosotros. A veces la dejamos pasar porque la vemos entera y creemos que los ojos nos engañan. O que tiene algo de malo.
Pero si nos mantenemos, podremos comprobar que el abrigo que parecía negro era gris, en realidad. Que los ojos que parecían negros son siempre de un color indefinible que cambia según venga la luz. O la tiniebla. O el paso del tiempo. Podremos demorarnos incluso el resto de la vida en palpar cada centímetro de piel hasta notar que no falta parte alguna. Conocerse. Que no debe faltar mitad ninguna. Y podremos bajar las defensas para que él también pueda explorar y descubrir que una es entera, redonda, que no le falta ningún gajo, ninguna mitad, aunque duela un poco el orgullo. Y viceversa.
Que solos seguimos rodando calle abajo. Y, si nos impulsan un poquito, también solos, calle arriba, hasta coronar nuestras humildes cumbres.
Que lo más que puede hacerse, entonces, es intercambiar algún gajo; abrazarse con cuidado para que no se rompan las membranas. Que luego se derrama el zumo, y se evapora, y forma una niebla ácida que hace llorar los ojos. Y no vemos nada de nada. Y acabamos comprando mitades que no existen y que, por tanto, jamás podrán satisfacernos.

jueves, 3 de diciembre de 2009

HUMILDAD

A poco que camine por la calle se me bajan los humos. Todo está lleno de gente. Todo está lleno de todo. Casi me engaña: con la mirada fija en el ombligo uno se llega a creer que está solo. O que es distinto al resto. Incluso mejor. O peor. El ego hechicero se sirve de toda clase de tramoya para lograr el enfrentamiento. Tiene una chistera llena de horrores: deseo, celos, ira, odio, apego, soberbia. Una catarata de pensamientos cegadores, una cortina que cubre la sencillez y la grandeza de lo que de verdad somos.
Un día uno camina por la calle y repara en que todo está lleno de gente. Cae la noche, se encienden las ventanas. Detrás de cada luz hay un ser que quiere lo mismo. Amor, normalidad, vacaciones, ese beso diario que llevarse a la boca. Entonces los celos, la ira y el apego desaparecen. Sólo permanece la compasión. Apenas un chispazo. Y las auténticas ganas de facilitar ese camino a los que nos encontramos, con lo poco que se tenga a mano. Incluso quitándonos de en medio.

domingo, 29 de noviembre de 2009

ORIGINALIDAD (ACTA I: Sobre la renuncia)

Pues resulta que ya todo está escrito. La alegría, el temblor, ese amor omnipotente que vuela cuando quiere y, cuando quiere, se arrastra a ras de suelo; la pasión, el desengaño, la impotencia de saberse no querido, la grandeza, la sencillez del parpadeo, la invencibilidad y la imbecilidad también, la calidez, el brillo... Para qué abundar más, en fin: que todo está ya escrito. Y yo deduzco, Aristóteles mediante, que eso quiere decir que también todo está ya sentido. Así que, ea, ya está bien, enough, es suficiente. Busco en Google la oficina de convalidaciones. Si alguien puede dar razón de ella, por favor, que no se corte. Sé que, mejor que yo, ya habrán escrito muchos sobre esto. Poemas, cuentos, novelas, incluso enciclopedias (hay que estar muy dolido para eso). Ergo, habrán sentido más, mejor, con bastante más prestancia. No tengo nada nuevo que añadir en los bolsillos. Renuncio, pues, a la pena. A la inoportunidad del llanto contenido. Renuncio, sí. Por la presente.

martes, 24 de noviembre de 2009

SUFICIENTE


Haría falta un terremoto para que llegáramos a tocarnos. Qué insensatez, desear que ocurra una desgracia. El terremoto. Tú y yo. Y todo lo demás. Lo que vendría después. Los fragmentos confundidos. El caos. El sílice carcomiendo los pulmones. La felicidad que no es tal, sino solo el alivio del dolor. Pasajeros. Decepcionados. Creernos que algo puede ser eterno. Ni siquiera las piedras. Puede que sea ridículo, insensato, esperar nada aparte del silencio. Sólo queda aceptar que las piedras son piedras. Exquisitamente mudas. Equidistantes en el tiempo de las intenciones. Bancos de piedra. Prestar su asiento un instante es todo el amor que les es posible. Y tal vez sea suficiente.

domingo, 22 de noviembre de 2009

EL ENCANTO

No hay como las tardes de domingo para sufrir ataques fantasmales. (Y encima han soltado un viento helado por las calles de Madrid que te atraca al doblar ciertas esquinas).
A mí me funcionan algunos antídotos. Por ejemplo éste:





Y para lo que queráis escuchar la versión "seria", con letra incluida:





Una de mis canciones favoritas. Va con dedicatoria.
¡Buen comienzo de semana!

jueves, 19 de noviembre de 2009

NIÁGARA

Hoy me vais a perdonar que no me levante. Mi cama se ha vuelto un precipicio. Trataba de dormir y, al darme la vuelta, allí, en el espacio que ocupaba, en ese hueco de la almohada que lleva su nombre, volvió a estallar su sonrisa. Ésa que me provocaba todos los eclipses. Y una cosa ha llevado a la otra, que es lo que tienen las emboscadas de recuerdos. Así que después de la sonrisa, atacaron aquellas gotas de su sudor que rodaban despacio hacia mi ombligo. Debieron de atravesar el filtro de mi piel y han formado, con los años, una estalagtita que se me clava en el alma cuando subo a la buhardilla. Y ha sido al sentir el pinchazo cuando se ha desbordado todo. En cuestión de segundos lo que era un cauce seco se ha transformado en un torrente. Poco después, el Niágara se precipitaba al vacío desde los bordes del colchón.

He pasado toda la noche luchando contra la corriente para no verterme por mi precipicio. Poco a poco la crecida ha remitido. Al amanecer, exhausta, he alcanzado la orilla. De ahí mi agotamiento. Por eso espero que me perdonéis si hoy no me levanto. Esta mano perezosa se asoma entre las sábanas para desearos un feliz fin de semana a todos.

Pd.- Por cierto, que llamé al Mago y comunicaba todo el rato. Ya le vale.

domingo, 15 de noviembre de 2009

FELICES Y SALVAJES

Estos días están siendo felices y salvajes. Las nubes deshilachan los atardeceres, teñidas de rojo y gris. Con un frío afilado que el sol vuelve romo a mediodía, ese frío que tanto bien me hace. Con el timón fijo en su flexibilidad, y todos mis enanitos trabajando a destajo en las calderas. Le he perdido el miedo al cansancio, a la falta de sueño, a la tristeza inevitable. Feliz y extenuada: así terminan mis días. Con las espuertas llenas, y las ganas de arrojar caramelos a puñados. Con la ilusión y los nervios de estar un palmo más cerca de algunas verdades. Satisfecha por sentir el esfuerzo de cada paso. Sin ambicionar. Sin conformarme.
Feliz, por la gratuidad de esos ojos que me aúpan en la estela de su brillo.
Salvaje, por saber que toda mi gratitud no bastará para devolver tanto amor como recibo. Así que hago restallar el látigo. Pobres enanitos. Lo próximo será montar un sindicato.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

LETRAS DE AGUA

Me contó que no conocía otra forma de olvidar que mudarse al olvido mismo. Así que hizo las maletas un buen día. Las llenó de razones, de todo su cariño, de libros. Y se marchó por fin. Llena de calma. Para explicárselo a él, le había escrito una carta de amor interminable sobre la superficie de un mar liso como un plato. En ella le contaba hasta el más mínimo detalle. Todo lo que pudiera interesarle de ella. Letras de agua, a merced de las mareas, dijo. Y se echó a reír. No pongas esa cara, añadió, ¿acaso perduran las palabras al oído, el chasquido del beso, el tacto de un dedo en su cuello?

viernes, 6 de noviembre de 2009

POR LA CIENCIA

Hay misteriosos canales en el aire. Comunican tus poros y los míos. Basta con que estemos en la misma habitación. Sin necesidad de metales que transmitan. Avanzas hacia mí, y retumba la tierra. Entro en tu radio de acción y salta la aguja del amperímetro. Hace diana, revienta el cristal del reloj de arena. A medio metro somos rayos. Nubes y tierra. Los receptores se han calcinado, pero sentimos más que antes. Su disfunción se ha convertido en una huelga a la japonesa. Sólo con que estemos en la misma habitación. No sabemos cuál es la temperatura de fusión de esos canales. Se trata de otra forma de energía. Todo sea por la ciencia. Espero que resista el marcapasos. Los ojos se vuelven expertos en eludir todas las respuestas. De repente, somos todo manos. Dedos luminosos que buscan la toma de tierra. Rayos. Dicen que el roce hace el cariño. Al cuerno los relámpagos.

lunes, 2 de noviembre de 2009

DESPEDIDA

La foto es de AQUI.

Doy la vuelta al reloj. La arena huye por su desfiladero. Progresiva. Me escurro con ella. Sé que echaré de menos. Las campanas, desenredar el cable del teléfono, la agudeza, la espera, perder siempre, adivinar las idas y venidas. Las palabras. La arena entre las manos. Agua en un cesto. Me despido, me invento una nueva forma de besarte. Para que parezca que me quedo. Para que no te des ni cuenta de que ya me he ido.

miércoles, 28 de octubre de 2009

TRUCOS PARA OLVIDAR EL AMOR PERDIDO

El mago saca de la chistera su esperanza baldía. El público se mantiene en vilo, en silencio. Recita el sortilegio, le da un toque con la varita. Hay una pequeña explosión y, entre una nube de humo, la esperanza se convierte en un terrón de azúcar. La gente aplaude, fervorosa, incrédula. Echa hacia atrás la capa y con un movimiento limpio coloca el terrón en el interior de un vaso vacío. Ni que decir tiene que antes había mostrado el vaso a la audiencia, incluso había metido la mano dentro para comprobar que no había nada. Sólo un vaso transparente, de cristal, con el terrón de azúcar dentro. Se remanga bien, para que puedan verle las muñecas. Coge la jarra de agua que le tiende su ayudante y llena el vaso muy despacio. Luego, con una cucharilla, remueve el contenido. Et voilà! El terrón ha desaparecido. El agua es turbia al principio, pero poco a poco se vuelve cristalina. Alza el vaso y lo enseña en todas las direcciones. Exhibe una sonrisa al borde del llanto. Se eleva una exclamación desde el patio de butacas. Un aplauso perplejo rompe el hielo y se contagia al resto de la sala. Hace un par de reverencias, y retrocede a un segundo plano para que el aplauso alcance también a su ayudante. Éste agradece el gesto, y mira al mago con ojos que bailan entre el orgullo y la piedad. Cuando el tiempo pase y el estruendo cese comenzará el siguiente truco. “Ahora vamos a necesitar un voluntario”, proclama el ayudante.

sábado, 24 de octubre de 2009

LOS ANILLOS DE SATURNO

Esta foto de los anillos de Saturno está cogida de AQUI.

Me detengo. He llamado a mi puerta. Me paro a escuchar mis propios pasos. Son rotundos. Y se acercan. No pensé que fuera a tener miedo de verme. Y no lo tengo. Nadie me había dicho que para darse hay que estar en el mismo centro de uno mismo. Es un sendero interior. No puedo negarme. Así que, en el camino a casa, observo. Y hay instantes en que siento tanto amor que estallo hacia arriba, y de repente soy confeti. Y no os imagináis qué sensación, que el viento te lleve por encima de las copas de los árboles, o en vuelo rasante sobre las cabezas de la gente, o pegada a la suela de cualquier zapato. O caer en barrena dentro de un torbellino. Y terminar durmiendo debajo de su cama, velando su sueño, sin cuidado. En silencio absoluto. Para prenderme al primer rayo del sol que rompe la niebla y continuar la ruta. Decir adiós para cerrar el círculo. Siempre hacia dentro. Descalza sobre los anillos de Saturno.


(Y sin tomar pastillas).

lunes, 19 de octubre de 2009

HOGAR

A veces suceden. Los milagros.
La temperatura justa,
El tiempo, el espacio,
las personas.
Sopla una ráfaga de viento que desordena los juncos.
Reverdecen los trigales.
Mi cabeza en tu hombro.
Regreso a casa.

jueves, 15 de octubre de 2009

INVASIÓN

Los cascos azules han tomado mi salón. Uno de ellos prepara una paella en la cocina. Otros dos han bajado a por el pan y a por unas gambas, me informa el oficial al mando, una chica a la que el casco le viene un poco grande. Me dicen que estoy invitada y a mí solo me sale una risa sardónica y un faltaría más. Como si me creyera con derecho a nada en mi propia casa, como si ésta fuera solo mía. Como si no hubiera sido yo quien se dejó la puerta abierta. Ya ves tú, lo que hace a veces la ceguera.
Uno morenito me ha arreglado el enchufe del cuarto de baño. La chica, con el casco que casi le tapa los ojos, mira por la ventana. Hay uno muy delgado que pasa las hojas de mi álbum de fotos. El rapado viene a preguntarme a cada instante dónde tengo las cosas: la tabla de cortar, los manteles, que si tengo palillos. Después, lo mismo que si fueran bebés dormidos, quita una a una las plantas de encima de la mesa. Yo lo miro y me pregunto si sería capaz de disparar a un hombre. Si sería capaz. Él me devuelve la mirada. Me sonríe, con unos dientes muy blancos. Su cráneo refleja la luz de la lámpara. Se me acerca y me dice al oído que a veces hay que matar para seguir viviendo. Que a veces la paz bien vale una guerra. Y que si tengo copas grandes para el vino.

lunes, 12 de octubre de 2009

POSTOPERATORIO

A mí las bombas me estallan en silencio. Por fuera quedo intacta, pero la onda expansiva revienta todas las ventanas desde dentro. El corazón vuelve a romperse en todos sus pedazos. Camino y voy dejando un triste rastro de cristales por los corredores. Caen de debajo de la camiseta, desde la pernera de los pantalones, de la punta de los dedos. Lágrimas que cristalizan. Qué apuro. Y qué cansino. Otra vez recogedor en mano.
Al final junto más trozos de los que tenía, y me sale un corazón hipertrofiado, mucho mayor que el de antes. Y necesito pedir ayuda para las cirugías: que si ahora no entra en el pecho. Que sí, que sí que entra: venga, tú, separa las costillas, que yo lo empujo. Y ahora siéntate encima, mientras yo trato de cerrar la cremallera.
Durante el postoperatorio, aprieta el pecho y da un poco de miedo. Pero luego da de sí. Lo mismo que las horas. Al final incluso deja de oler a pegamento. Y se licuan las lágrimas. Y regresa la sangre a la punta de los dedos, a la pernera de los pantalones. Y aparece un hombrecito vestido de naranja que se descuelga de un andamio desde la azotea, por dentro, y limpia una a una todas las ventanas.

jueves, 8 de octubre de 2009

INGENUIDAD V: LO MEJOR QUE PUEDA

A veces me cuesta verlo. Todos en el mismo barco. Noé está borracho, según parece. O eso o el timón tiene floja la correa de transmisión. O quizá es sólo el diluvio que, claro, va dentro de su definición el ser incontrolable. O el arca ha resultado ser de Ikea. Da lo mismo. La vida es lo que es. La cuestión es que, ante la zozobra, todos lo hacemos lo mejor que podemos. Y sí, a veces nos pisamos, nos ignoramos, nos hacemos feos. Somos torpes, mal educados. Crueles. Incluso, a veces, pareciera que somos malvados, que lo que buscamos es herir. Pero empiezo a creer que no es cierto. Sé que no lo es.
Sé que lo único que queremos es bandear la tristeza, aumentar el saldo de días felices. Cada uno a su modo. Jugamos a la Wii, nos compramos zapatos. Hacemos fotos, salimos con amigos, bebemos litros de whisky. Nos enamoramos. Escribimos. Todo para dejar de sufrir. Para superar las pérdidas, el desamor, la falta de inspiración, los sueños rotos. Lo mejor que podemos. Somos sólo humanos. Y un día nos iremos. Humanos frioleros. En la inmensidad ignota, expansiva de un universo a bajo cero.
Así que mañana viernes, como todos los días, con mayor o menor fortuna, me levantaré de la cama y empezaré de nuevo. Pediré perdón, querré ser más humilde. Procuraré dar más amor y tener menos miedo. Atender más a las semejanzas que a las diferencias. Miraros más a todos como iguales, gente que busca gente, que lo hace lo mejor que puede. O sabe. Mañana lo haré lo mejor que sepa. Torpemente. Lo mejor que pueda.

martes, 6 de octubre de 2009

GATOS


Mi animal favorito es el gato. Menudo, ágil, arisco a veces. Perceptivo. Rápido. Con sus uñas retráctiles, su ronroneo, su piel suave y la necesidad de expurgarse constantemente. Siempre observando la realidad desde lo alto. Cazador y cazado. Dicen que nos atrae aquello a lo que nos parecemos, o a lo que queremos parecernos. Yo también busco una pared a mi espalda cuando estoy herida. Y de buen grado dormiría debajo de los radiadores, o de los flexos, o en la curva de su cuello, si pudiera. También me gustaría caminar sin hacer ruido, sin despertar a nadie. Salir de noche y regresar sólo cuando sea necesario. Y no tener que rellenar más formularios.

Dice el alergólogo que no es el gato en sí, sino una proteína en su saliva la que provoca el asma. Y que si los peces me aburren, las tortugas me parecen frías y tanto los pájaros en sus jaulas como los ojos de los perros me provocan el llanto, debería ir aceptando que no podré nunca tener mascota.

jueves, 1 de octubre de 2009

TENTACIONES (Sólo el amor)

Anoche tuve tentaciones de mudarme a Comala. Porque en el insomnio no distingo bien los vivos de los muertos, porque tengo mucho miedo a los fantasmas. Necesitaba echarme a las calles de Comala solamente porque quería sentir miedo. Y quería sentir miedo solamente porque éste es más poderoso que la pena.

Pero de repente recordé la jerarquía. Más fuerte que el insomnio, que la pena, que el miedo, que el orgullo, o que la muerte. El amor. Sólo el amor. Una raíz que tiene que desgarrar la tierra, sí, para que la cordura encuentre asiento. Y llegue a lo más hondo, al centro justo. A esa verdad que no encontraré en Comala, porque viene conmigo. Sólo el amor. Que ni se crea, ni se destruye: tan solo se acepta, se siente, acaso se reinventa. Lo único que distingue los vivos de los muertos.

lunes, 28 de septiembre de 2009

FALSO EJERCICIO DE SOLIPSISMO

Cuando digo yo, digo un continuo que me supera, que poco tiene que ver con esa imagen frágil de mí misma, o de Paul*, o del vecino de enfrente (a quien mando un saludo).
Cuando digo yo estoy diciendo todo. Digo campos de lavanda y papeleras ardiendo. Digo libros, tabaco y caricias disfrazadas. El tintinear de una cucharilla en la taza de café. Y esa gota de agua que resbala por el cráneo y se pierde en el mar de su espalda. O de la mía.
Digo lo que subyace, la esencia, lo que no descubriremos. Lo que nos mantiene unidos.
Así que, dijeran lo que dijeran, Paul no había muerto. Y, en él, yo también resisto. Y él en mí. Y ambos en todo. En los átomos de carbono que convierten en azules todas las pupilas. También en el rojo de Ferrari, en los motores que se calan. En el polvo dorado que se desprende de las alas de la mariposa australiana. En los besos que se da la gente. Todo está en mí y yo estoy en todo. Pero no por ser yo. Nunca es por ser yo. Ni por ser él, ni Paul, ni el vecino de enfrente. Ni siquiera por ser la gota de agua que resbala y se pierde.

martes, 22 de septiembre de 2009

MUSGO


De repente te has materializado en musgo. Porque aquí el aire es puro, me has dicho al oído. No contaba contigo y has venido a decirme que los pequeños milagros corren de tu cuenta. Que me despreocupe. Que respire. Al fin. Empezaste a crecerme sobre los hombros y de pronto ya eras mi piel toda. Te has empeñado en redefinir mis formas, en delinear con tu dedo sabio los límites de mi silueta. Y, así, sin pedir permiso, has hecho tu cama en mi regazo. Había olvidado esa calidez, la sensación de que nada malo puede sucederme. La cercanía. La savia que empuja a las hojas a acariciar el cielo. Vienes conmigo a todas partes. Me dijiste que podía pedir lo que quisiera. Ya no le temeré a ningún invierno.

domingo, 20 de septiembre de 2009

lunes, 14 de septiembre de 2009

INGENUIDAD IV

1- Estoy convencida de que la persona que encuentre la fórmula para que hombres y mujeres nos entendamos ganará el premio Nobel. Lo que no me queda claro es en qué categoría: ¿de la Paz? ¿De Economía? ¿De Física o tal vez, de Química? A lo peor, el de Literatura.


2- He crecido escuchando que cuando un hombre trata mal a una mujer es porque le gusta. En lugar de oír la verdad: que no podemos gustarle a todo el mundo, y que el hecho de no gustarle a alguien no significa que seamos mejores ni peores que nadie. Quizá este afán de (falsa) protección esté también en la base de tantas atrocidades: si me dice que soy tonta es porque le gusto, ergo, si me pone el ojo a la funerala va a ser porque me ama. Lógica pura. No entiendo porque tienen tanta mala fama los límites. Los propios, los ajenos. Aceptarlos, exigirlos. Y respetarlos. Los dos.


3- Bueno, pues creo que no adelanto acontecimientos si lo hago oficial: Alonso no va a ganar el campeonato. Mal que me pese. No le vestiré de ningún color para el año que viene, por aquello de que soy un poco gafe.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

09.09.09

Una preciosa rubia en Asturias. Foto cortesía de mi hermano.
Llevo una marca en mis cuartos traseros. A mí me resulta imposible leerla. No me alcanzo. Lo he intentado mil veces. Le pedi a un maestro zen que la leyera y me dijo que era inútil, que no me respondería a ninguna pregunta, que yo no era ese hierro. Que no existíamos, en realidad. Ni el hierro ni yo. Se lo pedí a alguien a quien amé y me dijo lo que le dio la gana: el primer día, que todo lo que ponía era bello y le gustaba. El último, que eran defectos camuflados. Invenciones. Mentía y no mentía, ahora lo intuyo. Se lo pedí a mi mejor amiga y no pudo ocultar un pudor extraño. No lo entiendo bien, me dijo. Deberías verlo por ti misma. Mi madre me abrazó cuando le rogué que me explicara en qué consistía mi marca. Mi niña, repetía, mientras me atronaba con sus besos de metralleta.
Nunca he sabido interpretar si tanta renuencia es algo bueno o algo malo. Supongo que las señales de la piel están puestas ahí para que no podamos verlas, para que los demás piensen lo que quieran. Y que no cambian nada. Que hay que mirar hacia fuera y sentir hacia dentro.
Por eso doy la cara cuando me hacen fotos. Miro a la gente mientras dispara, pero soy yo quien los atrapa en la retina.

sábado, 5 de septiembre de 2009

SIN CADENAS


"...y por las autopistas de la libertad nadie se atreve a conducir sin cadenas..." Sabina.

Sacó pecho una vez más, los hombros bien arriba: toda su estatura. Alrededor se acallaron los sonidos. Miró directamente a sus ojos, que permanecieron fijos.
-No es tan difícil –dijo-. Yo te quiero. Así de fácil.
Tomó aire. Ni siquiera pestañeó. Se le escapó un extraño alivio en una centésima de sonrisa. Soltó aire.
-Bueno, ya está. ¿Ha sido para tanto? –Prosiguió.
Se oyó una risa a lo lejos. Menguó de nuevo su estatura. La imagen del espejo dejó de sostenerle la mirada.

martes, 1 de septiembre de 2009

DEFINITIVAMENTE


El príncipe azul existe.
(Es lo que tiene estar de exámenes. Que tanta deprivación sensorial conduce a ciertas extrañas maneras de aliviar el desánimo y relajar el cerebro. La fantasía es una de ellas. Me voy a la ducha. Aristóteles me lo agradecerá, aunque Epicuro proteste).

martes, 25 de agosto de 2009

MI LIBRO DE ALMÁSY




Siempre me gustó el conde Almásy, de El paciente inglés.

Tan distante, tan circunspecto, como si estuviera siempre agraviado, como si nunca llegara a disfrutar con nada. Pero con una pulsión de vida recóndita, superior a él mismo, que le obliga a canturrear sin darse cuenta, todo el tiempo. Una pulsión evidente para quien se tome la molestia de mirarle más adentro. Impecable con su camisa blanca, bello, perfectamente masculino.

Me gustan Almásy y sus nadadores. Almásy hablando de los vientos, desbordado por K. Tomando posesión de una minúscula parcela del cuerpo amado, del universo entero. Almásy y su ira por la derrota. ...Y sus lágrimas al comprender que no había entendido nada, justo cuando se había agotado el tiempo.

Pero lo que más me gustado siempre de Almásy es su libro. No Heródoto en sí, sino lo que significaba. Un libro. La fidelidad. Un libro que te presta sus páginas ya impresas para que traces los mapas en ellas, para que escribas en él tu salmodia, una inicial o el nombre entero, una y mil veces. El libro en el que guardar los secretos, envolturas de caramelo, entradas de cine. El libro salvador que te lleve en volandas con sus manos de tinta a otros mundos más soportables, que te abra la mente. O que estrangule con esas mismas manos al tiempo asesino de la ausencia.


Desde entonces, antes de abrir un nuevo libro me pregunto si será el libro. Mi libro. Si lo habré encontrado. O si me habrá encontrado él a mí, más bien. El libro de Almásy. Inagotable en sí. Un libro que sea yo sin serlo, al que confiar mi silencio, al que ligar mi destino. Una quimera.

Han sido tantos años de búsqueda que ahora, que acaricio las tapas de éste, que hundo la nariz entre sus hojas y escucho, como si no fuera mío, un canturreo que viene de lejos, y siento temblar las hojas de mis ramas más altas, ahora, decía, me entran dudas. Y tengo miedo de este espejo. De la sensación de que nos conocemos desde siempre. Quizá porque intuyo que es inagotable. Y también que le gusta guardarme los secretos.
Puede que le pregunte qué se hace con las dudas. Con el desbordamiento. Con el miedo. A él. O quizás al mismo Almásy. Estoy segura que su voz de pulmones quemados me diría que no hay nada que temer. Que pruebe a buscar las respuestas en sus páginas. O algo parecido.

martes, 11 de agosto de 2009

COLEGIO

No sé resolver estas ecuaciones.
Emborrono los cuadernos. Lo intento, vuelvo sobre ello, borro con ímpetu, con todo lo que tengo. El papel cuadriculado se va afinando: es casi transparente en algunos sitios. En otros ya no es, o es agujeros. Respiro las virutas. Estornudo.
Cada error ha dejado su rastro de grafito, milimétricas torres de Pisa. Número sobre número. Ya nada es legible. Muerdo el lápiz. Se hace de noche y persevero, sentada a la mesa de la cocina, bajo la tenue luz de aquel primer flexo, que era rojo y olía a plástico quemado. Copio de nuevo el enunciado en una hoja limpia. No me llegan los pies al suelo. El castaño de indias, frente a la ventana, amarillea.
Pido ayuda con mi misma torpeza de calculadora. Lanzo la petición al aire, cruzo los dedos, espero. Borro otra vez. Vuelvo a estornudar. Desenrollo el cable del teléfono. Y de repente me pregunto si es preciso, si necesito saber la solución de este problema. Si no puedo pasar al siguiente, confesarme incapaz, asumir el fracaso. Recoger las virutas hasta juntar otra goma, darle aliento y conseguir que palpite de nuevo. Me pregunto a quién se le ocurrió esa ecuación de 36,5 grados. Quién la incluyó entre mis deberes. Si yo soy de letras puras, después de todo. Latín e Historia del Arte. Qué hago aquí sentada, pastoreando números rebeldes, aullándole a la luna. Por qué me resulta imposible renunciar a lo imposible.

jueves, 6 de agosto de 2009

VASOS VACIOS



La tomo de la mano. La niña que fui le teme a los fantasmas. La invito a entrar en la oscuridad. A desaprender. Según avanzamos, todo se aclara. Luz. No existe el miedo. Las dos tenemos que desaprenderlo. Aprender la generosidad, un amor que nada tiene que ver con el sentimentalismo, ni con la cobardía, sino con lo necesario, con dar, con comportarse como un ser humano. Nada más. No todo está perdido. Desaprender el miedo, el egoísmo. Y remar. Su remo en el mío. Remar.
A veces en mares de lágrimas. A veces en vasos vacíos.

domingo, 26 de julio de 2009

LOCUS AMOENUS

Ahí estoy. En la inmensidad de esta pradera donde todo parece ser posible. Sopla un viento suave que trae voces cálidas. Palabras queridas. El olor de la lavanda. Un viento que se ofrece como mensajero. Le cuento un secreto. Que haga con él lo que quiera. Toda la verdad, el corazón entero. Ya no me pertenece. Nunca lo hizo. El viento es sabio y sabrá hacerse entender. Dejará que se evapore, que ascienda, que se condense, que llueva donde tenga que llover. Posará mi mano en su mejilla. Me tumbo sobre la hierba. Respiro banderas blancas. No hay nada que esperar. Nada va a suceder. Estoy descalza, al fin. Descalza.

miércoles, 22 de julio de 2009

TODO EL AMOR DEL MUNDO*

"Tomar el papel con cautela, no vaya a ensimismarse.
Sostener el bolígrafo como quien sostiene un pincel,
con mucha levedad.
Empuñar el silencio y convertirlo en palabra,
paladeando el verso, el ritmo, las imágenes,
el hombre que se cruza con su sombra,
los paisajes perdidos, los que no conociste,
las bocas cuyo umbral tu boca no ha alcanzado,
un fresco vendaval que se avecina.
Sin miedo, estás jugando,
todo vale en el cuarto de los juegos.
Escucha cómo huelen las palabras,
con qué delicadeza te hieren, vacilantes.
Escucha cómo el eco de las voces
oculta esa otra voz que eres tú mismo.
Sigue su curso y habla
en tu nombre y en el suyo,
en el nombre del hombre que nos sueña,
como si se pudiera decir lo que se siente,
como si se pudiera
sentir lo que ahora escribes."

Es un poema de Eduardo García.
*No sé cómo se titula el poema; ni siquiera si tiene título. El título de la entrada es mío. Por si aca...

viernes, 17 de julio de 2009

DESTINO

Yo no sé si creo en el destino. En esa entelequia que hace y dispone y ordena y organiza nuestras idas y venidas. Pero se me antoja cruel, si es que acaso existe. Cruel, si pienso en esa madre que hoy ha olvidado a su pequeño en el asiento de atrás de su coche.
O en la enfermera cuya negligencia acabó con el pequeño Rayan, ese ser que no parecía estar hecho para la vida. Rayan.
O de esa niña, la única superviviente del accidente aéreo de Air France, que flotó en la inmensidad del mar, sola, durante horas, hace apenas unos días.
A veces no es lo peor morir.
Es posible que nunca los porqués tengan sentido.
Que ni siquiera lo tenga preguntarse.

lunes, 13 de julio de 2009

MEDICINA

El ginecólogo le ha dicho que todo es por las hormonas. Las causantes del mal humor, de la tristeza, de su labilidad emocional. De que esté tan pronta para la ira, como para el llanto. Qué gran alivio. Dice que con una pastilla diaria se regulará todo en su organismo. Así de fácil. Adiós a las jaquecas. Su ánimo ya no se subirá al barco pirata. Dejará de reír en los funerales. También le ha dicho que es posible que pierda sensibilidad. Claro que él se refiere a las terminaciones nerviosas. Pero ella lo ve un alivio igual, sí, aunque resulte irónico, o incluso hiriente. Una pastilla al día y todo arreglado. Debe tomarla siempre a la misma hora, él recomienda que con el desayuno. Para empezar bien el día. Será un tratamiento no muy largo, según parece: unos meses, un año a lo sumo, le dice. Ojala. Ha salido de la consulta muy contenta. Aliviada. En la sala de espera ha leído una revista en la que decían que todo es cuestión de química. Los sentimientos, la atracción, todo eso. Una pastilla al día y recuperará el equilibrio. Debe confiar en la medicina. Se le ocurre que quizá con dos deje de quererle. Y quién sabe, puede que con tres al día, le olvide por completo. Un alivio enorme, sí.

sábado, 4 de julio de 2009

EQUIVOCADOS

Anoche pasé por la Gran Vía a las tres de la madrugada. Las aceras estaban llenas de gente. Gente. Cada uno con sus cadaunadas. Qué pequeños. Qué grandes. Todos dando pábulo al deseo, creyendo que el camino es auparnos unos sobre otros, hacernos ver, diferenciarnos. Todos equivocados. Dejamos que taladren nuestros corazones las mentiras. Perdemos la inocencia a cada paso. Nos autoconvencemos de que ya no hay marcha atrás, que ya nunca seremos lo que siempre quisimos ser, que no se puede desandar lo andado. Que no existe el perdón. Equivocados. Poniendo capas y capas de miseria, de silencios preñados de orgullo, de miedo, de rechazos. Empeñados en buscar en la separación la manera de destacarnos; en la profilaxis emocional, el modo de no volver a sentir dolor, de escondernos de la vida. Tristes, con tal de no dejar que nada ni nadie nos toque. Sin darnos cuenta de que el veneno que damos al otro es a nosotros a quienes envenena. Que el beso que nos guardamos es un beso que perdemos. Creemos que lo importante es sentirnos importantes en lugar de respirar; o que es mejor el burladero que abandonarnos a ser lo que somos delante de esos ojos que amamos y que no nos aman; que se está mejor encaramados a cualquier pódium que caminando entre esa gente que suda, que implora, que entierra sus talentos bajo tierra o los lanza desde una avioneta, miles de papeles blancos llenos de equivocaciones que caen sobre nuestras cabezas. Gente. Dónde estaremos mejor que poblando las aceras. Dentro del coche tuneado: el mismo atasco. Todos equivocados. Madrid, Gran Vía, viernes, a las tres de la mañana.

domingo, 28 de junio de 2009

RESUMEN DE ESTOS DÍAS


Como, bebo, permanezco serena, mantengo el buen humor. Trabajo. Leo a Dostoievski y recuerdo quien soy. Escribo. Escribo. Escribo. Llamo a una amiga. Me río. Sueño que fumo. Miro a mis padres y guardo la instantánea. Veo la tele. Me sorprendo. Conjugo algún recuerdo. Me desespero. Quito las bolas de naftalina de las alas. Fantaseo. Lloro a ratos. Pienso. Me lleno de cielo. Cierro los ojos. Me enfado. Canto. Salgo a caminar al caer la tarde. Me tomo una cañita. Converso. Echo de menos. Dibujo un imposible. Respiro. Digo Sí.
Continúo mi camino.

lunes, 22 de junio de 2009

DESNUDOS CON EL SOL

-Estoy pensando en algo muy raro -dijo ella.
-¿Ah, sí?
-Sí. Estoy pensando en que si no hubiera sido de día cuando me dijiste que me querías, habría tenido que echarme a llorar. ¿No es raro?
-Sí.
-Como si significara más en la oscuridad que con luz. Pero no es así, porque cuando más difícil resulta hablar de esas cosas es a la luz del sol, ¿no te parece?
-Sí. -Él seguía mirando las nubes-. Es como si los ojos se quedaran desnudos con el sol.
-¿Yo tengo los ojos desnudos?
-No, tú no.
Kjell Askildsen. Desde ahora te acompañaré a casa. Ed. Lengua de trapo. Madrid, 2008. (Pp 29-30).

lunes, 15 de junio de 2009

SUSTANTIVADA

¿Es distinta Leo amable de Leo enfadada? ¿Leo dulce de Leo tajante, Leo alegre de Leo callada? ¿Acaso Leo depende de los adjetivos?
¿Acaso no soy una única pieza con límites definidos, invariable, mutante cuántica, a pesar del color con que me pinte yo, o me pinten otros ojos?
¿Acaso soy distinta de nada ni de nadie?
¿Acaso depende el sustantivo de la cantinela que le añada el adjetivo?
¿Y si deduzco (Leo excéntrica, Leo desmesurada) que pienso en adjetivos porque no acierto a redondear los objetos, porque no encuentro el verdadero nombre de las cosas? ¿Es correcto añadir verdadero al nombre de las cosas?

(Lunes: hoy quiero sucumbir al engaño de los sentidos, creerme que los objetos permanecen, que hay algo estable a lo que asir mi desconcierto. Dejo para otro momento el abordaje de otras instancias, los dominios del movimiento, el sutil territorio de los verbos).

viernes, 12 de junio de 2009

LLUVIA

Este espejo se muerde las uñas. Añora la calma. Está descontrolado. Es puro afán de decir, de expresar. Tiene miedo, pero aguanta el tipo. No se entera de lo que le estás diciendo, pero asiente y se lamenta contigo. La próxima vez se acordará de tu nombre, y del de tu hijo, y te preguntará qué tal fue su operación de amigdalitis. Se tomará dos cañas, veinte mojitos, cuarenta y seis cubatas y te reirá las gracias. Bailará un poco, hablará de la vida, filosofará un rato. Besará a algún idiota. Se hará la interesante. Hablará por hablar, callará lo obligado. Callar. Callar. Callar.
Y al caer el sol, o quizá al levantarse, volverá a su pared, y se convertirá en lago, en una sombra, en una vasta altiplanicie en la que tumbarse y, sin prisas, permitirle a cada gota de agua de su cuerpo que se evapore, que ascienda, que se pelee con dulzura con las masas de aire frío hasta condensarse, hacerse nube, dejarse mecer por el viento, viajar a otros cielos sin mirarle a los ojos al revisor y, al fin, poder permitirse el lujo de caer. Caer. Caer. Caer.

domingo, 7 de junio de 2009

DESEMBARCOS



Siempre se vuelven oscuros los días en los que el miedo gana las batallas. Cuando sube la marea de la duda e inunda todo lo inundable (llega hasta la boca, anega la sonrisa, asciende, va llenando los ojos: pobres, cuánto esfuerzo para desaguar en pequeñas gotas tantos años de aprender abandonos, como tratar achicar con un vaso las bodegas del Titanic).
Cuando menos me lo espero llegan los refuerzos. Desembarcan en las playas protegidas con descaro, roban la arena mojada, que se les queda pegada a las botas, a la ropa, enredada en el pelo. Hay sorpresas al mirar las caras de los aliados: hasta ha venido George Harrison, que se fuma un porro mientras me dice que todo está bien; y la pequeña Beatriz, que con cuatro meses ya ha capturado la inmensidad del sol en su sonrisa y lo contagia por toda la trinchera.
Nadie detendrá su avance. No pienso darle cancha ni siquiera a mi torpeza. De repente siento que todo es posible, que hay fuerzas que se ríen de todas las corazas. Late París en el centro-izquierda de mi pecho

domingo, 31 de mayo de 2009

MIS FANTASMAS

Hace calor en Madrid. Y amenaza tormenta.
Ellos andan revueltos. Los fantasmas. Trato de calmarles, les hablo en voz bajita.
Suelen portarse bien. Les leo mis cuentos en voz alta (son críticos feroces). A veces me pasan su mano fría por el pelo (me asusta pensar cómo me alivia). Les recito poemas de Ángel González y me sacan la lengua (uno de ellos llora).
Ellos me mantienen en mi sitio con sus risas tenues cuando me equivoco. Me dan golpecitos en el pecho, como si llamaran a la puerta. No me hacen daño, pero me duelo. Tienen la manía de resolverme los sudokus. Se comen los caramelos de menta y rellenan los papeles con recuerdos. Se meten en el teléfono y juegan a número oculto-número privado; o a hacer eco, o burla, a quien me llama. Es todo lo que les queda: las travesuras.
Hoy se han sentado en el suelo del salón, están huraños. Uno de ellos, ayer mismo, se puso digno y me dijo que con una palabra mía desaparecería para siempre. Tuve que tragarme la sonrisa.
Los pobres no se enteran.
No se imaginan que les quiero tanto.
No saben que sé que no pueden marcharse, que nunca volverán a hacerme daño.
Ignoran que son ellos los que están atrapados.

lunes, 25 de mayo de 2009

JAMAIS



Un día escuchas una canción y comprendes
Que la confianza es de cristal y le basta un solo golpe
Que la alegría es el bien más hondo
Que nadie nació para llorar
Que sólo siendo niños podemos cantar ciertas canciones sin inmutarnos
Canciones que sólo de adultos podremos comprender y que hasta nos arrancarán alguna lágrima de belleza,
por todas esas rosas cortadas que ya nunca podrán volver al rosal.

jueves, 21 de mayo de 2009

PEQUEÑA, BRILLANTE

No hay más que incertidumbre. Qué descanso. Abrir los ojos por la mañana y ver desplegarse el camino, diáfano, abierto. La obligación. Saber quién eres, dónde tienes los labios, las manos. Saber que ignoras. Que todo lo que debo hacer es seguir siendo la roca sensible que soy ahora, y permitir que discurra sobre mí ese hilo de agua. Sin más. Brillante en la pequeñez. Paso tras paso. Sólida, siempre conmovida.
Una roca que se explica en sus surcos, que se abre ante la evidencia de una gota de agua.
Pequeña, brillante.
Una gota de agua.

lunes, 18 de mayo de 2009

UN CIELO APARTE

Ya que Platón les echó de su república, me pregunto si al menos tendrán un cielo aparte para ellos. Los poetas.
El resto nos quedamos. Seguiremos discutiendo de política, soñando con quimeras, jugando eternos partidos de tenis contra la decepción y sus secuaces, atesorando tardes en los almacenes de bellezas. Amando sin ton ni son, cargados de razones. Seguiremos llorando, en fin, cuando nadie nos vea. Y un día, nos iremos.
Y puede que, por suerte o por paciencia, por una frase afortunada, o por ese te quiero dicho -el beso dado- en el justo momento, demos sin nuestros huesos en ese cielo aparte. Y allí, tal vez, sentados a la sombra, hallemos a Benedetti, a Ángel González, a la bella y fuerte Gloria y a otros tantos. Y puede que se apiaden de nosotros y nos inviten a unirnos a sus versos. Y allí, con ellos, al fin podamos fumar sin remordimiento.
INTENSIDAD
Quien
pecho
abarca
loco
aprieta
NUEVO CANAL INTEROCEÁNICO
te propongo construir
un nuevo canal
sin esclusas
ni excusas
que comunique por fin
tu mirada
atlántica
con mi natural
pacífico.
El amor, las mujeres y la vida. Mario Benedetti (1920-2009)

viernes, 15 de mayo de 2009

CONFIESO QUE HE FINGIDO

Cuando empecé a escribir este blog no tenía una idea clara de lo que quería. Ya hace más de dos años de eso y sigo sin tenerla. Pretendía ser algo literario, pero luego se convirtió en una suerte de diario incompleto, que con su inconstancia reproducía mi vida con mucha más fidelidad de lo que yo pensaba.
Ahora me doy cuenta de que todo se ha confundido en mi cabeza de tal manera, que nada de lo que escribo aquí es cierto y sin embargo, todo es verdad. Nada es ficción pura, pero tampoco realidad objetiva. Aquí no hay gravedad, y el tiempo es sincrónico. Aquí todos los sentimientos que he ido atesorando se han reído del tiempo y del desorden, se han reído de mí y han salido a flote cuando les ha dado la gana.
Miro atrás, releo algunas de las entradas y me siento culpable: como una auténtica fingidora, una mentirosa que representa un papel. Y, a la vez, siento pudor, como si me hubiera exhibido desnuda detrás de un escaparate: sólo yo, sin trampa ni cartón.
Confieso que he jugado al escondite con las palabras. Confieso que he fingido y que me dado de bruces conmigo misma en ese fingimiento. Confieso que, en mitad de todas mis mentiras, muchas veces, no podía haber sido más sincera.

sábado, 9 de mayo de 2009

VELOCIDAD

Siempre he vivido muy despacio, con la sensación de que llegaba por los pelos, con la angustia de saber que pisaría la estación justo para ver partir el tren. Tan a menudo.


(Cuando tuve mi primer coche corría mucho. Mucho. Sobre todo cuando iba sola. Necesitaba esa adrenalina fuera de mi cuerpo. Tuve mucha suerte de no dañar a nadie, de no matarme. De que no me multaran ni una sola vez. Era muy joven y bastante gilipollas. Me gusta pensar que ahora lo soy menos, a pesar de que ahora lo que hago es ver la Fórmula 1 por la tele. Incluso las clasificaciones. Grito, me pongo muy nerviosa. Hablo con los pilotos, con los ingenieros. Hablo sola).


Escribo a diario. Tardo días en acabar un libro. Estudio. Veo pasar las estaciones en el árbol que resiste al lado de mi ventana. Contribuyo con mis manos a que la gente sane sus dolencias. Observo. Amo. Y todo es lento. Lento.


Ya he dejado de frecuentar ciertas estaciones. He adquirido alguna maestría en subirme a los trenes en marcha. Quizá sea porque siempre estuve equivocada. O porque no puedo hacer sino equivocarme. Porque todo es una cuestión de percepciones. Gilipollas. Mi corazón siempre ha sabido ponerse a ciento veinte. Al borde del infarto. Ciertos trenes.


Que S. Paul Mc Cartney me perdone. Es que estuve en ese concierto y que cantaran una de mis canciones favoritas de los Beatles pues... Y además, de mayor siempre quise ser como Sharleen, luego ella se convirtió en un icono gay y yo me armé un lío tremendo, porque me resultaba imposible olvidarme de Paul y...)

miércoles, 6 de mayo de 2009

RENOVACIÓN

Todo lo que viene se termina por ir. Las personas, los sentimientos, las oportunidades. Las buenos, las malas. Por las buenas o por las malas. Y de nada vale hacer oposición. Emperrarse. Imponerse. Sólo vale seguir respirando y dejar que las cosas pasen. Sin aferrarse. Decir adiós con dulzura.
La vida se renueva.
Lo que nos salva del naufragio del éxito, o del fracaso, es amar lo que somos, lo que hacemos cada día. Aceptar que nos amen y también que nos rechacen. Con toda la humildad del que da lo que tiene, sin plantearse si es poco o es mucho. Con la alegría del que sabe que su entrega ha derrotado al miedo.
La vida se renueva.

sábado, 2 de mayo de 2009

GOTAS

-No tengo ganas de líos. Por eso mis preguntas carecen de estrategia, por eso he decidido confiar y abordar los conflictos desde la indefensión que da la sinceridad ingenua: de repente veo claro que si recibo mentiras (falsas verdades, verdades a medias) como respuesta no seré yo la principal perjudicada (amor es antónimo de miedo).
-Casi necesito usar la agenda este puente: doy gracias a ese Dios en el que tanto me resisto a creer por tener tanta gente a quien querer, con quien compartir esta fugaz vida.
-Tengo algunas torpes esperanzas y ciertos infiernos clausurados por fin de temporada. Empiezo a sudar palabras. El nudo del estómago se hace presente desde que abro los ojos, a veces, me despierta a media noche. Recuerdo por qué estoy aquí, de qué materia estoy hecha. Una nueva historia, siempre de amor. He vuelto a escribir...
-...Y esto me hace sentir cada vez más feliz, cada vez menos especial, cada vez más un sumando, una sencilla parte de un todo que se entrega a ser con lo que tiene.

jueves, 23 de abril de 2009

DIA DEL LIBRO

No dan abrazos, pero te abrazan. No tienen boca, pero besan, y susurran al oído verdades y mentiras, para que aprendamos a distinguirlas. Los libros no piden pan, porque son ellos alimento. A veces se esconden, a veces te asaltan a traición, incluso te apuñalan en el centro mismo, donde duele. Muchos libros tienen vocación de cerrajero. Otros se empeñan en ser llaves, o cajas de caudales. Casi todos son espejos. Son más humanos que los humanos mismos. Ficción o no ficción, hablan de gente, de ilusiones. Y todos, todos ellos, hablan de amor.
Feliz día.

miércoles, 22 de abril de 2009

CONMIGO




Si te digo que vengas conmigo
¿dormirás mientras yo velo ante los libros?
¿comprenderás que para mí la soledad es parte de la compañía?
¿dejarás que me equivoque, que aprenda, que me duela de mis errores?
¿entenderás que mis ojos no puedan parar quietos?
¿soportarás mi amor a las historias?
¿soportarás mi amor, amor, así, también en la sequía?

(Estoy segura de que hay un limbo donde reposan todas las preguntas nunca hechas. Lagos para las lágrimas nunca lloradas. Nubes que condensan los besos no dados... Pero esta exploradora se rinde a la evidencia, sucumbe, atraída con toda la gravedad del universo.)

jueves, 16 de abril de 2009

QUÉ SÉ YO

Vaya lío.
Que si hay que querer más que buscar ser queridos. Que si todos estamos interconectados. Que si la paciencia infinita da resultados inmediatos. Que si hay más medios de comunicación que nunca y nunca hemos estado más solos, más aislados, sin embargo.
Y yo que muero por la boca, a pesar de que cada vez amo más el silencio contaminado de mi casa, a pesar de que cada vez las palabras se revisten más de plomo, o se convierten en globos que huyen a ese cielo de los globos al que sólo unos pocos son capaces de llegar. Y yo sin enterarme de que estamos interconectados pero sin poder más que rendirme a la evidencia. Y yo que sé desde hace tiempo que no merece la pena hacer el pino puente para que te quieran, que sólo llena de verdad ese amor que rompe el hielo, que se adelanta, que merece la pena por encima de todas las cosas, incluso a pesar del desamor, o de la separación, o de lo imposible.
Que si la vida es dura. Que si el mercado está fatal. Que si ya estoy grandecita para albergar estas dudas, para esperar que venga nadie, si levanto la mano, a responder a mis preguntas con besos trasnochados...
Y qué sé yo.
Y, además, a mí qué más me dá. Si a mí me basta con hilar dos versos desmañados. Si a veces soy feliz con limpiar los azulejos, o al empezar un libro nuevo (la emoción de asomarme a otro ser humano). Si me es más que suficiente con desearte suerte y tirarte desde aquí este beso que aún no ha decidido si te quiere o si es la humanidad, que se interconecta.

jueves, 2 de abril de 2009

INGENUIDAD (III)

Creo que es posible que haya algún amor que dure para siempre, pero que no hay ninguno que no duela.
Creo en la literatura, en la escritura, como felicidad, como compañía, como amor, como camino, como maestra, como sentido, como libertad, como aire. Como dolor.
Creo que somos capaces de más: de dejar de pensar en nosotros mismos por un instante, sólo por un instante.
Creo en los hechos. Incluso en esos que se escapan a nuestro entendimiento.
Creo que a la ironía, a la ira, al egoísmo siempre se les puede responder con candor, paz y generosidad.
Creo que cuando uno pone el corazón en ello es posible comprenderse. Y que cuando no se tiene intención de ser sincero lo mejor es abrir puertas y ventanas, para que puedan abandonarnos. Y que cuando sí se quiere, lo mejor es abrir puertas y ventanas: para que salga el miedo.
Creo que es hora de creer de verdad que es posible cambiar.
(Y creo que Alonso va a ganar este mundial).

sábado, 28 de marzo de 2009

UN TREN SOBRE LA TIERRA

Escucho el silbido a lo lejos.
Toda la madera está quemada.
Ha sido rápido, inseguro, subrepticio.
El tren se ha puesto en marcha,
ha aprovechado la cuesta abajo.
Sigue buscando una pureza que creo imposible,
incompatible con los años
indirectamente proporcional a lo vivido.
Sólo los locos, los suicidas, los visionarios persisten
en ese empeño de apertura.
La sinceridad es un acuerdo entre las partes.
El amor, una quimera con dientes de sable.
Los días, un apasionante coñazo.
Siempre me conté entre los locos.
Ahora me veo más bien perdida
sin un reflejo que encontrar en los espejos.
Ya veremos cuando lleguen las cuestas arriba.
Entonces me subiré de verdad al movimiento,
loca maquinista.
Aquí nadie gana la pole sin pagar su peaje al miedo,
o sin renunciar a la pureza.
Hay que ser rápida, segura, subrepticia.
Toda la madera está quemada.
Puede que el silbido venga de dentro.


(No, no he bebido. Puede que sea el té. O los antihistamínicos que no tomo. ¿Quién sabe? ).

miércoles, 25 de marzo de 2009

DEFORMIDADES

(A C. por su reciente fractura, aunque no creo que lo lea.)
A menudo una fractura ósea produce una deformidad manifiesta en el miembro afectado. Esta deformidad es mayor o menor en función del mayor o menor desplazamiento de los fragmentos. Al principio, después de la inmovilización o de la cirugía, la zona presenta a menudo un aspecto terrible: hinchada, con una angulación variable, la piel roja, brillante, macilenta. Por no hablar de las cicatrices. Muchos pacientes preguntan si eso se les va a quedar así. Si su brazo, o su pierna quedarán con ese aspecto, tan maltrechos, para siempre. Si seguirá doliendo. Para siempre. Yo les suelo decir lo mismo: que están en lo peor, que hay que tener paciencia. Que llegará el momento en que dejará de doler. Y que un día, pasado el tiempo, de repente se mirarán la zona donde tuvieron la fractura, la compararán con la otra y verán que no hay gran diferencia. Y se darán cuenta de que ya han olvidado siquiera cómo dolía.

Al principio me dolía respirar como si el aire estuviera hecho de arena. Después de que él se fuera, mis piernas iban buscando sentarse en todos los bancos de todas las calles, se dejaban olvidados los músculos en cada paso. Y sentía el corazón claramente deforme: mil fragmentos desplazados a años luz unos de otros, formando una constelación de llanto, exangüe, ingrávida, extendida por dentro de mi pecho, en las sábanas, en el espejo, y hasta en la suela de los zapatos.

Pero de repente me he dado cuenta: ya no duele. Sigue ahí, debajo de las costillas. Es uno solo, robusto, sano. Ha empezado a latir tan fuerte que se me escapa la risa por debajo de las uñas. He palpado con cuidado, me he tomado el pulso. He comprobado, efectivamente, que no hay gran diferencia. Sigue siendo el de antes, el mío. Sólo necesitaba tiempo, amor (y unas cañitas). Y cuando las circunstancias lo requieren, se vuelve igual de loco. Cualquiera diría que se ha olvidado incluso de cómo dolía.

jueves, 19 de marzo de 2009

INGENUIDAD (II)

El claro del Bosque, en Oxford.

Caperucita a veces sueña que nada en una pecera llena de tiburones. O que pasea por los bosques transilvanos sin crucifijo, ni ajo, ni agua bendita, con su caperuza roja y su cesta llena de versos.

A veces en el sueño Alguien se presta a acompañarla un rato. Y Caperucita accede, sonríe, se esfuerza por ser amable, por complacer, por contar unos cuantos chistes viejos. Conversa, ríe, se encariña. Alguien le pide que le explique cómo se va al claro del bosque, y ella, que cree conocer el camino, accede. Se ha fijado en cómo le brillan los colmillos a Alguien, pero como se siente un poco sola desde que al cazador se le ocurrió atrapar al lobo y, lo que es más, como le han enseñado que hay que ser buena y confiar, va un poquito más allá: le acompaña hasta allí incluso. (También porque una vez soñó que la daban un mordisquito y no le disgustó demasiado). Por el camino resuelve dudas sobre diccionarios, incluso explica cómo evitar que se formen contracturas musculares, o recita a Gloria Fuertes, o comenta el revés liftado de Nadal, incluso pone a caldo a Lewis Hamilton. Habla, habla, habla. Y se deja parte del corazón en ello.

Ya en el claro del bosque, lo muestra con orgullo: luce el sol y el prado reverdece. Caperucita está convencida de que existen pocas cosas más hermosas. Alguien asiente, mira el reloj y dice que se le hace tarde para esperar al autobús. Despliega su capa y sonríe con una sonrisa llena de colmillos. Y Caperucita abre los ojos. Pero no tanto como para que se dé cuenta nadie de que aún está despierta. Alguien sale volando, apenas se despide. Caperucita duda: tiene la sensación de haber sido ella quien echó a volar. O la conciencia pesada, como cuando uno carga con una gran mentira. Pero se sienta en una silla a restañar las heridas en silencio. Nadie la enseñó, pero ella sabe dar puntos de sutura con hilos de tinta: dejan unas cicatrices invisibles para los ciegos. Se cura con mimo, con mucho cuidado, no sea que se derrame alguna gota de sangre y llame la atención de los tiburones.

domingo, 15 de marzo de 2009

VULGARCITA

Ayer tropecé en una película (Pequeña Miss Sunshine) con una de esas frases tópicas que tanto me gustan: fracasado no es quien no tiene éxito en lo que hace, sino quien no lo intenta siquiera (no es literal). Y hoy me encuentro pensando en que escribir es una tarea sólo para valientes.
Implica, sobre todo, enfrentarse a uno mismo. Porque los temas que nos atraen a los que pretendemos escribir son los temas que nos perturban, que encierran algún conflicto propio; algún conflicto suya solución buscamos precisamente al escribir. Implica entender y asumir que la perfección no existe. Implica saber poner puntos, es decir: interrumpirse a uno mismo, ponerse un freno, ejercer de censor, o cuanto menos, de sentido común. Implica recordar detalles que preferiríamos olvidar; hacernos preguntas cuyas respuestas duelen. Implica ser interesado: ir dejando miguitas en el camino, con forma de palabras, de versos a veces, con el único objetivo de encontrarnos a nosotros mismos.
Por no hablar todo lo que implica de puertas afuera: las críticas de los demás, los juicios a nuestras personas, los rechazos, los éxitos inconvenientes, las dudas, las modas...
Sigo mi camino y dejo estas miguitas, lugares comunes, sí, por si me ayudan a encontrarme.

miércoles, 11 de marzo de 2009

"AL PIE DEL MAR DE LOS DELIRIOS"

Pienso en Silvio y en Quién fuera. En todos los años que han pasado (¿diecisiete, dieciocho, veinte?) Y sigo pensando yo también que quién fuera Lennon y Mc Cartney, quién fuera un poderoso sortilegio para hallar las palabras precisas, (en el umbral de ese misterio), o la mirada constante, o el corazón imponente y temerario que no decida dejar de querer sólo por miedo
o que renuncie a estar en permanente fuga.
Y sigo pensando, como entonces, que tal vez todas las dudas no sean otra cosa que dudas de amor. Y que todos los batiscafos debieran convertirse en autobuses. O viceversa. Y que podríamos cultivar otra cosa más verde que los muros en el corazón, ya que, por más que nos obstinemos en el silencio y el orgullo, vivimos todos al pie del mar de los delirios.
(Y siempre a punto de decir adiós).

sábado, 7 de marzo de 2009

LAS MANOS LIMPIAS Y LOS PIES DESCALZOS

Te invito a sentarte en el suelo
de mi justo centro descentrado.
No puedo ofrecerte grandes lujos,
sólo calidez, palabras, un montón de dudas,
la transparencia, la imperfección y la mirada.
la verdad mentida
lo aparente sencillo
algún que otro millar de besos
inoportunos.
la risa, la nostalgia.
Y las elipsis necesarias
para no caernos en la rutina.

jueves, 5 de marzo de 2009

INGENUIDAD (I)

Cada vez entiendo menos cómo está montado el mundo.Y empieza a ser un problema para mí. Porque no entiendo ese afán por juntar dinero. Ni poder. Ni conquistas. Ni halagos. No entiendo que me obliguen a meterme en esa rueda: vender mi vida al mejor postor, mi tiempo. Mi vida. Mientras pasan los días y no me doy ni cuenta. Y soy positiva. De verdad que intento exprimir los momentos. Todos los momentos. No me paso la vida esperando al viernes. He intentado ser sincera, mirar a los ojos, escuchar, aprender. He intentado ser dulce, amable, asertiva. Me he enfadado a veces, sí, pero es que soy humana. No soy un bolso nuevo, ni un crucero de lujo, ni una boda en los Jerónimos; tampoco una mileurista, ni una aspirante a escritora, ni una fisioterapeuta. Soy un ser humano. Y quiero que me devuelvan mis sueños.

domingo, 1 de marzo de 2009

LENTITUD

Es domingo y llueve.
Día para la calma. Para compartir un café, conversar, reírse en voz baja. Día de intimidad de hogar, de libros, de poesía. Día para hablar de lo que nos llena el alma. Del hechizo de ciertos personajes. De esa pasión dulce que nos invade a los heridos en esta guerra de letras cuando logramos dejar atrás el raciocinio y escribimos; cuando permitimos que salga lo que importa con esa forma que poca gente, si acaso los que nos aman, sabrán entender.
En la lentitud de este domingo más vale conjurar las penas, echar de menos, ser generoso para dar y para recibir. Soñar con el regazo que nos colme. Avanzar un paso más, pequeño, despacio. Con paciencia y cuidado. Recordar que la materia de los sueños es frágil y que sobre ella sólo se puede avanzar con pies descalzos.
Es domingo y llueve.

miércoles, 25 de febrero de 2009

TIGRES

otros tigres me interesan,
los que se desperezan en las sombras
y no se detienen a descifrar
ciertas ecuaciones,
si admiro, o si juzgo, o si estoy tomando notas,
ni se van por la tangente de los días,
ni pierden el sentido por las comas.
los tigres sonríen en la sombra
se calan su sombrero justo después de apagar el cigarrillo
puede que se detengan en los semáforos
y no les gusta que nadie les llame
como se llama a los gatos.
recordadlo
les gusta bailar
(me gustan tus tigres)

domingo, 22 de febrero de 2009

POR TU BIEN


Es por tu bien. Someterte a las bondades de la ortografía. Comprar los cuadernos con cuadrícula (milimetrados cuando somos pequeños y tenemos que aprender, claro, a ceñirnos los corsés de Escarlatas sociales). Poner los sueños en el cajón de sueños (peligrosamente cerca del de los manuscritos inéditos-rechazados-inconfesables). Un día se te salen los ojos de las órbitas. Y la cabeza se manifiesta en la Puerta del Sol, hemisferio derecho, por más señas. Reivindica su derecho a perderse en los laberintos. A hacerle un corte de mangas a Ariadna, un guiño al Minotauro (porque, vamos a ver, ¿quién me asegura que con un beso en la testuz, justo entre los dos cuernos, no se va a ablandar el bicho? ¿acaso no me pasa a mí lo mismo? ¿acaso, como decía no sé quién, la ternura no funciona siempre, siempre -por no llamarlo amor, que ya pasó el 14 y Valentín ya toma el sol en las Bahamas con los pingües beneficios-? ¿Quién nos enseñó dónde está el peligro, con mano firme?)
Por mi bien un vaso de vino diario, la moderación, la maldad justa y la perfección manifiesta. Por mi bien tratar de descubrir los vicios ocultos antes de comprar el vehículo de segunda mano. Por mi bien caminar y caminar, adelgazar, etiquetarme, ponerme precio. Por mi bien desear el deseo o dejar de desearlo, pero no dejar, nunca, no, que me contagie el virus de lo que podría ser si no existitiera la ley de la gravedad (maldito Newton): esa que nos impide reírnos de que pasa el tiempo y no encontramos la salida del puto laberinto.
Por mi bien cierro los ojos a deshora. O los abro muy bien con franca intención de soñar. Sí. Qué bello es el mundo de los vivos.

sábado, 21 de febrero de 2009

NADA MENOS

no puedo sentirme pequeña
cuando siento
oscilo entre la timidez y la soberbia
bajo la mirada si me miras
me crezco a la sombra de tus ojos
se acelera la velocidad del pensamiento
me hago consciente
casi como si pudiera tocarme con la yema de tus dedos
me hago consciente
de todas las imperfecciones
que me hacen ser quien soy
grande, tímida, soberbia
onda expansiva
bajo tus ojos
soy sólo alguien que siente
nada menos

lunes, 9 de febrero de 2009

AISLAMIENTO




Hay ideas, sentimientos, que crecen como un fuego y pronto se desbocan, se convierten en algo incontrolable. La curiosidad, la ternura, el miedo. La desgana. El aislamiento. También algunas certezas resultan devastadoras. Todo es fuego y lucha, decía mi amigo griego, uno de los que he conocido en el siglo V aC. Cuánta razón. Fuego y lucha. La guerra es la madre de todo. Y tanto que sí. Y no me refiero a todas esas guerras de pancartas, dinero y muertos por toneladas. Sería demasiado humana si lo hiciera. Ésas son resultado de las constantes luchas por lo pequeño. De las guerras que se libran a la hora de comer, sobre el mantel de flores. De las contiendas cuando apagamos la luz, y alargamos el pie entre las sábanas y no encontramos ningún otro pie con que tropezar. Seré poco ambiciosa, pero ésas luchas, sí, son las que me interesan. Aceptar que poca gente hay que escuche, que de verdad le interese salir de sí misma, conocer, de verdad, qué hay al otro lado de unos ojos. Podría hacer puntos y aparte, pero no me da la gana. Esa es otra guerra. La de la ortografía, la de las pobres, tristes, palabras. Este es el reinado de los medios de comunicación, lo que no deja de resultar irónico es que cada vez resulte más difícil encontrar barqueros que te crucen la Estigia. Porque ser una isla es estar muerto. Pero todos tenemos teléfono móvil. No hallar quien te escuche. Reconocerse a uno mismo que los tiempos de la gratuidad, del amor a la conversación, del interés sincero por lo que cobija un corazón ajeno terminaron con los últimos estertores de la juventud. O quizá la juventud murió en esa batalla, la del desinterés. A nadie ya le importa nada que no lleve sus propias iniciales. Y yo poco a poco me consumo entre la ficción del tiempo, o la ficción a secas, y las ganas de saber qué hay detrás de la loca vanidad que parece ser lo único que nos mueve. Por no llamarla guerra.




lunes, 19 de enero de 2009

VÉRTIGO

Es vértigo lo que me invade cuando paseo, rodeada de gente a la que miro: espejos enfrentados que caminan, cada uno con sus abismos, sus pensamientos, su originalidad vulgar. Cada uno somos el infinito, y eso me produce el mismo efecto que asomarme al vacío.
Lo mismo que escuchar el llanto de los felices. O saber que enfermamos poco a poco, y que siempre nos parecerá que sucede de repente. O pensar cómo será la rutina dentro de un tiempo, cuando muchos nos hayamos ido, transformando el paisaje para siempre con nuestra ausencia.
En ese vértigo, el de lo desconocido que entonces no será tal, también habrá alegría. Y esperanza. La vida que se abre camino a machetazos. Y nos arranca pedazos al hacerlo. De esas heridas crecerán brotes nuevos. Brotes que encerraran en sí el infinito para que no nos olvidemos de sentir el vértigo. Ni la alegría.

viernes, 9 de enero de 2009

MÁGICA Y PRIMARIA


No me hace falta analizar la composición de la nieve para sorprenderme las raras veces que viene a visitarme.

(Bajo las ruedas de los coches se convierte en un barro helado y peligroso).

Sólo puede llenarme los ojos. Hacerme desear esa delicadeza, pues apenas toca las superficies donde se posa, se amolda a ellas, permanece desafiando a la gravedad; y, aunque parezca imposible al principio, se posa, se posa, se posa, y al final las ramas se vencen bajo su peso. Como el amor; poco a poco, en un silencio sólo quebrado por las voces de los niños, la sirena de los bomberos, las ruedas de los coches sobre el barro sucio, sanguinolento de ciudad y de pasos. (También el amor se puede convertir en barro, y helarse, y llenarnos de peligro. Y de deseos).

Mágica y primaria, la nieve, hoy es mi regalo. Viene a limpiar, a embellecer, a posarse. A recordarme que somos seres de luz. Que soy un ser de luz. Y que, al contrario que ella, el amor viene, se posa y se las arregla para permanecer para siempre, cuajado en las umbrías, en esos rincones inaccesibles para el miedo. Y también adopta formas mágicas, primarias, irreconocibles para ojos que siempre busquen primaveras.

domingo, 4 de enero de 2009

"¿LO ENTENDÉIS O NO LO ENTENDÉIS...? *

De haber sido yo de otra manera se me habrían dado bien las matemáticas. Habría restado lo justo al restar. Y al sumar, no me saldrían multiplicados los afectos, como tantas veces me sucede ahora.
Sabría dividir de memoria, sin necesidad de recurrir a la calculadora, o a un trozo de papel, que se convertirían en folios, sin remedio, porque después de la división ¿qué hacer con el resto?, llegaría un soplo de viento y lo reavivaría y trataría de crecerse, de encontrar nuevos números, quizá sumarse a ellos, hasta tropezar con cualquier avatar que lo condenara de nuevo a ser dividido.
¿Sabría hacer raíces cuadradas?

Si hubiera sido de otra manera, es posible que las matemáticas fueran mi lenguaje, y entonces tendría a mis pies todo ese mundo de la física, perdería el encanto del misterio de todo lo que ahora se me antoja poético, por incomprensible. Incluso sabría ir más allá, columpiarme hasta el absurdo de poder demostrar que el tiempo no es diacrónico.

Pero soy así. Siempre me equivoco en las sumas, aunque no suelo salir perdiendo. Y hay quien dice, o piensa y calla, que en mí cero e infinito es todo uno.
(Como en todos, digo yo. Como en todos.)

*" ¿Lo entendéis o no lo entendéis? Si no lo entendéis, a vender castañas". (Máxima pedagógica de la profesora de matemáticas que tuve en no recuerdo qué curso de EGB).