lunes, 24 de diciembre de 2012

COSAS QUE NUNCA CAMBIAN

Tenemos el calendario para darnos calma. Algunos aniversarios, las celebraciones, la ilusión de que hay cosas que permanecen, y que año tras año vuelven a nuestro encuentro. La tranquilidad de que nada haya cambiado, los brindis "que el año que viene sigamos todos juntos", "como hasta ahora".
Humanidad. 
Sabemos que no es así. 
Dentro hay algo inmutable, algo que en efecto haría de nosotros seres sabios, seres compasivos, seres generosos. Cada año tendríamos que estar más cerca del centro. Sólidos y estables. Felices, sí, pero con una felicidad consciente bien lejos de las quimeras, de las ficciones y autoficciones, del implacable, inclemente dominio del deseo y del ego. 
Renacer a quienes somos. Brillar. 
Feliz Nacimiento a todos. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

N VARIACIONES DE LO MISMO


Escribo. Asciendo la cuesta de Bach, historiada, llena de clavicordios, violoncellos. De ondas y Davides y gigantes muertos. Me he quitado los tacones y he decidido volar a ras de suelo, volar como los patos, decirle dos cositas al espejo. Escribir como quien vuela, o volar como el que escribe patos, la bruma sobre el agua del lago del invierno. El vaho saliendo de tu boca un instante después.
Escribo. Como si la cuarta glaciación no se acercara.
Escribo. A ver si el día se pliega y es la noche y de pronto acuden auroras boreales y palabras, la tarde en que me diste la mano, y yo quise tomarla y no correr, tacones, cuesta arriba, llena de violines. Aquella, tu mano y las calles endulzando pavimento. Escribo y clavicordios muerden las sombras yugulares. La voz, al fin, desmorona el miedo de montañas, desmenuza pedregales cuesta abajo.
Escribo. Antes de que violoncellos amanezcan. Maravillosa perfecta sincronía, tu voz, del otro lado del espejo, dice dos cositas, lanza a volar los patos, disipa la bruma del invierno sobre el lago. Agarra mi mano, desmorona la cuarta glaciación, lanza la piedra, la de siempre. N variaciones de lo mismo. Bach, clavicordios, cuestas que se suben, días que existen para las noches, viceversas, auroras boreales.
Y escribir. Escribir para que sea cierto. Clavicordios que vienen de tu mano. Refugio de violines antes de que llegue la glaciación.
Escribo el beso después del vaho que sale de tu boca.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

HORMIGAS


Hay cientos de operarios sacando una a una las bolsas de basura.
Una fila de hormigas polvorientas.
El obrero en la calle martillea los sueños, ha abierto otra vez el mismo hueco.
Por el tu alma asoma, o es posible que sea una nube.
No he bebido nada más que café esta mañana.
Si tuviera un piano haría escalas, hasta bien alta la noche, para trepar por ellas y llegar y verte y desnudarte y esperarme al alba para salir corriendo, dejarte marchar, hacernos daño.
Para amarte como sé, con mi soledad perfecta.
Si la poesía fuera otra vería navíos, cañones, arpas y golondrinas.
Pero veo tus ojos y ni siquiera me acuerdo de cómo eran.
No he bebido nada, no me drogo.
Medito, respiro, me elevo sobre un mundo que yo misma he inventado.
Que nadie confunda la distancia con el odio.
Meto prisa a los operarios,
sagradas hormigas de las letras.