jueves, 24 de julio de 2008

ENCADENAMIENTOS

Un poco más a la derecha, confudido entre esa multitud de picos, está el Alpe d´Huez.
A lo lejos, casi señalado por el alerón de la avioneta, el Mont Blanc y sus nieves cuasieternas lo observan todo.


Ayer Carlos Sastre ganó en el Alpe d´Huez. Coronó la cima subido en su bicicleta, con una cadencia vigorososa, regular, casi serena, instalada en el sufrimiento, en el sacrificio.
Quizá los ejemplos del deporte se han convertido en la épica de andar por casa, en las únicas gestas que podemos llevarnos a la boca los hambrientos. Los que necesitamos ejemplos tangibles para motivarnos. Los que necesitamos creer que si existe es que es posible.
Hubo una época en la que soñé con ser montañera, aunque nunca supe qué significaba eso. Huelga decir que apenas logré salir al monte un par de días. Me conformaba porque salía a la calle y estaba en la montaña; porque miraba por la ventana y podía ver las cumbres.
Ahora, mientras observo sin verlo el tráfico en mi calle, mientras los cláxones me sacan del ensueño (y de quicio), sólo puedo recordar que el Alpe d´Huez estaba a menos de cincuenta kilómetros de donde residía. Y que no subí. Ni siquiera en coche. Aunque me regalaran verlo desde el aire.
Esta silla incómoda se ha convertido en el paradigma del sacrificio. Y del placer. Hay cumbres llanas que sólo se logran a base de sacrificio. Y ascensiones que nos llevan al abismo. Sin bicicleta, sin una sola cuesta. El secreto está en querer hacerlo. En contemplar los logros y robar la cadencia de la lucha, instalarla como un marcapasos. Aceptar de una vez que, si no, no tendrá sentido.
Nunca fue más fácil que ahora.

jueves, 17 de julio de 2008

CADUCIDADES

Vamos y venimos.
Cuántas sorpresas nos esperan en el cauce loco. Ríos desbocados. Sinsentidos que sólo entenderemos acaso con el tiempo.

Qué difícil resulta no aferrarse. No darle vueltas y más vueltas. No buscar culpables, responsables, palabras mal dichas, llamadas no hechas. No tratar de forzar los acontecimientos, de diseccionar la situación, de aclararlo todo y regresar, impunes, a los buenos tiempos. Qué difícil.
Sólo se puede respirar. Confiar en que todo tendrá sentido, más adelante, quién sabe. Dominar al ego, restarse importancia a uno mismo. No sacar conclusiones. Mirar al pasado y alegrarse: por lo que fue, por lo compartido. Por lo que vendrá. Incluso por los senderos bifurcados.
Y dejar que se vaya, que recorra su camino. Desearle suerte, aunque duela la pérdida. Suerte, sí, amigo.

domingo, 6 de julio de 2008

PEQUEÑOS, MEDIANOS Y VIEJUNOS: TODOS GRANDES

Me rindo ante los pequeños: ante Nadal y su sencillez; ante su fortaleza, mucho más mental que física. Ante sus lágrimas de emoción por el esfuerzo, por su victoria merecidísima, después de intentarlo todo frente a un Federer ejemplar. Después de crecerse ambos y hacernos pensar que, raqueta en mano, no tienen límites. Un pequeño ser humano, grandísimo.
Mi mediano tiene últimamente muy mala suerte. Y un coche que me recuerda al troncomóvil. Hoy Alonso ha merecido mucho más. También los seguidores de la F1 en general, y de su carrera en particular, después de un Gran Premio de los que casi logran que nos reviente el aneurisma. No se cómo cabe dentro de ese espacio tan pequeño.
Mi viejuno vino ayer con su pachanga de viejunos policías, casi a pelo, a subirse al escenario de Rock in Rio Madrid. La 2 me dio la sorpresa de retransmitir el concierto, para que así pudiera comprobar cómo hay algunos ejemplares masculinos que se ríen del paso del tiempo y convierten a los años en sus aliados. Dónde tendrá el retrato volviéndose feo y decrépito, me pregunto. Grande, Sting, grandísimo.
Ojalá engrandeciéramos sólo con mirarlos. Y no sólo en la dimensión en la que me han engrandecido a mí, seguro, las toneladas de pipas consumidas frente al televisor.
Qué gran fin de semana, pardiez.

miércoles, 2 de julio de 2008

ME PONGO ESTUPENDA (I)

Creo que la novela es una forma más de interpretar el mundo, la realidad. Una forma más.
Que el escritor, el novelista, actúa como una especie de médium: la vida se manifiesta a través de él, con su mirada, con sus palabras.

Por otro lado, creo que nos movemos por afinidades, que en esa búsqueda de nuestra propia identidad -que es, ni más ni menos, todo lo que hacemos en la vida- atraemos hacia nosotros aquéllo que se nos parece, que encaja con nuestra manera de entender la realidad.

Las novelas, además de procurarnos un entretenimiento, nos sirven para atisbar nuestro propio reflejo. Me arriesgaría a decir que aquéllas que más nos gustan, si nos ponemos a escarbar, es porque en ellas hemos encontrado mucho que nos recuerda a nosotros. Incluso nos han podido dar soluciones a nuestros problemas.
(Y resulta maravilloso ver cómo, en la gran mayoría de las ocasiones, esto sucede de manera subconsciente; cómo escapa a nuestro control.)
Me resulta evidente que somos muy diferentes unos de otros, que nuestra capacidad para profundizar varía muchísimo de un individuo a otro. Lo mismo que la hondura de nuestros sentimientos, que nuestros umbrales de dolor, que nuestras sensibilidades.

Y por eso creo que dentro de ese enorme saco llamado Literatura, dentro, a su vez, de otro más pequeño, llamado novela, caben desde Kundera a Ruiz Zafón. Pasando por Melville, por Corín Tellado, por Llamazares, por Grisham, por Koontz, por Coetzee. Por Salinger, por Mendoza, por Vazquez Figueroa, por Etxebarría, por Carver. Por García Márquez, por Nora Roberts, Blyton, Christie. Por Cerrada, Austen, Murakami, García-Romeu, Rico, Tomeo, Sánchez-Dragó. James, Chèjov, Stendhal, Rilke, Fernández Mallo, Conrad, Sierra, Posadas. Por tantos negros en la sombra. Por tantos que no alcanzaron la notoriedad, pero a los que escribir les ayudó un poco a encontrarse. Nos ayuda un poco a encontrarnos.

Supongo que estas palabras son más un homenaje a todos ellos que una declaración de principios.