lunes, 24 de diciembre de 2012

COSAS QUE NUNCA CAMBIAN

Tenemos el calendario para darnos calma. Algunos aniversarios, las celebraciones, la ilusión de que hay cosas que permanecen, y que año tras año vuelven a nuestro encuentro. La tranquilidad de que nada haya cambiado, los brindis "que el año que viene sigamos todos juntos", "como hasta ahora".
Humanidad. 
Sabemos que no es así. 
Dentro hay algo inmutable, algo que en efecto haría de nosotros seres sabios, seres compasivos, seres generosos. Cada año tendríamos que estar más cerca del centro. Sólidos y estables. Felices, sí, pero con una felicidad consciente bien lejos de las quimeras, de las ficciones y autoficciones, del implacable, inclemente dominio del deseo y del ego. 
Renacer a quienes somos. Brillar. 
Feliz Nacimiento a todos. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

N VARIACIONES DE LO MISMO


Escribo. Asciendo la cuesta de Bach, historiada, llena de clavicordios, violoncellos. De ondas y Davides y gigantes muertos. Me he quitado los tacones y he decidido volar a ras de suelo, volar como los patos, decirle dos cositas al espejo. Escribir como quien vuela, o volar como el que escribe patos, la bruma sobre el agua del lago del invierno. El vaho saliendo de tu boca un instante después.
Escribo. Como si la cuarta glaciación no se acercara.
Escribo. A ver si el día se pliega y es la noche y de pronto acuden auroras boreales y palabras, la tarde en que me diste la mano, y yo quise tomarla y no correr, tacones, cuesta arriba, llena de violines. Aquella, tu mano y las calles endulzando pavimento. Escribo y clavicordios muerden las sombras yugulares. La voz, al fin, desmorona el miedo de montañas, desmenuza pedregales cuesta abajo.
Escribo. Antes de que violoncellos amanezcan. Maravillosa perfecta sincronía, tu voz, del otro lado del espejo, dice dos cositas, lanza a volar los patos, disipa la bruma del invierno sobre el lago. Agarra mi mano, desmorona la cuarta glaciación, lanza la piedra, la de siempre. N variaciones de lo mismo. Bach, clavicordios, cuestas que se suben, días que existen para las noches, viceversas, auroras boreales.
Y escribir. Escribir para que sea cierto. Clavicordios que vienen de tu mano. Refugio de violines antes de que llegue la glaciación.
Escribo el beso después del vaho que sale de tu boca.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

HORMIGAS


Hay cientos de operarios sacando una a una las bolsas de basura.
Una fila de hormigas polvorientas.
El obrero en la calle martillea los sueños, ha abierto otra vez el mismo hueco.
Por el tu alma asoma, o es posible que sea una nube.
No he bebido nada más que café esta mañana.
Si tuviera un piano haría escalas, hasta bien alta la noche, para trepar por ellas y llegar y verte y desnudarte y esperarme al alba para salir corriendo, dejarte marchar, hacernos daño.
Para amarte como sé, con mi soledad perfecta.
Si la poesía fuera otra vería navíos, cañones, arpas y golondrinas.
Pero veo tus ojos y ni siquiera me acuerdo de cómo eran.
No he bebido nada, no me drogo.
Medito, respiro, me elevo sobre un mundo que yo misma he inventado.
Que nadie confunda la distancia con el odio.
Meto prisa a los operarios,
sagradas hormigas de las letras.

martes, 13 de noviembre de 2012

ARQUETIPO


Ella veía la película desde la fila tres, hundida en el asiento, abrazada a su bolso, los ojos como platos. El hombre del traje a medida, de pronto, detuvo su carrera. Alargó la mano y la metió en su llaga. Luego alzó la ceja, sonrió apenas, y siguió adelante, pistola en mano. Ella, sin aliento, comprobó la sangre que brotaba de la herida.
Con los títulos de crédito paseando por su cuerpo, enfiló la salida. Todavía sangraba. Conocía esa herida, por eso no se asustó. Ni siquiera cuando al llegar al portal de su casa le vio allí, en pie, con su gorro de lana. ¿Cuántos años habían pasado? Ninguno, sonrió. Él nunca fue a esperarla. Solo en su fantasía. Lo miró y decidió que nadaría. El beso fue eterno, de carne y labio, húmedo de lenguas, sin cuidado ni oxígeno. Eterno como el deseo, como todo lo que fue, lo que nunca será, lo imaginado. El amor, el amor. Lo amado. Volvió a mirar sus ojos que nunca estuvieron, que nunca se marcharon. Comprendió que no valía de nada resistirse. Se cogieron las manos, entraron en el piso. Tropezaron mil veces con las mismas sábanas. Y ya no era él, era todos los otros y era el mismo. El de hoy, el que se fue ayer, el que siempre regresa. Porque el amor es, y punto. El dinosaurio, Werther, Einstein descubriendo los dobleces del tiempo. El genio encerrado en una botella.
El hombre del traje a medida separa las piernas, se planta en la proa de un barco para mirar el puerto que se acerca. La brisa en su rostro, eternamente. Ella abrazó el bolso con más fuerza, para que contuviera la hemorragia.

martes, 6 de noviembre de 2012

DOS ESPAÑAS


Ellos, los franceses, lo enunciaron muy bien. Libertad, igualdad, fraternidad. Algunos, hasta llegar a esto, perdieron la cabeza. Literal. Es una proclama que encierra el problema, el enfrentamiento y también la solución.

Si hay libertad, la igualdad no es posible.
Y entonces, solo la fraternidad puede salvarnos.

El único vínculo para proteger nuestras menesterosas vidas, nuestra dignidad: la fraternidad. Es decir, olvidar la visión provinciana de considerar hermanos solo a aquellos que salieron del mismo útero. Ecuanimidad, lo llaman donde las altas montañas.

Para salvaguardar esto, ohlàlà, sacaron la guillotina a las plazas.
Me gusta pensar que pueden existir vías más pacíficas.

viernes, 12 de octubre de 2012

TALLOS


Algo dentro se despereza poco a poco. Una planta trepadora que alumbra flores con olor a madreselva al final del día. Al mismo tiempo que asciende el frágil tallo, trepa también el tallo paralelo del miedo, sutil e informe, parásito, oportunista y necesario. Cuánto adjetivo. Y se me ha olvidado un oxímoron: diligente pereza, la que exhibe el miedo, antifaz para el maldito ego, cuando llega el momento de sostener miradas, de echar a andar.
Sin saber bien por qué comprendo de un golpe, un coup de coeur, la sincronía. Todos los sinsabores y las esperanzas, los besos no dados, los besos eternos ya en la memoria, las tardes de soledad, el instante de la epifanía, enamorarse, dejar de ser querido, todo al mismo tiempo, en una sola nota. Sí, es posible.
Luego viene la ironía y lo desmonta. La distancia. Lope, (desmayarse, atreverse, estar furioso...). Llegará la noche y se abrirán tal vez las flores y el aroma. Pero ahora trepa el mediodía y con la luz nublada del otoño se hace fuerte el otro tallo. Tópica, en fin, peliculera, olvidando el provecho, amando el daño, pienso en lo que crece como en una bomba. El cable rojo, el negro y las tijeras. ...O dejarse hacer, dejarse ir, comprobar de nuevo las medidas, si es verdad que el cielo en un infierno cabe.

viernes, 5 de octubre de 2012

DESIGNIOS INESCRUTABLES


Anoche un ciempiés del tamaño de la uña del meñique desfiló marcial delante de mis narices, por el suelo de mi apartamento. Yo no sirvo para matar bichos, así que cogí a toda prisa una hoja de papel para obligarle a subir y echarlo a la jardinera, fuera, en la ventana. 
Me cayó gordo el bicho, que no paraba quieto, y, al final, sospecho que, pese a mis esfuerzos, se despeñó ventana abajo. Lo tenía ya sobre el papel y el bicho echó a correr hacia mi mano (con sus cien pies a toda máquina; que digo yo que ya podrá, el desgraciado) y sentí un miedo ridículo a que me tocara y me causara un daño irreparable. Y así, decía, con un gritito mío, la hoja también cayó por la ventana. Estaba oscuro fuera y perdí de vista al bicho pardo. Pero la hoja... Una ráfaga de viento inoportuno la hizo volar delante de mis ojos, la llevó al capó de un todoterreno aparcado justo enfrente. Y luego, otro golpe de aire, al centro de la calzada, donde el camión de la basura acabó de rematarla. Parecía clavada al suelo y, por un instante, pensé en bajar corriendo y recuperarla. Pero otro coche, uno más pequeño se la llevó puesta hasta la glorieta, y allí, por fin, le perdí la pista.
Mi hoja de papel, con tu teléfono y tu email anotados a lápiz.
Me fui a la cama sin saber si había sido desgracia o acaso la más rotunda de las suertes. Si tenía que agradecerle al ciempiés el haberme librado de nuevo. Va a ser cierto que Dios gasta un humor extraño. Y sus ángeles custodios, una variedad de formas encomiable. 
(Quién sabe si continuará)

domingo, 23 de septiembre de 2012

ESTACIONAL


Con cada estación abro un nuevo archivo, trato de olvidar lo que escribí antes, de renovar la savia y seguir adelante. Luego, si releo, cuando faltan las ideas después de veranos yermos, me encuentro con que la repetición es tono y, desde hace tiempo, la melancolía es timbre.
Ahora se abre el otoño en una hoja en blanco. La placidez se convierte en maravilla y el cielo en la salvación, en algo más parecido a la vida. Ya no solo habrá sol y un azul tan cierto como engañoso, de puro alto. Llega la lluvia, la tormenta, poder salir a mediodía. El café con leche, otra perspectiva del hogar. Observar junto a la ventana cómo los árboles cambian su manto, se desnudan poco a poco. Decir adiós con la mano al tren que parte. Dormir arropada, al fin, entre tus sábanas limpias.
En este nuevo archivo del otoño he dejado de vagar por los andenes y la falsa protección del hierro forjado de sus marquesinas. La piel se ha curtido a la intemperie. Los trenes al pasar levantan polvo, fue fácil creer en su engaño de nieblas. Pero ya no tomo más trenes a carbón. He aprendido a caminar entre la bruma, a amar cada uno de los pasos; a reivindicar el otoño: nunca más el fin de algo, nunca más la transición hacia el temido invierno.

sábado, 8 de septiembre de 2012

SALMONES


Los ríos que se mueren terminan en un delta de sal resquebrajada. Para subsistir, uno piensa que se olvida. Gente que dice adiós, la amistad rota. Se hace el fuerte. Se reviste de orgullo. Ellos se lo pierden, dice. Un día decide nadar a favor de la corriente, hacer el muerto, ponerse bocarriba, seguir respirando. Confiar en el mar, agua inmensa, que volverá a abrazarlo en su serena abundancia, al final del camino. Pero sabe, sabe bien, adónde van a dar estas corrientes. Deltas de sal resquebrajada. Tierra muerta, estratos, tristes marcas de hasta dónde subía la marea. Decide hacerse el muerto y dejarse llevar a favor de la corriente. El dulce olvido. Para qué resistirse. Pronto no seremos nada más que distancia. Daremos gracias por lo vivido, por las conversaciones, la ilusión de la solidaridad, la compañía. Guardaremos rencores. Todo termina, sí, todo termina.
Uno decide hacerse el muerto y flotar río abajo, mar salobre, muerte resquebrajada. Qué terca la ilusión de no estar solo.
Entonces se acuerda de los imbéciles de los salmones. Tontos, aguerridos, valientes gilipollas. No se enteran de que han dejado de quererlos, río arriba. Siguen con su exhibición de salto, el estúpido músculo del afecto. Siguen creyendo que donde hubo caudal volverá la sal a disolverse cuando llueva. La dulce alucinación de la esperanza. Salmones estúpidos que creen que depende de ellos. Haríais mejor en teñir de plata el cauce, panza arriba, haceros los muertos, corriente abajo, hasta terminar sentados en vuestras sillas, preparando la ensalada, cogiendo el metro.Tiernas raspas que miran de reojo los teléfonos. Tiernas raspas en eriales de sal, resquebrajadas.
Menuda mierda, acordarse de ellos justo ahora, con la decisión tomada, de flotar, de hacerse el muerto. Querer hacerse el salmón, excursarse en los genes por pura terquedad, perseverancia. Qué asco, menuda mierda, sí, la dulce alucinación de la esperanza. 

martes, 7 de agosto de 2012

AGOSTO


Me gusta Madrid en agosto. Esos huecos que dejan las personas, a los que sé que no debo apegarme, porque llegará septiembre y sus proyectos. El silencio a medias de los coches ausentes. Las calles despobladas a la hora de la siesta. El asfalto reverberando a lo lejos, casi en Cuatro caminos. Y mis pasos. Cada vez más firmes, más livianos. Porque resulta que es posible caminar sobre este suelo subatómico hecho de vacíos. Pasar de puntillas por los lugares hostiles a los que no pertenezco. Respetar el ansia de los depredadores, por los días en los que esta pantera temía conciliar los sueños, por caerse de la rama, dar con su cuerpo sobre el suelo recio y sufrir por el sufrimiento de creer verse a sí misma, rota, repartida en cada uno de los mil cristales negros. (¿En cuál de las partes de la pantera se halla la esencia, el alma misma, de la pantera? ¿En la astucia, en las zarpas, en el ojo izquierdo, en la cola, en la velocidad, en el silencio?)
Madrid en agosto puede aparcar en cualquier sitio su vocación de selva y abrirse en bulevares con bancos a la sombra. Puede obrar el milagro de la calma. Y hasta los barrenderos podrían dejar de poner el ser en sus escobas, aunque siguieran un poco enfadados con los perros y sus dueños.

viernes, 27 de julio de 2012

TABULA RASA



Una vez hubo pasado el fuego, todo en el lugar quedó en su sitio. Las piedras, negras de humo. Los árboles, aún en pie, gruesos trazos de carboncillo sobre el papel del paisaje. Las ramas, las hojas supervivientes, como una red de finas trabéculas en equilibrio inestable. Pronto dejó de salir humo del suelo, y se marcharon todos: los bomberos, los amigos, los últimos ancianos del lugar. Los ánimales se habían ido ya con las primeras llamas. Ni un pájaro, ni un insecto volador. Las arañas al fin fundidas en materia con sus telas. Los gusanos en lo más hondo, cavando. Un silencio mineral atrapó los espacios en blanco, el cielo, la arena calcinada, el suelo lleno de cristales. Todo lo que el dolorido viento se permitía era caracolear a ras de suelo, apenas mover las cenizas de sitio. El tiempo empezaba a rizar y a teñir de sepia los bordes.
Entonces apareciste.
Y soplaste, con toda la capacidad de tus pulmones.

lunes, 25 de junio de 2012

HORÓSCOPO



Hoy mi horóscopo de decía que me deje llevar por la magia de los días y que todo será posible, hasta lo imposible. El sol está en mi signo y cuando se esconda vendrá la luna a relevarle y entonces ya será el no va más. Es el momento de abrazarnos a los árboles y escuchar la voz vegetal del mundo; de saltar hogueras sin salir quemado, y arrojar a las llamas lo viejo, lo que impide, los lastres que nos mantienen pegados a la tierra. Es tiempo de escribir deseos que se harán realidad, porque eso es lo que debe suceder con los deseos.
Así que te escribo y te pido que vengas. Que dejes ya esa dureza de eones. Que te rindas en tu empeño baldío y entregues las armas a quien quiera guerras. Que seques el sudor de tu frente, Ulises, te vistas de velas blancas y acudas a este hogar de pan caliente. Para que después, si quieres, continuemos juntos este viaje inevitable. 

martes, 12 de junio de 2012

LA BURBUJA DEL NIVEL



Lo confieso: yo también he creído que la decepción me pertenecía. No como una posesión, solo como un hábito, uno malo, como cuando fumaba y pensaba que era más fácil dejar de fumar si durante el proceso podía seguir fumando. Yo también he estado segura de que me quedaba coja si alguien decidía que yo le estorbaba para andar. Yo también he tenido que sentirme deprimida, mientras me sentaba a pleno sol a esperar al último autobús del equilibrio.
A veces me aferro a los lamentos, recuerdo los prodigios del desastre, me demoro en los jardines marchitos de lo que pudo ser. Discuto con las sombras, le quito la razón a los fantasmas, a personas que no están, mientras repaso con la bayeta los azulejos limpios de ayer y me empeño en llorar y en sentirme como si esta aflicción fuera a durar siempre, como si no me fuera a marchar un día, como si de verdad tuviera importancia lo que esperaba antes de que sucediera lo que quiera que haya sucedido. Los argumentos a solas siempre tienen sentido, aunque nadie los rebata; siempre parecen coherentes. Y lo sigo creyendo a pies juntillas, aunque las pocas veces que los he sacado a pasear con sus collares, haya vuelto arrastrando cadenas vacías.
Seguro que conocéis la sensación. El mejor momento es cuando decidimos que la culpa es del otro. Que merece nuestro castigo: el silencio agresivo, el conflicto armado, la ceja levantada y la ironía en ristre. Ese es el mejor momento, sí: cuando nos convencemos de que fue el otro quien instaló en nuestra cabeza el enorme castillo hinchable, con sus torreones, y el foso y los cocodrilos, y una princesa con los ojos de aquella muñeca que amamos a los seis años... para que le tire la trenza y que así suba a rescatarnos de nuestro aburrimiento de nosotros mismos.
Me pregunto qué pasaría si me limitara a dejar que cada día trajese su afán. Si no inventara tramas y dejara que cada personaje me fuera contando su verdad mientras camina, en lugar de preseleccionar la verdad que me convenga. Si aceptara el cambio, la pérdida, la soledad, las elecciones. Aceptar. Si le mirara a los ojos al minuto y respondiera con la sinceridad y el calor y la picardía que solo son posibles cuando se acepta. Cuando no se anticipa. Cuando uno se instala bien firme en el centro mismo de quienes somos, ese único lugar desde donde es posible ver a los otros en el interior de la burbuja del nivel. Vertical u horizontal, pero aún vivos. 

domingo, 3 de junio de 2012

LÁGRIMAS AUDACES



Me siento como si regresara después de un largo viaje. Al fin de vuelta, al fin en casa. Respiro profundo y se me saltan las lágrimas. Es de cansancio, de echar de menos, de hallar el calor intacto esperándome, con esa mentira al borde de los labios, todo va a ir bien, todo va a ir bien. Me vale la mentira, me la bebo. Nunca debí marcharme, tal vez. La vida obliga. Me quito los zapatos y abro las ventanas. Sacudo las sábanas que convertían mis muebles en fantasmas. El polvo reverbera, se demora en los haces de luz. Me llega el ruido de la calle, las paredes me abrazan de nuevo. La cama, el sofá, mi mesa de trabajo. Aquí estoy. Donde puedo ser tierna y no avergonzarme de ser quien soy. Reconocer mis hierros, sostenerme, enmendar los yerros a golpe de martillo e incandescencia. He vuelto a mi casa hecha de letras. Con algunos sueños menos, fatigada, llena de sudores. He visitado algunos sitios este tiempo. Algunos ciertamente tenebrosos. Otros parecían lugares de dicha y solo escondían dolores vestidos de fiesta. Por suerte hay posadas bondadosas, las de siempre, y consuelan de los que se van sin avisar, de los que son tan pequeños que siguen necesitando hacer daño para creerse grandes, de los que la vida te arrebata, de los que amenazan con arrebatarnos. A todos se los quiso, aunque de eso ya nadie se acuerda. Salvo los viejos papeles, algunas lágrimas, y estas paredes cariñosas que me abrazan, que parecen encorvarse a mi paso para abrazar mis dudas. Al fin en casa. Respiro profundo y se me saltan algunas lágrimas audaces.
Os he echado mucho de menos.

jueves, 26 de abril de 2012

RAIN OR SHINE


Winter is coming. Esta primavera está pulverizada, el aire se ha convertido en una emulsión contaminada y húmeda, agua disuelta, que revolotea y vacía las calles de personas. Vuelven los cafés calientes, las mantas, las tardes de libros y manzanas.
Hoy me apetecía escribir porque sí. Porque me gusta este tiempo desmandado, este tiempo que se ríe del calendario. Porque me gusta el invierno y comprendo que a 26 de abril este día es un regalo. Y los regalos deben agradecerse. Escribo porque sí, con cierta culpa, porque tendría que estar escribiendo cosas de esas que al final se traducen en euros. Estas palabras para mí se traducen en vida. En definición de itinerarios. En el recordatorio de este viaje de compromiso y soledad que he emprendido. Alegre y furiosa.
Hoy escribo para deciros que os echo de menos y que espero volver pronto a habitar este espacio, a visitar los vuestros. Con independencia del tiempo atmosférico.

domingo, 8 de abril de 2012

FELICES PASOS


He vivido pocas rachas como esta. Es posible que decir esto sea una tontería, y aunque la vida se empeñe en resonarnos, en parecer cíclica, nunca lo sea, y ninguna racha se repita. Que sea tan solo esa patética búsqueda de lo conocido, la necesidad de asideros. El más fuerte poder del miedo que nos domina.

Como decía, mi sensación es de estar inmersa en un instante eterno. Este mar liso que es un espejo del cielo. La aceptación de lo que ocurre da tranquilidad. Los deseos se matizan, aprenden a camuflarse entre las hojas, a volverse tierra, a sonreír cuando se cumplen y mantenerse en el filo un tiempo jamás soñado, antes de caer y que nuevos deseos se arracimen para devorar su recuerdo y sembrarnos de nuevas viejas inquietudes.

Vivo una vida con minutos como agua.

Esta semana santa ha lllovido. Ha llovido mucho y a deshora. Cambié la posición de los muebles de mi casa y así he podido casi pegar la nariz a la ventana y dejar, sencillamente, que muchos de esos minutos se marcharan con el mismo ímpetu, la santa inercia de la vida que me gusta. Hasta Pepito Grillo se ha callado la boca para escuchar la lluvia sobre la ciudad vacía.

Pero hoy es domingo y luce el sol, y la calle ha regresado a su apatía de gente que pasea, de niños que gritan, el hombre que vende la farola, el que hace sonar su irritación a través del claxon porque le ha dejado atrapado la doble fila. Hay gente que me manda mensajes de felices Pascuas.

Felices pasos.

De la vida a la muerte. Del mito al logos. De la guerra a la paz. Del miedo a la esperanza.

Yo también me he decidido a poner un mensaje para desear un feliz paso. ¿Quién no necesita resucitar de las muertes cotidianas? Aunque a veces descreer nos haga equivocarnos, creer que ha de vivirse instalado en todas esas muertes. La inagotable cadena de deseos. Creer que la vida es solo eso y que lo inteligente sea ponernos las tiritas lo primero, el extenso vendaje del pesimismo.

Os decía que nunca había vivido una época como esta. De felicidad sencilla, quebradiza, que acepta las fracturas del dolor a cada paso. También se han de aceptar los buenos pasos, la paz de la vendimia. Sembrar de nuevo. A deshora. Cuando llega la lluvia. O, llenos de esperanza, incluso en la sequía.

Yo también os deseo felices Pascuas.


viernes, 16 de marzo de 2012

AHORA (claro)


ahora que he aprendido que puede que no vengas, que me sale la sonrisa por los poros, que siento la constancia de no necesitar, que cada vez me vale más con el momento

ahora

que siento que (te) quiero de mil modos, que amo la vida y sus imperfecciones, y los instantes feos, negros de muerte y de presagios seguros; ahora que descubro que todo cambia y me conformo y se me llenan las manos de caricias; ahora que aprendo que lo raro es lo normal, que algunos días hay que llorar, que el dolor es lo que es y hay que pasarlo

ahora

que entiendo que no hay nada que entender, ni conclusión posible, ni sueño irrealizable, ni capacidad perdida; ahora que me miro, que me encuentro, con mis deseos rotos y mis tardes perdidas, con mi amor frustrado y mis pequeños logros

ahora

que sé bien que todo se acaba

ahora

es cuando empieza todo.


lunes, 5 de marzo de 2012

HÁMSTERS


Hámsters que corren dentro de su rueda. Ruedas que se deshacen con el tiempo, con la lluvia. Tantos empeños. ¿Qué comerán los hámsters? Corren, miran por las ventanillas de los trenes. Miran los relojes, algunos son blandos, se reblandecen con las copas, por las noches, cuando se pasea al lado de otros hámsters, y no se cruzan los caminos, ruedas de miedo, de orgullo, de aislamiento. Por no reconocer nuestra extraña pobreza, o que no sabemos ni qué comen los hámsters. Incapaces de cuidar de nosotros mismos. De entender que no se trata de encontrar las 70 veces 7 diferencias que nos hacen peores que los demás, peores hámsters, en peores ruedas. Y sin saber qué podrá saciar nuestro apetito. Ay, si un día nos bajáramos de la rueda. Y viéramos que el mundo sigue girando sin tanto, baldío, empeño.

martes, 14 de febrero de 2012

FLORES


Por San Valentín me has pedido que apague la luz antes de la una y que te recuerde una semana antes la fecha del aniversario.

Me has dicho que si quiero habrá corazones, flores y bombones. Que podemos ser cursis, matarnos a besos, vestirnos de cuero y pinchos, ver por enésima vez Sonrisas y lágrimas, o Alien, el octavo pasajero. O abrir una botella de vino y ver perder al Barça. Me has preguntado mil veces qué quiero, si es que quiero.

Y yo te digo que sí. Que lo que quiero es que vuelvas a llevarme el bolso cargado de libros hasta coronar la cuesta, y que luego me acompañes el resto del camino. Que me recuerdes que prometí recordarte una semana antes la fecha del aniversario. Que me hagas reír y que te estés quieto, para que pueda terminar de pegarle los pétalos a estas pobres flores.


lunes, 30 de enero de 2012

RECESIÓN

Me cuesta escribir, lo mismo que me cuesta hablar. Como si en el silencio se encontrara el núcleo de la fortaleza. Como si al cerrar los labios pudiera lograr sellar los resquicios, convertirme en bloque, ajeno a la debilidad, a la realidad tan sólida como falsa. Y a la soledad inmensa de la mirada equivocada.
Al final todos mis caminos me llevan al mismo sitio. Qué fácil sería si fuera posible. Acabar con él, maldito ego, terminar con su servidumbre, con las necesidades impertinentes que nos crea, el invisible, el traidor. Qué fácil sería poder machacarlo con un mortero; o verlo claro, saber sonreírle y mirarle a los ojos y darle un beso. No dejarse llevar por su ansia de querer auparse por encima, por encima de un mundo que no existe, por encima de fragmentos que no hace sino formar cosas que no existen tampoco, deseos, deseos, deseos. Humo. Miedo. Recelos.
Qué fácil si contáramos con el antídoto perfecto, la compasión redonda, la que hace de los seres otra cosa, amable, frágil, delicada a nuestros ojos.
Qué fácil, si no fuera tan difícil.
Que fácil si no doliera, a cada paso, cada centímetro de universo que se expande, se separa.

jueves, 12 de enero de 2012

VUELTA A CASA

Llevo un buen rato calentando dedos, escribiendo tonterías. Las fiestas han sido largas y espesas y una pierde las costumbres, incluso las buenas. O quizá esas se vayan las primeras. Hice buenos propósitos para el año nuevo. Vivir mejor. Seguir siendo tan coherente como pueda. Coger a algunos de mis toros por los cuernos.
He conseguido ponerme a dieta.
Poco más.
Los días me huelen a humedad. Es un invierno raro. De cambios.
Me toca mucho las narices la impermanencia. Pero menos mal que todo acaba.
Más difícil es entender y aceptar que nada es lo que parece. Ni hábitos, ni monjes. Y que está bien así. Que todo esta bien, aunque no se comprenda.
Miro hacia dentro y sonrío. Cierro los ojos, respiro.
Vuelvo a casa.
Feliz 2012 a todos.