martes, 13 de noviembre de 2012

ARQUETIPO


Ella veía la película desde la fila tres, hundida en el asiento, abrazada a su bolso, los ojos como platos. El hombre del traje a medida, de pronto, detuvo su carrera. Alargó la mano y la metió en su llaga. Luego alzó la ceja, sonrió apenas, y siguió adelante, pistola en mano. Ella, sin aliento, comprobó la sangre que brotaba de la herida.
Con los títulos de crédito paseando por su cuerpo, enfiló la salida. Todavía sangraba. Conocía esa herida, por eso no se asustó. Ni siquiera cuando al llegar al portal de su casa le vio allí, en pie, con su gorro de lana. ¿Cuántos años habían pasado? Ninguno, sonrió. Él nunca fue a esperarla. Solo en su fantasía. Lo miró y decidió que nadaría. El beso fue eterno, de carne y labio, húmedo de lenguas, sin cuidado ni oxígeno. Eterno como el deseo, como todo lo que fue, lo que nunca será, lo imaginado. El amor, el amor. Lo amado. Volvió a mirar sus ojos que nunca estuvieron, que nunca se marcharon. Comprendió que no valía de nada resistirse. Se cogieron las manos, entraron en el piso. Tropezaron mil veces con las mismas sábanas. Y ya no era él, era todos los otros y era el mismo. El de hoy, el que se fue ayer, el que siempre regresa. Porque el amor es, y punto. El dinosaurio, Werther, Einstein descubriendo los dobleces del tiempo. El genio encerrado en una botella.
El hombre del traje a medida separa las piernas, se planta en la proa de un barco para mirar el puerto que se acerca. La brisa en su rostro, eternamente. Ella abrazó el bolso con más fuerza, para que contuviera la hemorragia.

martes, 6 de noviembre de 2012

DOS ESPAÑAS


Ellos, los franceses, lo enunciaron muy bien. Libertad, igualdad, fraternidad. Algunos, hasta llegar a esto, perdieron la cabeza. Literal. Es una proclama que encierra el problema, el enfrentamiento y también la solución.

Si hay libertad, la igualdad no es posible.
Y entonces, solo la fraternidad puede salvarnos.

El único vínculo para proteger nuestras menesterosas vidas, nuestra dignidad: la fraternidad. Es decir, olvidar la visión provinciana de considerar hermanos solo a aquellos que salieron del mismo útero. Ecuanimidad, lo llaman donde las altas montañas.

Para salvaguardar esto, ohlàlà, sacaron la guillotina a las plazas.
Me gusta pensar que pueden existir vías más pacíficas.