domingo, 28 de junio de 2009

RESUMEN DE ESTOS DÍAS


Como, bebo, permanezco serena, mantengo el buen humor. Trabajo. Leo a Dostoievski y recuerdo quien soy. Escribo. Escribo. Escribo. Llamo a una amiga. Me río. Sueño que fumo. Miro a mis padres y guardo la instantánea. Veo la tele. Me sorprendo. Conjugo algún recuerdo. Me desespero. Quito las bolas de naftalina de las alas. Fantaseo. Lloro a ratos. Pienso. Me lleno de cielo. Cierro los ojos. Me enfado. Canto. Salgo a caminar al caer la tarde. Me tomo una cañita. Converso. Echo de menos. Dibujo un imposible. Respiro. Digo Sí.
Continúo mi camino.

lunes, 22 de junio de 2009

DESNUDOS CON EL SOL

-Estoy pensando en algo muy raro -dijo ella.
-¿Ah, sí?
-Sí. Estoy pensando en que si no hubiera sido de día cuando me dijiste que me querías, habría tenido que echarme a llorar. ¿No es raro?
-Sí.
-Como si significara más en la oscuridad que con luz. Pero no es así, porque cuando más difícil resulta hablar de esas cosas es a la luz del sol, ¿no te parece?
-Sí. -Él seguía mirando las nubes-. Es como si los ojos se quedaran desnudos con el sol.
-¿Yo tengo los ojos desnudos?
-No, tú no.
Kjell Askildsen. Desde ahora te acompañaré a casa. Ed. Lengua de trapo. Madrid, 2008. (Pp 29-30).

lunes, 15 de junio de 2009

SUSTANTIVADA

¿Es distinta Leo amable de Leo enfadada? ¿Leo dulce de Leo tajante, Leo alegre de Leo callada? ¿Acaso Leo depende de los adjetivos?
¿Acaso no soy una única pieza con límites definidos, invariable, mutante cuántica, a pesar del color con que me pinte yo, o me pinten otros ojos?
¿Acaso soy distinta de nada ni de nadie?
¿Acaso depende el sustantivo de la cantinela que le añada el adjetivo?
¿Y si deduzco (Leo excéntrica, Leo desmesurada) que pienso en adjetivos porque no acierto a redondear los objetos, porque no encuentro el verdadero nombre de las cosas? ¿Es correcto añadir verdadero al nombre de las cosas?

(Lunes: hoy quiero sucumbir al engaño de los sentidos, creerme que los objetos permanecen, que hay algo estable a lo que asir mi desconcierto. Dejo para otro momento el abordaje de otras instancias, los dominios del movimiento, el sutil territorio de los verbos).

viernes, 12 de junio de 2009

LLUVIA

Este espejo se muerde las uñas. Añora la calma. Está descontrolado. Es puro afán de decir, de expresar. Tiene miedo, pero aguanta el tipo. No se entera de lo que le estás diciendo, pero asiente y se lamenta contigo. La próxima vez se acordará de tu nombre, y del de tu hijo, y te preguntará qué tal fue su operación de amigdalitis. Se tomará dos cañas, veinte mojitos, cuarenta y seis cubatas y te reirá las gracias. Bailará un poco, hablará de la vida, filosofará un rato. Besará a algún idiota. Se hará la interesante. Hablará por hablar, callará lo obligado. Callar. Callar. Callar.
Y al caer el sol, o quizá al levantarse, volverá a su pared, y se convertirá en lago, en una sombra, en una vasta altiplanicie en la que tumbarse y, sin prisas, permitirle a cada gota de agua de su cuerpo que se evapore, que ascienda, que se pelee con dulzura con las masas de aire frío hasta condensarse, hacerse nube, dejarse mecer por el viento, viajar a otros cielos sin mirarle a los ojos al revisor y, al fin, poder permitirse el lujo de caer. Caer. Caer. Caer.

domingo, 7 de junio de 2009

DESEMBARCOS



Siempre se vuelven oscuros los días en los que el miedo gana las batallas. Cuando sube la marea de la duda e inunda todo lo inundable (llega hasta la boca, anega la sonrisa, asciende, va llenando los ojos: pobres, cuánto esfuerzo para desaguar en pequeñas gotas tantos años de aprender abandonos, como tratar achicar con un vaso las bodegas del Titanic).
Cuando menos me lo espero llegan los refuerzos. Desembarcan en las playas protegidas con descaro, roban la arena mojada, que se les queda pegada a las botas, a la ropa, enredada en el pelo. Hay sorpresas al mirar las caras de los aliados: hasta ha venido George Harrison, que se fuma un porro mientras me dice que todo está bien; y la pequeña Beatriz, que con cuatro meses ya ha capturado la inmensidad del sol en su sonrisa y lo contagia por toda la trinchera.
Nadie detendrá su avance. No pienso darle cancha ni siquiera a mi torpeza. De repente siento que todo es posible, que hay fuerzas que se ríen de todas las corazas. Late París en el centro-izquierda de mi pecho