miércoles, 27 de junio de 2007

NOTICIAS DE OTRAS GALAXIAS

yo, de pequeña, quise ser gimnasta.
aún me gustaría poder hacer algún que otro equilibrio, pasear con mis empeines perfectamente estirados por barras imposibles, como si no tuviese peso, como si la gravedad no tuviera ningún poder sobre mí.
adiviné, quizá mostrando en un chispazo cierta clarividencia, que llegaría un momento en el que no querría crecer. quería entonces mantener mi cuerpo menudo y fibroso, escueto, como los de esas pequeñas atletas. quería poder saltar, hacer mortales hacia atrás y hacia adelante, con mi pelo rebelde sometido a la disciplina de la coleta y las horquillas. era solo un sueño. no pudo ser. incluso entonces llegué tarde.
ese reloj especial que se pone en marcha con la cadencia de nuestros empeños y que a veces, sí, se detiene. marca la hora de dejar de esperar. de saber mirar la vida a los ojos y no perderse. no perderse.
se acabaron los tiempos de los sueños locos, a no ser que se ingrese en la orden de la santa locura irremediable. se acabaron los tiempos de sentir solo por el gusto de sentir, por hacer uso del músculo cardíaco, sin temer los infartos del desafecto. se acabaron los tiempos de la comunicación, cuando los problemas de los amigos se confundían de veras con los propios y éramos capaces de la mayor generosidad, de escuchar horas y horas. porque disponíamos de esas horas y horas. los tiempos de la amistad y la inocencia. los tiempos de adolecer de todo y andar sobrados de fuerza, sin embargo.
todo eso tuvo que morirse un día, mucho tiempo atrás. sólo es que ahora recibe este planeta la noticia. a años luz de la desilusión, aunque hace tiempo ya que lo intuía. aunque ya estoy alicatada en el presente, instalada en la inestabilidad del realismo. feliz, sí, hasta cierto punto. hoy al fin lo sé.
Ya nunca seré gimnasta.

martes, 26 de junio de 2007

DESHABITUADA

No hacer las cosas crea hábito, casi más que hacerlas a diario. O al menos eso es lo que me sucede ahora.
He estado un par de días fuera de casa y hoy, que me enfrento de nuevo a mi querido blog, me doy cuenta de que no se me ocurre nada que contar. No es que no tenga inquietudes, ni que de repente mi cabeza haya dejado de ser un hervidero. También mi amiga Azul, hace unos días, comentaba que le sucedía lo mismo.
Le echaré la culpa al verano que ya se cierne sobre nosotros, a la abstinencia del tabaco de nuevo (por cierto: 18 días sin fumar. Tenía que decirlo), o a que mis vecinos están haciendo más ruido que de costumbre.
Hasta los dedos se anquilosan, se tropiezan unos con otros.
Poco a poco. Los dedos, la cabeza volverán a entrar en calor. Prometo intentarlo.

lunes, 18 de junio de 2007

DÍAS DE LUCHA


No preocuparse: sólo es que hay momentos en que el síndrome de abstinencia es más fuerte que yo.

La otra tarde me fui al jardín botánico de Madrid, para no estar encerrada en casa, para distraerme, y para hacer unas cuantas fotos bonitas de flores y eso... y ESO es casi lo primero que fotografié.

Pero de aquello ya hace una semana. Ahora estoy mucho mejor, sin duda. Ahora solo cuelgo la foto en el blog y escribo una entrada que raya la mala educación: ¿qué culpa tienen ustedes de que un maldito día a mí se me ocurriera coger un cigarrillo?

Para tratar de resarcirme de esa falta y pedir perdón, pondré otra de las fotos de aquel día. Una mucho más bonita que da fe de que, a pesar de todo, seguía teniendo ojos para la belleza.





miércoles, 13 de junio de 2007

CIUDAD EN OBRAS


Otra vez están abriendo la acera de mi calle. Apenas hace un mes que la abrieron y la cerraron la última vez. Siempre se les ocurre algo nuevo. El caso es que no descansemos, creo. Que nuestras mentes no tengan ni un minuto sin que el ruido las pueble. Ese ruido salvador, que evita que nos detengamos a pensar en las cosas importantes, que nos lleva de la mano de las urgentes sin dar opción a más.
¿Qué cables querrán meter ahora por debajo? Quizás algunos que, en lugar de reproducir las señales de la televisión, pretendan transmitir buenas vibraciones (y que al andar por encima de ellos, sin querer, sin saber por qué nos invada un sentimiento de bienestar, por ejemplo). O conducciones que traigan ejércitos de pequeños soldaditos dispuestos a navegar en las ondas para taparles la boca a todos los mediáticos que, desde sus púlpitos televisivos, no dicen más que sandeces; una suerte de «amperio contra paca», o de censura contra las agresiones a la inteligencia y a la sensibilidad. Corrientes eléctricas cuyos campos electromagnéticos orienten los electrólitos de nuestros fluidos hacia la creatividad, la concordia y el amor.
El caso es que me cuesta concentrarme. No sé por qué me empeño en mantenerme urbana. Los sueños campestres se multiplican ante mis retinas. Cerraré los ojos y trataré de pensar que no estoy aquí, que los pájaros pueden cantar tan fuerte que callen a la taladradora. Los de mi cabeza estoy segura de que pueden.

jueves, 7 de junio de 2007

COMO GATOS

La vida es experta en crear bifurcaciones. Está masterizada (y remasterizada) en ello. El caso es no estar tranquilo. De repente, se abren puertas, y como ya había alguna que otra ventana abierta, hay corriente. Se vuelan los papeles, las paredes se quedan frías, expectantes. Te miran con la ceja levantada.
Puede incluso que se escape el gato. Sobre todo si no estamos atentos. Qué manía la de los gatos de caer en la tentación de las puertas abiertas. Qué manía la de los humanos de temerles tanto a éstas. Por qué no aprenderemos de ellos, y, con andar elástico, nos deslizaremos hacia lo nuevo... Con precaución, sí, pero sin miedo. Con las orejas en posición de rastreo y ese rictus que tienen los felinos, que a mí se me antoja una sonrisa.

domingo, 3 de junio de 2007

MÁS EXTRAÑOS QUE LA FICCIÓN

Hay veces que uno termina de ver una película, o de leer un libro o un poema y no puede por menos que dar las gracias.
Todo pasa, sí, pero de alguna manera queda inmutable en la memoria. Las palabras, las sensaciones, los sentimientos. Aunque no los recordemos, aunque no seamos capaces de evocarlos con exactitud.
Esta noche hice caso de una recomendación y vi Stranger than fiction. Y haré extensible la recomendación a todo aquel que quiera pasar un muy buen rato y terminar sonriente, optimista, pensando que aún hay gente que tiene algo interesante que decir y que encuentra una manera genuina, original, de hacerlo.
" (...) Al darle un mordisco a una galleta glaseada de Bavaria, Harold por fin tenía la sensación de que todo iba a salir bien.
En ocasiones, cuando nos perdemos en el miedo y la desesperación, en la rutina y la constancia, en la desilusión y la tragedia, habría que dar gracias a Dios por las galletas glaseadas de Bavaria. Y, afortunadamente, cuando no hay galletas, nos puede reconfortar una mano conocida acariciándonos. O un gesto amable y cariñoso. O un apoyo sutil para respirar la vida. O un abrazo tierno. O unas palabras de consuelo... Y no olvidemos las camillas de hospital, y los tapones para la nariz, y la repostería de sobra, y los secretos susurrados, y las Fender Stratocaster... y, tal vez, alguna que otra novela.
Y hay que tener en cuenta que todas estas cosas, los matices, las anomalías, las sutilezas que creemos que no son más que complementos en nuestras vidas, de hecho, están presentes por una causa mucho mayor y más noble: están para salvarnos la vida.
Sé que la idea resulta extraña, pero también sé que es la pura verdad. (...)"
Stranger than fiction. (Zach Helm)