viernes, 25 de enero de 2008

TEMERARIA, FELIZ, EXPLORADORA

mi cabeza ha vuelto a donde tenía que estar. se dio un paseo por ciertos parajes que resultaron estar deshabitados y ahora, al fin en casa, al amor de esas lumbres (hogueras de palabras y conceptos) descansa sin detener su paso.
(perdón por la insistencia, pero el miedo es el peor enemigo).
así que ahora vuelvo a soñar, gracias a la vitamina B-50 y a que mi corazón ha comprendido (qué duro de mollera es a veces) que el cinismo es un manjar que le intoxica, que los sueños son pertinaces, indolentes, derrochadores de tiempo; que, puestos a ser engañados, hay que engañarse por la puerta grande, a pleno pulmón, a tumba abierta. esa caída nunca duele, al fin lo he comprendido. que las fantasías de control son agujeros negros.

he retomado mi novela y estoy como en trance, pero nunca más despierta. es una sensación curiosa embeberse de la vida de los otros, (de unos otros que resultan más reales que algunas personas). una excitación especial que llena cuerpo y mente desde que suena el despertador. me entusiasma esa sensación de ponerse entre dos espejos y no estar asustada. de tirar del hilo sin pensar en el ovillo. de notar que se agudizan los sentidos de una manera casi felina, tanto que hasta puedo ver en mi noche, y algunos sonidos, ciertas voces, hieren mis tímpanos con solo imaginarlos. y los dedos comprenden las texturas, y desdoblan las pajaritas sin miedo de no saber recomponerlas.
adoro entender la realidad como una muñeca rusa. adoro ir desentrañando los misterios de la perspectiva al avanzar en el camino. y aceptar con alegría que, detras de mí, conforme ando, se forma una nueva perspectiva; distinta pero igual de mentirosa.
adoro no temer adentrarme en mis abismos. (adoro escribir, qué demoniosssssssssss).

jueves, 17 de enero de 2008

ESCRITURA AUTOMÁTICA (1)

dejo que las manos fluyan sobre el teclado, con indolencia, casi con desidia. todo menos pensar, ni fijar la vista en la pantalla (la graduación de mis gafas se ha duplicado en el último año, maldito ordenador, maldito reloj, maldita perfección)

hubo un tiempo en que quise que todas mis pertenencias cupieran en una maleta, para poder marcharme en cualquier instante, para no tener demasiados puntos de amarre. con el tiempo he comprendido que lo peor no son los objetos, son las voces, algunas sonrisas, ciertas bromas; la delicada magia de determinados lugares, los olores que se perciben con el miocardio, saberte bajo la protección de esa mirada... son ellos los que te atrapan. no queda más remedio que remendar el concepto de independencia, de libertad y echarse a la espalda la mochila de angustias, despedir a ciertos sueños desde el umbral, con un beso de aire. y emprender otros. o mejor aún: dejar que sean las manos las que los emprendan. así, como ahora, sin pensar en la ortografía, ni en las maletas, ni en los libros en las estanterías. con el hemisferio derecho. sin más. en plena noche.

sábado, 12 de enero de 2008

(TRISTE) CELEBRACIÓN

Ayer falleció Ángel González (Oviedo, 1925). Era sólo un poeta; era y lo será siempre, mientras nos queden sus libros. Era mi poeta favorito, un ser que me había hecho sentir, temblar, con sus palabras. A mí como a tantos otros.
Hace dos años tropecé con él en la Feria del Libro de Madrid. No me lo esperaba en absoluto, pues no asociaba ese zoco con la poesía (ingenua que es una). Recorría las casetas, mirando más a los mediáticos que a los libros, en realidad, mientras conversaba con un amigo. Y allí estaba él: con sus ochenta años y su chaqueta puesta, a pesar de que hacía un calor infernal. No pasó nada interesante, no sé bien por qué cuento esto. Me quedé plantada delante de él, sin ser capaz de decir nada más allá de un hola. Tomaba los libros entre mis manos y los volvía a dejar, sin decidirme a comprar uno, cualquiera, qué más daría que ya lo tuviera en casa, para que me lo firmara. Como una tonta. Él me miraba serio. Supongo que pensó que, o bien era boba, o estaba loca. Cuando la situación se hizo un poco tensa, mi amigo salió en mi ayuda: no recuerdo qué le dijo, el caso es que se despidió de él y me arrancó con suavidad de la caseta. He hecho el ridículo muchas veces en mi vida, pero recuerdo pocas tan nítidamente como ésa.
Al principio sé que le miraba con la intención de descubrir algún rasgo distintivo en sus facciones, algo que supusiera una señal de que era una persona sensible, un poeta, alguien con una visión del mundo sutil, exquisita, con una mirada única, irrepetible y con el don de convertir esta mirada en las palabras justas y necesarias. Y bellas. Luego, sencillamente, me quedé atrapada en esa situación absurda que hoy me hace gracia: no me hubiera bloqueado tanto delante de George Clooney.

Ángel González se ha ido y nos ha dejado sus poemas. No se puede pedir más, salvo una vida menos triste y dolorosa.


IGUAL QUE SI NUNCA
¿Es algo más que el día lo que muere esta tarde?
El viento
¿qué se lleva,
qué aromas arrebata?
Desatadas de golpe, las hojas de los árboles
ciegas van por el cielo.
Pájaros altos cruzan, se adelantan
a la luz que los guía.
Sombría claridad
será ya en otra parte
-por un instante sólo-
madrugada.
Con banderas de humo alguien me advierte:
-Míralo todo bien;
eso que pasa
no volverá jamás
y es ya igual que si nunca hubiese sido
efímera materia de tu vida.

ÁNGEL GONZÁLEZ



Aquí podréis encontrar más información sobre él.


Pd.- Triste celebración porque ésta es mi entrada número cien. (¿Por qué esa afición por las conmemoraciones, por los números redondos?) Triste entre paréntesis: celebremos, sí, la vida de un poeta.

sábado, 5 de enero de 2008

VEGETALES


aunque están encerrados respiran como todos,
todos los que nunca conocieron el camino
y caminaron a pesar de su miedo,
hasta hacer suyo el desgaste de las suelas.
detrás de cada reja
esas vidas que nunca entenderemos
contienen su alegría
para no acrecentar el desconcierto
de estos ojos cegados de tedio y de pereza.