viernes, 28 de enero de 2011

HOY SOY EL BICHO


!Ponla bien alta!

Es viernes. Me río. Estoy alegre, algo furiosa. Veo abrirse la vida, la misma que mañana se cerrará sobre sí misma, como las nubes de tormenta. Dejo de cantar canciones tristes. Canto. ...sometimes you're the louisville slugger, sometimes you're the ball... Mañana nada será igual. La frágil estabilidad. Alas de mariposa. Me río de mí misma. Hoy vuelo libre. Hoy soy yo la mariposa. Mañana alguien limpiará los cristales y me estrellaré cuando cierren la ventana. O seré la ventana misma. Hoy me estoy riendo. Por todo lo que he llorado. Y lloraré. Un solo momento de dignidad, que pronto será ridículo. Y así sucesivamente. La esencia del samsara. Bailo, quiero convertirme en un derviche. Sudo y sonrío. Por los días en que me sostuvo la quietud, a golpe de sofá y ventolín. Sí, quiero. Acepto esta jodida vida. Me caso con ella, para poder renunciar a ella. Ayer era yo la calabaza que se lanzaba contra su pared. Por si acaso mañana no estoy viva. Que sucederá, eso seguro. Quién sabe si mañana, pero seguro algún mañana.
Feliz fin de semana. Memento mori. O, como poco, que pronto será lunes.

jueves, 20 de enero de 2011

NADA QUE ENTENDER



Entender que no hay nada que entender. Que todo se convierte en mentira si lo tocas. A veces, incluso, hasta desaparece. Que no hay ni tú ni yo, pero aquí estamos.
Nunca he querido una vida sofisticada. Ni construir cimientos a base de mentiras. Y sin embargo creí que era necesario entenderlo. Entender la incoherencia. Las razones para el hambre. El desamor y el egoísmo. El poder taimado y nauseabundo del ego. Entender para cambiarlo todo. Cambiar una mentira para convertirla en otra. ¿Puede alguna vez ser cierto lo que era falso en su principio? ¿Puede empezar a existir algo, de la nada? Nunca quise construir cimientos a base de mentiras, y sin embargo me he mentido hasta creerme, hasta los cimientos mismos. He llamado verdad a la mentira. Y diferente a lo que estaba unido por el centro.
Entonces alguien llega con el escoplo y el martillo, con el amor humano e imperfecto, y los pone en mis manos. Me enseña que crecer es quitar. Que sumar supone aprender a restar sin miedo. Y no hay nada que entender en ello. Solo hay que vivir. Que no hay camino.

viernes, 14 de enero de 2011

TIEMPOS EXTRAÑOS


Tiempos extraños. La gente tiene los ojos tristes. La calle está llena de fumadores con cara de frío. El Vips de la esquina está medio vacío a la hora de la cena desde hace un par de semanas. Todos tenemos miedo de quedarnos sin trabajo. De la pérdida. Algunos contamos las monedas, ponemos excusas para no salir. Para no gastar. Las mujeres seguimos sin entender a los hombres. Y viceversa, supongo. La soltera añora una familia. La casada mira atrás con nostalgia y se siente culpable por desear retroceder. Los cuarenta suenan a amenaza. Una librería cierra y deja de caldear ese pedazo del mundo. La vida parece que va en serio. El Barça sigue por delante. Rafa Nadal también coge la gripe. Nadie hay invencible. Qué mierda es fatigarse por andar trescientos metros. Qué mierda tener que elegir entre llorar o respirar, entre la asfixia o la ansiedad o la pena. Qué gran suerte, bien pensado. El ego se disfraza de cualquier cosa. De mal humor, de desconfianza, de interés. De desamor, de miedo. La vida parece estar llena de días. Pero hay días en que parece que nos faltara la vida. Ausente. O tal vez nos empeñemos en no verla. Debe de ser eso.

Y si no, para algo está la impermanencia. Sonreír. Al final todo es una cuestión de tiempo.


miércoles, 5 de enero de 2011

EPIFANÍAS


Qué difícil es pedir, a veces. Reconocer ante ti mismo la necesidad. Admitirla ante alguien al formular la petición. Y luego pedir bien. Acertar. No equivocar el sentido del milagro. No esperar ni más ni menos. Ni que la petición lleve mensajes entre líneas, por orgullo o por miedo, que siempre conducen a la decepción. No dar por supuesto nada. Todo un arte, pedir.

Me temo que mi fe en los grandes milagros ha desaparecido. Ahora profeso la certeza de los milagros cotidianos, los que puede hacer, y hace, cualquiera. Hasta yo misma. Los que no llevan a la santidad, pero dan la vida a diario. Los que se objetivan con un gesto de gratitud o de perdón, con una respuesta a tiempo, con una sonrisa sincera. La amistad. Los pequeños sacrificios. Decir te quiero. (Y querer). Responder a la necesidad del otro. Y todo empieza siempre por el pequeño milagro de la autoestima. De mirarse al espejo y no ponerse ni quitarse nada. Quererse tal cual. El principio de todo. Porque es la única manera de no ponerle ni quitarle nada a nadie. De aceptar a las personas como son, de quererlas tal cual son. Quizá no haya milagro mayor que ese.

Aún así a veces pasan cosas inexplicables. Despertarse y seguir vivo. Tener aún ganas de amar. Mantener la ilusión y la capacidad de lucha, de perdón. Querer tomar la decisión de dar, de seguir dando: con respeto, aunque sepas que no vas a recibir nada a cambio. Cosas que no tienen nada que ver con uno mismo. Que simplemente ocurren. Como el amor. Como la presencia del amigo. Algún sueño que se cumple contra pronóstico.

Este año me ha costado escribir la carta. Al final, he pedido salud. Es lo que más necesito: paciencia frente a la enfermedad. Fuerza para superarla. En cuerpo y alma. Poder seguir respirando, con un corazón fuerte, con las manos dispuestas.

¡Ah! También he pedido algún buen libro.

Feliz noche de Reyes. Espero que todos podamos, esta noche y otras noches, volver a ser un poco niños.