domingo, 4 de abril de 2010

DE VUELTA A CASA (quizá nunca me he ido)

1-A veces me apetece nerudear un rato y escribir los versos más tristes, cualquier noche. Pero es que creo que ya solo sé de prosas. Y de soles. Y de alegrías serenas (con permiso del llanto nuestro de cada día). No es que sea prosaica, es que me vuelvo simple. Y no es falta de autoestima, doctor, es solo higiene. Simple, llana, llama, sencilla y de una pieza. Limpia y canosa. Tan solo una mujer que nerudea en prosa.

2-Hoy me dijeron afortunada por tener un camino. Y yo que lo sé, contuve el llanto. Y cuando llegué a casa, saqué el mantel a cuadros, encendí una velita, abrí un tupper y me invité a cenar en el mismo centro de la encrucijada. Que es donde vivo. Con la toma de tierra y el silencio exacto. Mañana usaré el mantel para hacerme un hatillo. Veré pasar a la gente. Sonreiré, pediré lo justo, echaré de menos. Y seguiré caminando, aunque sueñe que vuelo.

3- Nunca pensé que me costaría tanto recobrar la esperanza. A veces estira sus patitas y sale corriendo calle abajo. No suelo sentir ira, vivo con sencillez, procuro dar más de lo que espero. Intento no hacer eco-eco-eco en mi cabeza. Sólo me faltaba ella para estar razonable, atómica, humana. Ayer tuve una idea. Me he puesto cara a la pared y he gritado: un, dos, tres, al escondite inglés. Si la conoceré. Me he dado la vuelta y la he pillado subiendo la cuesta. Ahora se la liga ella. Sé que se quedará conmigo si consigo estarme quieta.