viernes, 29 de enero de 2010

ARSENAL: INVENTARIO 1.0


Prudencia, para caminar despacio sobre el hielo.

Humildad, para pedir perdón, y perdonar, y descansar en la imperfección misma.

Sencillez, para elegir las palabras que nos hacen.

Inteligencia, para reconocer los milagros, la belleza, las oportunidades. Y las limitaciones.

Calor, para adelantar deshielos, si hace falta.

Paciencia, para reparar en que cada uno lleva a cuestas su fardo.

Ilusión, para empezar de nuevo.

Humor, para reírnos los primeros de nuestros resbalones en plena calle.

Voluntad, para siempre volver a levantarse.

Ternura, para saber pedir y ofrecer una caricia a tiempo.

Candor, para desbaratar los argumentos de los cínicos.

Sentido común, para aceptar la vida como viene.

Siempre un beso en la recámara...


Hoy me pregunto, y en realidad, al preguntar lo que hago es una declaración de guerra: con todo ese arsenal

¿Adónde podríamos llegar si no existiera el miedo?



lunes, 25 de enero de 2010

SIN MORALEJA


Una mañana helada, el oso no lo soportó más y sacudió el tronco del madroño solitario. No se esperaba aquella lluvia de manzanas secas, que caían con una fuerza extraña, desproporcionada con la fuerza con la que él había sacudido el tronco. Más bien como si alguien se las arrojara una a una con inquina. A su alrededor, sobre la hierba, las manzanas lo miraban. Eran todas diferentes. le guiñaban el ojo izquierdo. Parecían congeladas, con esa pátina de hielo que uno debe de tocar para cerciorarse de que algo es de verdad, y no de cera. El oso tomó una de las manzanas. Era de un verde vivo y fruncía los labios en un beso en el que se vio reflejado. La frotó contra el pelaje de su brazo. La mordió como temiendo que empezara a cantar, o que apareciera la madrastra de Blancanieves para afearle el acto, o preguntarle si era ella la más bella de aquel reino. La mordió, iba diciendo. Sabía a caramelo. A secreto al oído, debajo de las sábanas. El oso se sintió perplejo. No supo qué hacer. En su mundo las manzanas sabían a manzanas. Y los madroños no daban sino madroños. Y los osos no pensaban, ni perdían la paciencia por cualquier cosa, ni sabían identificar el sabor de un caramelo, ni conocían a la madrastra de Blancanieves. En su mundo nadie escribía chorradas, porque sí, sólo por pasar el rato, por calmar la mente, por mover los dedos. Ni aunque fuera lunes por la mañana.

jueves, 21 de enero de 2010

CEBOLLAS

Nadie sabe si dentro de un instante va a temblar la tierra y todos seremos arrojados a las calles de Puerto Príncipe. Por eso lo mejor es preparar los ojos, empezar a quitar capas poco a poco. Fuera máscaras, esto no es más que la vida. Con dedos torpes, porque somos todo piel y no debemos usar la punta del cuchillo, desgajamos cada capa de la cebolla. Tiene algo de placentero su blancura, la redondez, reconocer su olor. Una vez en el centro ya no quedan dudas. Quizás es por la evidencia de esta esperanza que deja de tener sentido la alarma, o llenarnos de ira y planear venganzas porque esa dolorosa irritación trepe a los ojos. Éstos, causa y efecto, bendita normalidad, serenamente, lloran.

jueves, 14 de enero de 2010

FINAL DE TRAYECTO

Él sabe sonreír. Lo hace mientras lee, ensimismado. Tiene las manos mantecosas, dedos cortos y la mirada gris, de lobo siberiano. Respira, pero apenas se le nota. Ha bajado el libro y la ha mirado. Apenas. Un segundo. Ella se ha visto descubierta en su mirada. Inventa el rubor, se pone una máscara cualquiera. Disimulan. Pero regresan al redil de las miradas. Ella estudia el libro con descaro. Él sonríe y le muestra la portada en la distancia. Ángel González, Palabra sobre palabra. Ella cabecea, complacida. Se inventa un suspiro. Él la sonríe. Ella mira al hombre del sombrero que está al lado. Él también lo mira. Se reencuentran los ojos en el centro. Ella busca algo en el bolso. Traga saliva. El repiquetea los dedos sobre la rodilla. Se rasca la cabeza. El vagón se detiene de repente. Se sobresalta, corre, se le cae la chaqueta, el libro, tropieza, casi va al suelo. Las puertas se cierran. Se detiene en el andén, la gente le empuja, pero él la busca entre todas las cabezas. Da con ella al fin. Se encoge de hombros. El mundo se pone en movimiento. Ella le tira un beso. Metro de Madrid informa: final de trayecto.

domingo, 10 de enero de 2010

HOY, LA NIEVE


1- Para ser nieve y no un copo aislado e indefenso, necesito el tiempo y la temperatura. Sedimentar, tu superficie calma. Para ser sobre tu piel un manto extenso. Cálido en lugar de frío, protector. Que pueda mostrarte la pureza que no imaginas. Que te espera. Poco a poco, pertinaz, iré cayendo.

2- La nieve me convierte en alboroto. Como si lo que nevara fueran poros alterados. Compartidos. Si llamara, o llamase, diría: mira, está cuajando al fin en mi ventana. ¿Ves como tenía razón, si es que eso importa? Viene frío, riguroso, el invierno. Ven a verlo. Ven aquí. Ven, que te invito. A hablar hasta el fin de los días. Al tiempo de un café. A ver nevar desde la barrera. A perder nuestros ejércitos en una guerra blanca que nos haga reír en lugar de arrojar más desasosiego sobre Estalingrado. Todo eso diría. Y mucho más. Incluso me atrevería a sacar las palabras que gasta el silencio.

3- Abrígate y ten cuidado. Por favor. No vayas a resbalar. No dejes de beber. Que no te desoriente la blancura. No te olvides del hielo que hay debajo. LLeva una manta a mano. El teléfono. Vacía bien las cañerías, no se congelen las palabras nunca dichas. Espera a que amanezca para emprender viaje. No elijas morir solo en esta noche oscura y blanca de belleza.

sábado, 9 de enero de 2010

PUERTAS A LO MARAVILLOSO

Sólo hay que observarlo. Y preguntarse, ¿qué estoy haciendo ahora? Y responderse: escribir en el ordenador. Y volver a preguntarse: ¿de veras tú, Leo, estás sentada frente al ordenador, escribes esto que escribes?
La respuesta es no.
Tajantemente, no.

Me miro escribir en el ordenador y es como si viajara a lomos de una nube. Vibro. Y la vida se hace otra. Y lo tonto aparece como tonto. Y que yo resulte tonta ya no tiene importancia. Se desvanecen incluso los conceptos. Las expectativas. Y no hay nada que olvidar salvo el olvido mismo. Y miro bien dentro de los ojos y veo cosas que jamás pensé que pudieran hacerme sentir lo que ahora siento. La revolución y la calma. Soy un espejo, un cielo azul, el silencio del fondo del mar. No soy yo esa que escribe.

¿Qué estás haciendo ahora? Camino. Pero ¿de verdad eres tú quien está caminando? No.
Tajantemente, no.
Y si consigo sentirlo la liberación viene a llevarme de la mano más allá de ese quicio de lo maravilloso.
De repente es todo tan sencillo.

Y tú, ¿qué estás haciendo ahora?

martes, 5 de enero de 2010

FORMAS INESPERADAS

Me sigo poniendo un poco nerviosa esta noche. De alguna manera creo que es la noche en la que puede suceder todo lo maravilloso. La ilusión. La vida. Lo que no se atiene a las reglas que nos imponen los sentidos. Me gusta pensar que esta noche se cumplirán algunos de esos deseos que no son para los ojos. El perdón. Los buenos sentimientos. La firme determinación de cambiar, de mejorar. La fe en los propios sueños. Todo lo que nos mueve y nos conmueve. Me gusta pensar que esta noche alguien dejará en mi zapato un regalo que siempre llevaré conmigo. Un año más. Aunque a veces lo confunda con una piedrecita. Un paso más hacia quien soy. La compasión. El amor intacto. La voluntad. Los sueños vivos que toman formas inesperadas.

Pd. Feliz noche de Reyes. Ojala alcance su magia a todos.