lunes, 9 de agosto de 2010

LO HABITUAL

Hablamos. Lo habitual. O no. La comunicación, como un hada, agita su varita. De repente lee en mis emociones mejor que yo misma. Y me sonríe. (Me entran ganas de salir corriendo. Mi corazón es el perro de Pavlov). Y permanece. Así que permanezco. Y me cuenta su insomnio. Me cuenta un cuento con sus noches en vela, incluso idea un diálogo con su hipotético doctor de cabecera (cuatro esquinitas...). Oiga usted, doctor, es que ella aparece con la luna y con sus mil historias, y a mí me encanta escucharla, pero luego me cuesta conciliar el sueño, y tengo que madrugar, y... no sé... ¿Es grave, doctor? Sonrío. No puedo evitar sonreírle hasta el alma. Y él descifra mi ilusión en tres palabras, quizá en el desasosiego. Yo le doy las gracias por saber hacer resúmenes. Y nos reímos. Y todo se vuelve sencillo, el aire bondadoso y cálido del verano. Nos despedimos con un beso. Hasta mañana. Lo habitual. Lo rotundamente inesperado.

lunes, 2 de agosto de 2010

AGOSTO

Madrid arde en agosto, pero no me quema. Duermo con frío, los pies resisten. No echo de menos, ni me saturo. Por un instante he visto hacia dónde va el sendero. Hacia allí se dirigen mis pasos. Yo voy con ellos. La mujer del espejo me sonríe.

Ni rechazo ni acepto. Sólo camino. Me aparto, con cautela. Conozco la vulnerabilidad; también la fortaleza inevitable. Ya solo cabe lo de verdad, lo real, sano, generoso, el afán de compartir y de crecer. El resto queda fuera.

Me levanto llena de ilusión y de energía. Un día más. Toda una vida. Puedo escribir, reírme, leer un buen libro. Hablar con mis seres queridos. Sentir. El resto queda fuera.

Este es mi otro proyecto. Estáis todos invitados.