jueves, 22 de diciembre de 2011

NAVIDAD, OTRA VEZ


Me ha costado tiempo poder volver a entrar aquí con tranquilidad para escribir. Los días, en el último mes, se han vuelto un algo escurridizo y organizado donde no parecen existir huecos para detenerse a salvo.

Hoy al fin he podido parar con la intención tan tópica y feliz de desearos todo lo mejor en estas fiestas y en el año que entra.

Amor, buenas letras, amistad, trabajo, esperanza... Cada uno sabe lo que quiere y aunque a veces no sea lo que más nos conviene, soñemos con que es posible. Eso os deseo: buenos sueños y despertares llenos de fuerza y energía para hacerlos realidad, o al menos intentarlo.

Feliz nacimiento.

viernes, 2 de diciembre de 2011

EL DESPERTAR, EL FRÍO


Anoche soñé que jugaba un partido con Rafa Nadal. Uno de esos partidos en los que nadie gana. Cuando me desperté me sentía sofocada. Antonio roncaba a mi lado. ¿Habría notado algo? A mi cabeza acudía la imagen de Rafa mordiéndome el dedo gordo del pie, como si fuera el asa de la Copa de los Mosqueteros. Antonio también había llevado una melenita castaña y racial antes de quedarse calvo. Eso también le sucedió de repente, lo de quedarse calvo. En apenas una semana lucía una perfecta tonsura de consagrado. Y una mañana ya no le quedaba nada. El médico le dijo que era cosa de las hormonas y le recetó una boina. No me imagino a Rafa con boina. Lo otro, dijo el médico, era por la próstata. Antonio fue una temporada a jugar al tenis al Club de Campo con Alcibíades, el abogado. Llevaba unos pantaloncitos blancos ridículos, muy cortos y un polo Lacoste. En mi sueño Rafa se quitaba de un solo movimiento una de esas camisetas sin mangas, de colores fuertes, y luego me miraba con los ojos indios entrecerrados, calculando la profundidad del saque. Suspiré y Antonio se revolvió en sueños. Seguro que me lo notaba. Él lo notaba todo, aunque la sensibilidad se le había caído de los labios, de la punta de los dedos... A veces, desde la cama, me miraba el camisón por encima de las gafas, y tragaba saliva, y seguía leyendo. Entonces yo sentía ganas de golpearle mientras me metía en mi estricto lado de la cama, entre las sábanas frías. Te estoy calentando las sábanas, me decía él, Rafa, tumbado en mi lado como una de las majas. Y yo ardía, rompía a arder, como si fuera un vampiro y Rafa hubiera alzado la persiana. Después sucedió todo, sin orden ni concierto. Sus gritos desde el fondo de la pista, mis risas, los chasquidos. El revés liftado, el saque y la volea. La muerte súbita. El despertar, el frío, la realidad, la culpa. Antonio ya no roncaba, respiraba acompasadamente. Invadí su lado, tenía los pies frescos. Yo sudaba. Pensé en tratar de calentárselos, pero solo le di un beso en la frente.


sábado, 26 de noviembre de 2011

ESCONDITE


Hay noches como esta que son para nosotros. Me cierras el libro en las narices, apagas la tele, me propones jugar al escondite. Y yo acepto, pero con las luces dadas. Veo tus pies que asoman bajo las cortinas. Me río. Se trataba de eso, me dices, de que me encontraras pronto. Y me coges las manos, y me abrazas de un golpe. Y entiendo que todo se reduce a eso. A encontrarnos pronto, a abrazarnos, a regalarnos las noches y los días, y las tardes de tedio, y la soledad misma. Amarnos en silencio, con los gestos más sobrios, sin más filosofías. Con llanto y con sartenes, con la gripe y tu jefe; hoy con la regla, mañana con lluvia. Pasado quién sabe. Cuando somos ridículos y la ira nos tiembla. Cuando el ego masoca regatea con besos en lugar de con euros. Hay noches como esta que son para nosotros. Apago el ordenador, cuento hasta veinte: tus pies asoman por fuera de la colcha.

martes, 22 de noviembre de 2011

ADIVINOS


¿Quieres saber cómo será tu vida dentro de diez, veinte años? Nada más fácil. Solo detente y observa lo que piensas. Cómo lo piensas. Las emociones. Adivinar el infierno es fácil. Solo hay que dejarse vencer por la ira, por el rencor, por la envidia. Por la cobardía, o la pereza. Echarle siempre la culpa a los demás. Asegurar que el cielo no existe, sino solo las nubes.

Pero aún necesitamos los milagros, los misterios, creer en el destino inexorable. Nada más fácil. Mirar a los ojos de la gente, recordar, escuchar y luego mirar adentro y ver qué será de nosotros. Solo para valientes.

martes, 15 de noviembre de 2011

INDIFERENCIA


Hace mucho que no te escribo una carta. Querido menganito, te echo de menos... o bien: Mi amor, no sabes lo maravilloso que eres... O quiero pedirte que me perdones, no pretendía herirte al decir eso, solo es que estaba enfadada, y, claro, ya se sabe...

Hace mucho que solo te imagino y caigo en el error de creerme en lo cierto. De creer que estás triste porque el día es de plomo. O que me echas de menos, porque me duele el centro. O que el aire liviano lleno de luz y brillo solo puede deberse a tu alegría.

Hace mucho que invento y no te digo nada de lo importante. O establezco un diálogo en el viento, que al final, no queda en más que eso: transición de estaciones, tiempo muerto. Nunca conjugar los verbos juntos, ni temblar, ni crear un puente de papeles, ni de sellos, de declarar amor ni desmentirnos. Ni dejarnos al olvido ni olvidarnos. Ni enmendar la falta ni anidarla. Los días mudos, los besos de labios pespunteados, el silencio y la tele cada noche. El camino seguro a otro comienzo.


viernes, 11 de noviembre de 2011

AMANTES


El diablo se viste de Newton los jueves. Nos disfraza de agujeros negros: nos arroja manzanas, que mordemos; manzanas hechizadas que nos dejan desnudos frente al pecado, los hoteles, la ausencia de remordimiento. No hay tiempo de hablar, tal vez porque no es asunto de palabras. La gravedad caduca a las veintiuna horas, para coger el tren de ytreintacinco. El agua de la ducha termina por deshacer el sortilegio, con cuidado de no mojar el pelo, ni de usar jabón. De no abrazarnos en la despedida, para que las ropas no sufran el contagio. La melancolía. Y no amargar la cena de los otros. Luego las miradas persiguen los pasos de un andén a otro. Direcciones opuestas. El tiempo renueva su cuenta por semanas. El aire del vagón de cercanías huele a almendras.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

LUNES RARO


No recuerdo cuántas montañas rusas me he regalado. Empeñada en saber, en comprender. Recuerdo marearme en los semáforos al ponerse en rojo, querer correr, necesitarlo. Pensar que la solución estaba fuera. En ser querida. Que podía controlar lo que pensaran de mí, la interpretación de lo que digo, de lo que escribo, de lo que beso.

Sé que la certeza tendrá sentido apenas este instante. ¿Qué podemos conocer, salvo esto? Quizá la magia está en correr sin pensar en ganar.

En saber que para siempre son veinte minutos, lo mismo que veinte años. Sobre todo si separamos el camión en sus piezas.

De repente es lunes y me descubro pensando que Descartes igual nunca supo que tenía razón. Eso de que es posible que saber signifique saber que no sabemos. O que es imposible saber.


Miedo de semáforos en verde.

Vaya tela.

Ya os avisé en el título que hoy es un día raro.

viernes, 28 de octubre de 2011

POR TI


A veces, en mitad de la batalla, cuando las letras se me caen de las puntas de los dedos, cuando todo se mezcla y pierde la forma y yo dejo de ser yo y soy todas las que he sido y las que no seré; a veces, entonces, escribo y me doy cuenta de que en el fondo, muy, muy, en el fondo, es decir, bien a la vista, me doy cuenta de que todo, cada palabra, cada beso, cada idea, cada mirada despistada que huye a través de los cristales y se enreda en la lluvia inexistente de este otoño, todo, la escritura, la vida, la desesperación y el miedo, todo, lo hago por ti.

¿Por mí? Te habrás preguntado, y habrás mirado detrás, para ver si hay alguien a quien señale mi dedo manchado de tinta.

Por ti.

Menuda sorpresa, ¿verdad?

¿Sabes que entre tú y yo, entre nosotros, no encuentro ninguna diferencia?


lunes, 24 de octubre de 2011

MI ALMA


A veces organizo batidas en su busca. No necesito perros, con los ladridos del alba me vale. O con esa luz miserable que aún añora al verano y se demora en las hojas amarillas: con esa luz tengo suficiente para tratar de encontrarla. Es de esa materia que, en pleno día, se diluye, y se entrega a soñar, a vivir de ilusiones, a verlo todo bonito. Solo en esos momentos en los que se percibe el contorno de las cosas, o bien la sombra, me molesto en emprender su busca. Hago sonar los cuernos, mando un sms a los halcones para que se despojen de sus caperuzas y, desde lo alto, me orienten.

Luego me doy cuenta de que se ha hecho de noche. De que olvidé domesticar a los halcones. Y además no me vale el abrigo del invierno pasado. Decido que es mejor esperar a que amanezca. Encender la estufa y tumbarme en la alfombra. Echarla de menos aún un rato más. Aprender la lección. Por ponerla en aquello, en ti, en esto otro. En todo lo que nunca mereció la pena. Y sin embargo...

¿Cuántas veces me la habré cruzado sin reconocerla?


sábado, 15 de octubre de 2011

TU NOMBRE


Ya no me acuerdo desde cuándo pienso en ti. Ni siquiera de cuándo me olvidé de olvidarte y acepté que estuvieras siempre pegado a mi nuca, al borde del beso, en los sueños queridos y lejanos. A veces tu nombre acude a mis labios sin quererlo. Se me escapa, en voz alta. Y me sonrojo, y me tapo la boca con una mano blanca que no sabe lo que es tocarte. Que no te conoce. Y me río, porque pienso que tu nombre es más que un mantra, más que la contraseña que abre la puerta del jardín del edén, más que el más poderoso sortilegio. Me río porque me da un poco de vergüenza todo esto, porque sé bien que soy exagerada. Pero a pesar de serlo, exagerada, tu nombre no deja de ser la llave de tu puerta. Y ¿acaso no somos, cada uno, todos, todo eso? ¿Acaso dentro, al fondo del pasillo, no guardamos todos el frescor y lo verde, y la sombra y el agua para quien se atreva a llamarnos en voz alta; para quien nos reclame sin cansancio, para quien se olvide de olvidarnos?

viernes, 30 de septiembre de 2011

RIEN DE RIEN



No es por llevar la contraria, pero sí. Yo me arrepiento de cosas. Qué se le va a hacer. Por mucho que sea positiva, que vea que todo sirve para aprender. Por mucho que crea en eso que CS lewis dijo tan bonito el dolor de entonces será parte de la felicidad de ahora. O viceversa. Sí, sí. Grandes verdades. A veces aprendemos, a veces necesitamos de un buen palo.
Pero ahora, de repente, quizá en un arrebato de locura transitoria, me arrepiento de haber tomado ciertos caminos. Ciertos seres. Y estares. Me arrepiento de haber dado oportunidades, confianza, de no haber sido más asertiva. O viceversa. De haber enarbolado una bondad mal entendida, eso que ahora muchos llaman buenismo. Lo que no quiere decir que me dé por pensar que hay que ser malos. Que no, que no. La bondad, creo, es señal de inteligencia. Tocino y velocidad. Me estoy despistando.
Me arrepiento, decía. He cometido errores que han condicionado muchas de mis infelicidades; de ahora y de entonces. Quizá porque a base de tanto je ne regrette rien nunca he terminado de aceptar la imperfección; y me he plegado al engaño de que lo imperfecto es lo perfecto. En lugar de no dar esa vuelta de tuerca y detener los pasos en lo más simple (mis saludos a Ockham): que, sencillamente, el error existe. El mundo es imperfecto, yo soy parte del mundo, ergo...
Y sí, si un día fuera neutrino y pudiera ir a donde me diera la santa gana, creo que hay cosas que haría diferentes. Como te lo cuento.

jueves, 22 de septiembre de 2011

LENTEJAS


Los tejidos siguen vivos a pesar del sueño. No es cierto que la consciencia sea todo. Anoche has venido a verme, te has tumbado a mi lado, me has contado el secreto. Aún conservo tu olor prendido en la solapa, enredado en mi pelo. Con los ojos cerrados. He reconocido tu voz en la penumbra, tu beso en mi mejilla, el tacto de tu mano sobre mi hombro desnudo.

Es lo más cerca que podemos estar de la magia. Dormidos. Cuando volamos, cuando vienes a verme, y me hablas, y me explicas por qué. Por qué te fuiste, porque vuelves a veces cuando duermo. Y yo sigo sin entenderlo por más que hables. No sé por qué me empeño. En una ráfaga, te oigo respirar, y al fin comprendo que no hay nada que entender. Que ése es el milagro. Que da lo mismo estar despierto, dormido, mendicante. La realidad la siguen creando los tejidos. Las redes. No hay nada que entender. Solo aceptarlo. Vivir a gusto, o no. Comernos las lentejas. O tener la voluntad de crear el camino en cada paso.

Así que esta noche he quedado contigo.


jueves, 15 de septiembre de 2011

PREGUNTAS. Perdón I


¿Qué pasa después de la ofensa? ¿Cuál es el verdadero significado del perdón? ¿Es ser como el agua, que vuelve a la normalidad después de recibir la piedra? La guarda en el fondo, quizá la arropa en fango y la olvida, en su seno cálido o helado. O la deja posarse junto al resto de piedras. No la devuelve a la orilla, envuelta en un tsunami.

Es posible que asumir la capacidad del otro para dañarnos sin querer con su conducta sea asumir la propia imperfección. Qué cosa más intolerable: nosotros, que siempre tenemos la razón; nosotros, que siempre merecemos el perdón. Seres impolutos que hallamos siempre la culpa en los demás, y nunca preguntamos al espejo. Seres impolutos que vemos humanidad en nuestras ofensas y agravio en las de los otros. Que en nuestra ceguera consideramos soberbia la generosidad del que nos regala la remisión de nuestra falta, el milagro del olvido.

¿Cuál es la magnitud de éste? ¿En qué sustrato debería permanecer la deuda? ¿Cuánto tiempo hace falta para domar las mareas? De lejos, las rocas se convierten en piedras. Las olas, en ondas que apenas rompen la superficie de la calma. ¿Es la distancia la solución? ¿Lo es acaso el tiempo?

Lejos, pasados los años, seguimos siendo imperfectos.

¿Basta con apartarse de las manos que tiran piedras a los trenes, a los lagos? Piedras que reboten contra la superficie. ¿Terminará alguna vez la eterna infancia?


lunes, 5 de septiembre de 2011

DESDE EL AGUA


Un día el agua vuelve a ser transparente. En la superficie, el rostro reflejado te recuerda a alguien. No importa agitarlo, que se descomponga. Ahora sabes que no has venido aquí para eso, para la eternidad, sino solo para habitar el fugaz instante y dejar libre tu hueco después. Tampoco has venido para detenerte demasiado tiempo en esa imagen: de todos modos, no durará.

Poca importancia tienen entonces, desde el agua, los agravios, las ilusiones. El pasado. La quimera del futuro. El instante se disuelve en la intensidad. Todo lo que nos queda es vivir hasta la médula esas emociones pasajeras, lo que sentimos y hacemos sentir.

Si nos paramos a separar las partes, cada pieza de lo malo se recicla en la construcción de lo bueno. Al momento siguiente. Los que llamamos nuestros enemigos son los maestros de nuestro bienestar. Desde el agua, nuestra vida no se puede convertir en un juego de evitación, ni de enfrentamiento. Solo de amor y aceptación. Un día las turbulencias desaparecen y, si enfocamos bien la mirada, podemos ver el fondo de arena dorada y piedras que acarician.

Al menos hasta que suba la Marea y todo desaparezca.


viernes, 26 de agosto de 2011

BUEN CAMINO


De pronto revivo. Los días se acortan. El aire empieza a traer una semilla fría, una textura distinta. En Madrid el cielo se hace más alto, de repente. El azul cobra otra dimensión, otro brillo. Aparecen las nubes: apetece observarlas, jugar con ellas. Todavía quedan días de calor, pero la promesa del otoño cada año me hace sentir nuevas esperanzas. La misma impermanencia es algo gozoso: también lo malo pasa, todo se renueva. Siempre hasta un punto, sí, puede existir el cambio. Me gusta oir cómo cruje al fracturarse, cómo el otoño rompe la costra del verano. En el horizonte, si miras con atención cuando cae la tarde, puede verse el sendero que conduce al corazón del invierno. Un buen camino.

martes, 23 de agosto de 2011

PATIO

Uno de mis vecinos se fue de vacaciones y dejó la radio puesta, bien alta, día y noche, para que la oyeran los presuntos ladrones, para disuadirlos de entrar. Y dejó la ventana abierta. Quizá para disuadirnos de dormir, ya que la vida es corta, a los pocos que hemos quedado en Madrid este mes de agosto.

Mi vecina de arriba regresó de vacaciones la semana pasada. Llegó tarde del viaje, a eso de la una y media de la mañana. Abrió las ventanas para ventilar, me imagino, y organizó en voz bien alta sus asuntos con su hijo, que debía de estar al otro lado de la casa.

También se han quedado los estudiantes del cuarto. Se reunen los viernes y los sábados, a veces. Son buenos chicos: no ponen música. Solo hablan, y ríen sin cuidado, sin hora de cierre, y fuman cigarrillos, que más tarde serán colillas, que se les caerán de los dedos y terminarán en el patio al que da mi dormitorio, a ras de suelo. Ambos: las colillas, mi dormitorio.

Esta mañana, a las 7.41, mi vecina del tercero D, médica de profesión, me despertó al arrojar al patio, en tres tandas, tres aldabonazos, el agua del barreño donde acababa de lavar (imagino) los sujetadores que estaba tendiendo cuando me asomé, sobresaltada, legañosa, para ver qué pasaba. Por un momento creí que había empezado el diluvio universal. Os lo juro que lo creí. Os lo juro: sentí alivio, algo parecido a la esperanza.


Me pregunto cuáles serán mis costumbres molestas. Cuál es el límite de la tolerancia, cuál el del respeto. Si hay algún lugar donde huir de esto. Por qué no hay ningún banco de paciencia.


jueves, 18 de agosto de 2011

BLOG


A veces tengo ganas de escribir demasiado. Con esa sensación de estar haciendo un striptease ante desconocidos, que pueden resultar ser lobos y devorarme. Sin anestesia ni aviso previo. Dejar al descubierto la carne blanca y blanda. Los defectos. El descompás de algunos latidos. A veces contaría aquí cosas que me importan de veras, con las mismas palabras con que las contaría a un amigo muy íntimo. Acaso es lo que hago siempre, siempre. No puedo ver la línea que separa la necesidad de compartir con la reserva, con el pudor. La llamo ficción y me quedo tan ancha. No entiendo cuánto de ego hay detrás de todo, si todo es ego, si poner sobre el tapete las cartas dadas no es más que reconocer que no hay diferencias. Solo personas con jugadas distintas, personales.

A veces me gustaría contar mi última jugada con pelos y señales.

Mi obsesión por los vampiros.

Mi último beso en el cuello.

El abrazo que echo en falta.

Me gustaría decir nombres. Exhibir la lista de cadáveres, cada una de las bolas de hierro de la cadena. Nombres y apellidos. Empezar a escribir y no terminar jamás. Con la ingenua sensación de que detrás de estas letras solo hay gente. Gente que a ratos siente cosas parecidas. La misma gente con diferentes trajes: frialdad, indiferencia, soberbia, miedo. Inseguridad, superioridad, cobardía, angustia. Desnudos por dentro.

Ya lo he vuelto a hacer. Ya he escrito demasiado.


sábado, 13 de agosto de 2011

DEMASIADO


Lo difícil es conciliar, el equilibrio. Conocer el innegable valor que tiene cada vida, mi vida, pero no envanecerme, ni creerme diferente. Suena ingenuo, ¿verdad?: diferente. Por lo general, nos consideramos mejores, en el fondo. Lo que no es más que ignorancia, la misma ignorancia que nos salva y nos condena. Suena ingenuo, ¿verdad?: mejores. Cuando demasiado a menudo lo que pensamos es que somos superiores. Y eso solo es una condena.

Lo difícil es comprender que hemos venido a hacer algo, hacerlo, y no tomarse demasiado en serio. Ni creer demasiado en la férrea existencia de este yo que a veces cree en su superioridad, en que es mejor. Ese yo que, solo por eso, se revela ignorante. Ese yo que, por lo tanto, nos engaña.

Pero, si no confiamos en nosotros mismos, ¿en quién confiaremos? ¿Cuándo llegaremos a casa? ¿Quién nos hará sentir seguros?

Confiar en el constante cambio.

Únicos, que no diferentes.

Sacar pleno partido a nuestra caja de herramientas...

Demasiado para un sábado de agosto.


lunes, 8 de agosto de 2011

PUERTOS ABIERTOS


Para eso están las metáforas, para que entendamos algo, para hacernos sensibles a la flexibilidad del mundo. Quizá el mayor síntoma de rigidez, de degeneración, sean las certezas. Esos burros de los que no somos capaces de apearnos, pero tampoco de demostrarlos con algo de rigor. Me ha costado ser consciente del miedo que da la libertad. He necesitado asimilarlo con la metáfora del folio en blanco. El tópico.

De repente caigo en que mi vida es este algo informe, solitario y pleno; este algo sobre el que puedo ejercer toda mi autoridad, con manos de alfarera o a golpes de karate. Con generosidad y compasión. O con cadenas. Este algo que lo mismo avanza por puertos de montaña, que se demora debajo de un árbol en un parque urbano, que se sacude la arena de entre los dedos de los pies antes de ponerse los zapatos.

Delante de mí brilla la pantalla. Parpadea impaciente el cursor. No me presiona, no: me guiña el ojo. Da miedo empezar algo, algo que puede ser ancho y hondo, lo que yo quiera, a mi medida. Basta con mover los dedos, con hacer del camino la medida del éxito. Escribo de nuevo.

Es verano, los puertos están abiertos.


martes, 2 de agosto de 2011

PUBLICIDAD



—Sí, ¿oiga? Llamo por lo del anuncio.

—Buenas noches. ¿Sería tan amable de decirme en qué medio lo vio? ¿Prensa, televisión, tal vez?

—Er..., sí, fue en un papel, por la calle. Una de esas octavillas.

—¿Y en qué ciudad, si es tan amable?

—¿Es necesario? Bueno, sí, claro: supongo que sí, ¡qué tontería! En Madrid. La recogí del suelo hará unos diez días. Llamo porque quiero hacerlo.

—¿Diez días? No ha tardado mucho.

—No, bueno... Pero estoy decidido. Lo he pensado bien y estoy decidido. En realidad esto es lo que quería desde siempre. Cuando vi el anuncio lo tuve claro. No tenía ni idea de que se podía, ya sabe, hacer algo así. Lo tengo claro.

—Puedo resolver cualquier duda que tenga en este momento, si lo desea.

—No tengo dudas, de verdad. Es lo que quiero hacer.

—¿Sabe que tendría que renunciar a vivir en su ciudad?

—He visitado su página web y me he informado bien de todo. Lo de la luz, la comida y todo eso. De verdad, estoy interesado en seguir adelante. He reflexionado mucho. No tengo familia, ¿sabe? Ya sé que debo irme, renunciar a los amigos...

—Perfecto. Aún así, permítame que le explique el procedimiento: en primer lugar, voy a hacerle un cuestionario, que estudiaremos en profundidad. En caso de que su perfil sea el idóneo, le llamaríamos para una primera entrevista. Una vez superada ésta...

—¿El perfil idóneo? ¿Es que hay muchos candidatos? No creo.

—...Le decía que, una vez superada, le citaríamos para un segundo encuentro, ya con su Encargado. Si todo va bien, esa entrevista podría ser definitiva.

—Entiendo.

—¿Podría responderme a unas preguntas, por favor? ¿Seguimos adelante, entonces?

—Adelante, claro, sí. Pero, un momento: ¿cuánto tiempo duraría todo el proceso de selección? Me refiero... ¿semanas? ¿Meses?

—Eso es muy variable, depende de cada Encargado.

—Bueno, en mi caso no creo que tarden mucho, de verdad creo soy perfecto para..., que encajo. No tardarán mucho en aceptarme.

—De todos modos, con una decisión tan firme, acaso el tiempo ya sería lo de menos, ¿no cree?



domingo, 31 de julio de 2011

MADRID


El descanso ha sido breve. Madrid huele a rutina, a polvo, al tiempo perdido de las desilusiones. Cada vez me encuentro más ajena en este espacio, entre el ruido y la furia de los cláxones. Mis pulmones me recuerdan el cieno invisible que habita el aire con palabras de asfixia y de insomnio. Vuelvo a mi rincón, a mi mesa de trabajo, a este ordenador. Veo a la gente por la ventana y me parecen los de siempre, pero ahora cargados con la laxitud de agosto, con esa soledad que desprende el asfalto al amanecer, a la hora de la siesta.

Madrid me muerde en el cuello y no me queda más remedio que dejarme. Tomar vitaminas cada mañana. Transfundirme letras, escribirlo todo. Hace tiempo que me convirtió en otra urbanita. Resentida y furiosa. ¿A quién morderé yo?, me pregunto, mientras concibo algún plan de escape y sueño con el día en que se abran todas las mazmorras.


viernes, 22 de julio de 2011

VACACIONES

Me tomo unos días libres. Pasadlo bien.

miércoles, 13 de julio de 2011

LLEGA UN MOMENTO


Llega un momento en que hay que aceptar las encrucijadas. Y dejar la obstinación de lo no logrado para otras reencarnaciones, por si acaso. Es decir, tomar una de las bifurcaciones. Y mejor hacerlo andando. Porque llega un momento en que hay que apearse del burro antes de que este se canse y nos apee por la orejas. Decir que no, y tal vez, salir corriendo. Y el burro que haga lo que quiera.

Llega un momento en que uno repara en que esa cosa informe, inestable, solitaria o no, bacheada a tramos, suave y lisa y amorosa a veces; esa cosa informe en la que, decía, el día menos pensado uno repara en que es su vida.

Eso que se puede dividir en días, en instantes, en sueños, en fantasías, en amores, en cursos escolares, en estados mentales, en cafés o en copas. En besos dados o no dados, en perdones, en portazos, en renuncias pacíficas. En carreteras secundarias, autopistas, autovías, caminos de cabras, caminos de baldosas amarillas. En sueños cumplidos, en sueños por cumplir. En eclipses presenciados. En novelas.

En cadenas.

Llega un momento en que hay que pagar el peaje y adentrarse en la autopista. Decidirse a quitar las cadenas, a resbalar, quizá a caer por algunos precipicios inventados. Y dejar que el burro vaya donde quiera.

miércoles, 6 de julio de 2011

PLATONISMO


Oigo tu nombre y las velas se inflaman de viento de repente. Una voz grita tierra desde lo alto del palo mayor. El horizonte deja de ser una amenaza para los mundos planos, allí donde la tierra se corta a cuchillo, donde todo termina, incluso lo que nunca se alcanza. Ahora allá hay algo donde poder posarse. Oigo tu nombre y me vuelvo caja de resonancia, dejo que flote, apenas me atrevo a pronunciarlo. No sea que al sol travieso le dé por reverberar, por conjurar cantos de sirena, y la tierra firme resulte ser el rascacielos que crece en la arena de todos mis desiertos. Oigo tu nombre y me alegro tan solo porque existes, porque alejas mis ansias de galerna, mi extraña querencia por lo tóxico, la desesperanza. Me haces creer que existe junto a ti la generosidad, y la alegría, sin ser cursi, ni blando, con astucia y trabajo. Oigo tu nombre y recupero la confianza en la bondad. En la bendición del compromiso, de querer dar, con la sencillez de quien acepta sus defectos.

Alguien grita tierra en lo alto del palo mayor. Marco un rumbo eterno, paralelo a la costa, la silueta del continente siempre a la vista, proyectado en la pared de la caverna, sin contaminación, siempre fuera del alcance de las manos.


sábado, 2 de julio de 2011

CANGREJOS

la foto la tomé de aquí

Sábado. Verano. La marea más baja ha dejado al descubierto algunos pecios. Resaca de años, un ligero dolor de cabeza. Kilómetros de arena para recorrer con los pantalones remangados. Algunos cangrejos huyen, de espaldas, sin saber dónde está el mar ahora. Era quizá más fácil explorar la bahía a nado, no arriesgarse, siempre desde la superficie, flotar, vivir de espaldas siempre mirando al cielo. El buque de guerra ahora varado sobre la arena es un fantasma de herrumbre, afecto y tiempo malogrado. Sólo sirve para enredar a las algas, para que los peces jueguen al escondite. Hay otros barcos, más modestos. La marea aún no ha descendido como para descubrir los trasatlánticos. Es posible que la vida no sea más que eso, nadar cuando nos sea permitido, sentir cómo se hunde la arena bajo los pies, tratar de reconocer lo amado en los restos visibles, beber cerveza para nunca conjurar los invisibles. Reírse con amabilidad de los pobres cangrejos, siempre de espaldas; descubrir que no huyen, que tan solo es su forma de buscar el camino de vuelta.

lunes, 27 de junio de 2011

DESEOS


La despertaron dos toques en la puerta de su dormitorio. Toques de nudillos desnudos, casi tímidos. Era de madrugada y estaba sola en casa. Seguramente había sido un sueño, pero no era capaz de discernir muy bien si acaso estaba despierta antes o lo estaba entonces. Desde que él se fue, guardaba las tijeras en el cajón de la mesita de noche. Cuántas precauciones para no querer vivir, pensaba. El caso es que ahí estaban: solo tenía que alargar la mano y cogerlas. Pero eso haría algo de ruido, así que decidió no moverse, esperar. Respirar tan quedo que le pareció que no respiraba. El corazón le latía en las orejas. ¿Cuánto tiempo tendría que estar así? Pensó que era tonta, que debería salir de la cama, abrir la puerta y echar un vistazo por el piso. Él lo habría hecho, se habría levantado de un salto. Total, seguro que todo estaba en su sitio, que no era más que una mala pasada de su imaginación. Tres vodkas, demasiadas lágrimas y ahí tenía el resultado. ¿Por qué sería tan cobarde? Quizá todo habría sido diferente si hubiera sido ella, si cuando lo supo todo hubiera terminado con él. Si no hubiera esperado que la eligiera a ella.

Ser valiente. ¿Qué podía haber ahí fuera, en el pasillo? Nada. Solo su propio miedo. Contó hasta diez. Despacio, se tumbó sobre el costado izquierdo y dejó poco a poco que saliera el aire de sus pulmones. Y después inspiró con confianza, escuchándose. Al menos volvía a sentir aquella tranquilizadora cadencia. Sístole, diástole. Ya no tenía ganas de seguir rezando para que la muerte fuera a buscarla y terminara con su sufrimiento. La expiación. Voy a hacerlo, se dijo, me incorporaré, encenderé la luz y saldré a mirar. Cogeré las tijeras, si eso me da confianza. Y luego regresaré a la cama y dormiré bien el resto de la noche. Y, a partir de ahora, todas las demás noches. Entonces, de nuevo, con nudillos desnudos, casi tímidos, llamaron a la puerta.


jueves, 16 de junio de 2011

ESCUELA DE FUNAMBULISTAS

No encuentro de quién es la foto. Si molesta, la retiro.


Alguien debería enseñarnos a reconocer las derrotas, a dejar de machacarnos con cosas absurdas, a envejecer, a dejar de amar, a dejar de ser amados. Alguien debería enseñarnos a sonreír en los días malos, a ser generosos también cuando sufrimos, a saber detenernos, a saber acelerar; a no dejar que el miedo nos gobierne, pero aceptar que existe: a sentirlo y, aún así, seguir adelante. Aunque el camino sea de huida.

Alguien debería enseñarnos a aceptar la vida como es y como viene.

A respirar.

A decir adiós a los amigos.

Alguien debería enseñarnos a hacer las maletas. Y no mirar atrás. A reconocer nuestros ojos en el espejo.

Alguien debería enseñarnos a andar por cable. Con red o sin ella. A quedarnos solos. A intuir el futuro y, aun así, mantener el equilibrio, y dar el paso siguiente, y el otro. Alguien debería enseñarnos que no se llega nunca a casa.

viernes, 10 de junio de 2011

DON NADIE


De verdad, es un gusto ser nadie. Pero no por lo de siempre, eso de no ser evaluado, que nadie te conozca, pasar desapercibido y bla, bla, bla... No. No es por eso. Me refiero a otro tipo de nadie, un nadie hacia dentro. Porque todos nos creemos alguien, ¿no? Es maravilloso, debe serlo, que haya nunca ninguna razón para el agravio. O para agraviar, me refiero. Si no te crees nadie no habrá razones para sentir que alguien te debe una consideración. Por amistad, por los años compartidos, por lo que sea. Os lo digo así, en confidencia. El otro día se lo conté a mi mujer y me miró raro. Por un momento creí ver brillar algo como agua dentro de sus ojos. ¿Qué hablas? Todos somos alguien, dijo y me dio un beso en la frente. No me esperes despierto, añadió. No es cosa mía, lo confieso. Lo leí en libro hace tiempo, poco después del accidente. Los milagros suceden, se llamaba. Y decía, No soy nadie y no tengo de qué defenderme. Es un pensamiento que me calma, aunque no sé por qué. Siento que estoy a punto de descubrir cómo explicar porqué produce tanto consuelo. Ya os lo contaré, cuando lo logre.


miércoles, 8 de junio de 2011

FRUTA DE TEMPORADA

Hoy te he vuelto a ver. Ha pasado el tiempo. Qué mala suerte. Quedarme sin mordisco, quedarme con las ganas. Puede que todo lo que tuviera para ti fuera sombra. Palabras para susurrarlas a las rendijas de las persianas, para dejarlas suspendidas del aire, como el polvo que se cuela a través de ellas y permanece suspendido en la luz. Quedarme sin bailar en el salón de tus espejos. El baile más antiguo. Quizá no era más que eso, la esclavitud de la química, o el polvo que se posa sobre las sábanas que cubren los muebles de esta villa. Algo más fuerte que la sangre, que el amor.

Habría sido yo quien te hubiera hecho daño. Lo sé. Soñarías con mis pasos tras la puerta y de pronto serían pesadilla. Mis ojos. Pero no me dejaste entrar. Por eso tuve que marcharme. Servidumbres de vampiros. Desaparecer para siempre. Fue doloroso, tener sed y renunciar a ti, que eras fruta fresca.

Habría sido grandioso. Créeme. Abrir las ventanas al amanecer, sacudir las sábanas al viento, inmunes al tiempo, al sol. De la mano. Inmunes, vivos, muertos. Bailar para siempre en salones vacíos, reírnos de los espejos. Disponer de toda la eternidad para fabricar recuerdos.

Hoy he visto dónde va la fruta al final de la temporada. Qué mala suerte.

jueves, 2 de junio de 2011

FILÓSOFO


¿Me perdonas? Creo mis teorías, en todos los sentidos. Primero las saco de mi mente. Luego las estudio. Después las aprendo. Al final me las creo. Te las digo. Las escribo. Te hago reír. Según Platón, alguien me las puso ahí, en la cabeza, hace ya un montón de siglos. La memoria secreta de los genes. Pero él no fue, que lo sé yo. El diablo lo confunda. Prefiero a Demócrito y sus átomos de formas extraordinarias, formas que encajan en tus ojos al mirarme. Bañarme en el río siempre nuevo de tus manos. Prefiero a Aristóteles, ya en el a C. marcando la pauta de la narrativa que se cree posmoderna y gafapasta. Prefiero el dulzor amargo de la cicuta antes que recordar algunos nombres, que contestar llamados desde el fondo de los pozos de la conveniencia, antes que recurrir al sofisma para salvarme.

¿Podrás perdonarme que renunciara a Wittgenstein, a Ortega, para selectividad? ¿Que nunca llegara al final de libro? ¿Podrás perdonarme que mi loca memoria se haya olvidado de críticar la razón pura y esta noche sólo entienda de la mística, la perdición, de la sublime mentira de los besos?


jueves, 26 de mayo de 2011

DESCANSO



Es sorprendente la facilidad con la que algunas personas hacen las cosas que mejor saben hacer. Sinatra es un ejemplo de ello.
Hoy me consuela escucharle, con su voz brillante, sin ley antitabaco. Hoy que desearía que la vida no exigiera tanto esfuerzo. Que no doliera tanto.
Hoy descanso con Jobim y su facilidad para ser amable. No sé si hay alguien más que sepa hacer que sonría una guitarra.
Un auténtico descanso.

viernes, 20 de mayo de 2011

SOFTWARE


El problema del cerebro es que el software acaba por convertirse en hardware. Te instalan el programa desde niño y, para cuando creces, éste ya se ha convertido en conexiones neuronales hechas y derechas, que campan por sus respetos, mueven tu pensamiento, tus emociones y tu cuerpo a un son que muchas veces te deja atónito ante la propia conducta. Asombrado ante el pánico, ante el ego, ante la dependencia. Y el único remedio a veces es abrirse camino con excavadoras, y arietes, con cascanueces. Siempre, con el inexorable poder de la ternura. Con la fiera determinación de ser quien eres por encima de todas las cosas, pero sin pasar por encima de nada, ni de nadie. Y para los programas más antiguos, más sutiles, más fosilizados, el arma más potente de todas: esa compasión que es la famosa gota de agua que horada la roca más dura sin dañarla.

lunes, 16 de mayo de 2011

VACUIDAD


Se diluye ante mí la imagen, si la miro. Si pienso ¿quién escribe estas palabras? ¿dónde quedo yo en esto? por un instante todo se presenta vacío y, de repente, deja de doler la herida. Descomponer las partes hasta que no haya todo. Y la realidad se convierta en millones de pulgas que no paran de moverse, pero que de lejos son una mesa, tu silueta que me espera apoyada en ese mar de pulgas que, de lejos, es sin duda una farola. Veo tu sonrisa y sé que no es tal, sino labios, y dientes, y hoyuelos, y tus ojos grises, y el amor, y la ausencia.

Y yo no estoy en ninguna parte. ¿o dónde estoy, acaso? ¿me identifico más con el cerebro, con la mano izquierda, el primer metro de intestino delgado, el útero? En todo, ah, claro. Estoy en todo el cuerpo. Pero no lo percibo. Soy un cielo azul que, cuando me despierto, se nubla por completo. Entonces te echo de menos, me arrepiento de todo. Pero luego respiro y sé que tampoco estoy yo en ese arrepentimiento. Que Leo tan solo es el cuerpo, y el recorrido de mis años. Que un día moriré.

Y así, de repente, ya no duele.

Escribo y todo cobra sentido. En las letras se reúne la experiencia de eones. La humanidad, el salto infinito de un segundo a otro. Algo que jamás podré abarcar, que no tiene importancia, pero es todo.

Ya, ya lo sé. Yo tampoco lo entiendo.

viernes, 6 de mayo de 2011

CALIGRAFÍA


Lo escribí todo en un papel de miedo, tan fino que al escribir por el reverso las letras del anverso se colaban, se enredaban, los palos de las tes, trepadoras, del otro lado de la páginas. Los puntos de las íes se hacían goma y rebotaban de una esquina a otra. Acelerando.

Y eso que apreté apenas el lápiz. De puro miedo que tenía a que te enteraras de que por ti era vulnerable. Y confundía las caras con las cruces. Era un papel de fumar, la hoja. También mi confianza. La fortaleza endeble de los deseos locos. Era un falso papel mojado. Algo que servía, pero no servía para lo que servía. Sino solo para seguir viviendo. Para probar la calidez del hilo radiante un día de verano. En previsión del invierno. Ejercicio de caligrafía. En previsión de los papeles satinados, blancos, puros, de más de ochenta gramos. Papeles que desencadenan los deseos locos de los bolígrafos. Nacidos, hallados, para dar cabida a lo inefable. Para soportar los mapas. La calidez verdadera del diario. Locos papeles que solo podrá fumar el tiempo. Donde se puede apretar el trazo todo lo necesario, porque hay anversos y reversos, días y noches, y el amor no se hace transparente, y los palos de las tes no tienen miedo de caer en un abismo. Ni de ser tratados como grama, pisados sin piedad por los palos de las pes. Donde los puntos se quedan con las íes a pasar la tarde.

El hombre que echa a reciclar las cartas del banco no tiene ni idea. Maravilloso mundo. Siempre vulnerable, mundo.

lunes, 2 de mayo de 2011

THE BIG COUNTRY




“—Gracias —dijo el viejo. Era demasiado simple para preguntarse cuándo había alcanzado la humildad. Pero sabía que la había alcanzado y sabía que no era vergonzoso y que no comportaba pérdida del orgullo verdadero.”
El viejo y el mar. Ernst Hemingway.

Esta cita de Hemingway, anotada hace tiempo, vuelve a mi cabeza mientras veo por enésima vez Horizontes de grandeza (The big country. William Wyler. 1958).
El verdadero orgullo. Ese que está despojado de ego. Facilón, sí. Un aprendizaje para toda una vida. El amor propio que no supone una separación de los demás, ni una distinción con respecto a ellos. Un sentimiento que no busca elevarnos, sino hacernos sólidos. Que no refuerza la vanidad y el reconocimiento, sino la satisfacción más íntima, la que solo nuestros ojos están capacitados para ver, en un territorio hacia dentro, el gran, gran país interior.
Ese país que, por mucho que nos empeñemos, nadie podrá nunca dominar, conocer del todo. Ni siquiera nosotros, a veces. Ese país de cuya exploración y aceptación depende nuestro bienestar más básico, la utopía de la felicidad. La dignidad. Ese país cuyo reconocimiento implica luego el respeto de las fronteras ajenas, de la dignidad del que tenemos enfrente. Un espacio en el que alimentar el ego, el orgullo, la superioridad, es simplemente un error de concepto, una manifestación de la ignorancia.
Porque los grandes países no se superponen, sino que colindan.
Solo cuando conocemos ese país podemos sentir la curiosidad suficiente porque el otro nos abra una ventana y nos permita disfrutar de sus paisajes. Y el amor: la única razón para compartir esa labor de reconocimiento del terreno con otro ser, para permitir que alguien entre. Alguien que sepamos que no tiene intención de incendiar nuestras praderas, ni de mover los hitos para ampliar su espacio.
Pero me he ido del tema, creo.

Gran película, por cierto. Peck, hombre inconmensurable. Y la asquerosa bella Jean Simmons, cuya delicada fortaleza envidio desde que se llevó al huerto a Espartaco.

martes, 26 de abril de 2011

OTRA VEZ, RENUNCIO




Resulta que no se perdió nada. Con el miedo que tenía de que el amor resultara baldío, el tiempo ofrecido y rechazado, la dulce presión de los abrazos que quedaron en proyecto. Qué doloroso, pensar como inútil toda esa energía, el amor que encerraba la generosidad; la generosidad encerrada en la metáfora de tantos otros gestos tontos. Toda esa energía que la mariposa australiana ha aprovechado, para ordenar con su aleteo las letras de los nombres dichos al aire. Hasta formar uno nuevo. O mejor: uno transformado.
Solo se pierde lo que no se da por codicia, por miedo. El tiempo, los besos. La vida escribe las demostraciones con tiza blanca, tenaz, en días, instantes como pizarras. Hace mucho que lo sabía, lo que pasa es que la cabeza se distrae, se centra a veces en sobrevivir, en bobadas, en ganar al Barça, contar calorías, mirar al suelo. Hoy me lo recuerdan, la vida, tú. Que hace mucho que renuncié a los trasteros. Que hoy, otra vez, renuncio.

domingo, 24 de abril de 2011

DÍAS DE AMOR PERFECTO


Me he quedado en casa esta semana santa para poder dedicarme en cuerpo y alma al feliz acto de engendrar mi cuarto hijo. Así que estos días se han materializado en amor y en hogar. En paseos, reflexión, conversaciones, largas horas de lectura y de sueño. Y muchas, muchas anotaciones.

Yo escribo con mapa (Javier Marías dixit). Y ahora estoy en ello: en cartografiar los incipientes relieves de la historia que, recién fecundada, como loca, se gesta en mi cuerpo. Una masa de células, de letras, un tumor maravilloso al que pronto comenzará a latirle el corazón.

La nueva criatura parece querer tener más argumento que sus hermanas. Aunque no sé si debo celebrarlo mucho, pues no las tengo todas conmigo, dudo que ese argumento gane la batalla, sobreviva, cuando el embrión desarrolle su sistema nervioso. Es muy posible que para entonces toda esa trama de acciones se haya adelgazado hasta darse la vuelta, como un calcetín, y quede volcada en la dimensión en la que me siento más cómoda como narradora. El turismo de interior. La intimidad.

Es curiosa la manera que tienen las historias de abrirse camino a través de la maraña de pensamientos, sueños, temores, amores. Todo ese lío que conforma la existencia virtual. Esta nueva idea surgió a partir de una entrada que quería publicar en el blog. Cuando mis acostumbradas doscientas o trescientas palabras se habían convertido en tres páginas fui consciente de que un gameto había quebrado de nuevo la membrana. Aquí los síntomas son automáticos, no hay espera. La náusea es inminente. Los antojos. La sensibilidad aumenta. Ciertos olores y sonidos se hacen insufribles. El cuerpo, en su afán de cadena de montaje, trabaja a destajo produciendo células y vida, ideas, así que la sensación de cansancio es constante y solo es vencida por la somnolencia. Asusta un poco, la verdad: crece tan deprisa que tengo miedo de que resulte ser un monstruo.


miércoles, 20 de abril de 2011

FELICES DÍAS

Creo que al final la vida puede resumirse en el inventario de las horas y los días. O expandirse y hacerse inabarcable e inspiradora: depende de cómo decidamos contárnosla. Según qué historias se abran camino en nuestra mente. Creo que se puede elegir una manera bella y armónica de vivir la imperfección y el dolor de la vida. Lo que no es bello ni armónico. Creo que se puede mirar la realidad, y verla, y no regodearse en el sufrimiento, ni en la mezquindad. Creo que el dolor y la felicidad no son por fuerza incompatibles. Creo en la saludable costumbre de salir a pasear al sol los días buenos y refugiarse bajo el toldo cuando llueve. Creo en los caminos, en las personas, en el cambio y en las ventajas del optimismo. Y sobre todo creo que no debo tomarme muy en serio nada de lo que crea. Ni nada de lo que deje de creer.

Os deseo unas felices vacaciones de Semana Santa a todos.

viernes, 15 de abril de 2011

ME GUSTAN LAS NOVELAS


1- Me gustan las novelas en las que la historia es lo primero y no el ego del autor. Cuya forma está al servicio del contenido, que no tratan de engañarme con filigranas ultra modernas mamá, mira qué bien escribo que intenten ocultar la vacuidad del contenido o incluso del autor.


2- Me gustan las novelas en las que puedo subrayar tres o cuatro frases. Y apuntarlas en algún cuaderno, en un post-it, y pensar sobre ellas, o escribir algo. Pero tres o cuatro frases: si son más estaríamos hablando, quizá, de ego.


3- Me gusta que me hagan sonreír, pero con un humor basado en la mirada, y no en la anécdota o en el chiste.


4- Me gusta que me emocionen, incluso que me arranquen alguna lágrima de humanidad, de ternura, de tristeza, pero no de telefilm.


5- Me gustan las novelas en las que no se notan las puntadas. Las novelas paridas con esfuerzo, pero sin que se note. Las que hablan de cosas que duelen, pero sin lamentos, ni autocompasión, ni despecho oculto.


6- Me gustan las novelas en las que me imagino el final desde el principio, pero no porque se vea de un modo evidente, sino por esa falsa intuición. Es decir, que el autor sea habilidoso con los indicios, y complemente la ficción con otra ficción: que lo hemos pillado porque somos más listos que el resto.


7- Me gustan las novelas en las que los personajes no son como yo, aunque se me parezcan en algo. En las que empatizo sobre todo por los defectos, pero sin pasarse. En las que nada es lo que parece. En las que dos más dos nunca son cuatro, ni los personajes reaccionan como yo, pero sí como cabría esperar de ellos.


8- Me gustan las novelas en las que reconozco aspectos, conductas, familiares, pero no comunes en exceso. O aquellas que descubren nuevas perspectivas de los lugares comunes.


9- Me gustan las novelas que dejan puertas entreabiertas, que no agotan los temas, que sugieren, que no me dan la comida masticada, ni me hacen el avioncito con tal de que me lo trague todo.


10- Me gustan las novelas que cuentan mucho más de lo que cuentan. Cuya historia no se reduce a lo que muestran las palabras.


11- Me gustan las novelas porque puedo intentar escribirlas y procurar con desigual fortuna ser fiel a todo lo anterior.


Continuará...

miércoles, 13 de abril de 2011

LA MUJER DE LOT


Empezó a llover. Poco a poco. Primero solo chispeaba pero en pocos minutos aquello se convirtió en un aguacero. Ella se había detenido. No podía soportar marcharse sin echarle una última mirada a la ciudad que la había visto vivir. Y mentir. Y entregarse. Tenía la esperanza de verle por última vez, de adivinar su silueta a lo lejos, en el mismo camino que la alejaba a ella. Si su deseo se cumpliera, si él también hubiera logrado escapar, se las arreglaría para zafarse de Lot y de los demás y esperarle escondida detrás de alguna roca. Juntos.

Nada más volverse, recordó el mandato, la cólera. Era una mujer de sal petrificada al borde del sendero. Y encima, la lluvia. Deseó que arreciara de veras, que la disolviera antes de darle tiempo a completar el castigo. A verle, a adivinar su silueta a lo lejos, en el mismo camino.

lunes, 11 de abril de 2011

GANARNOS LA VIDA


Te miro y pienso en los antiguos viajeros. Los que buscaban las fuentes del Nilo, las rutas de las cordilleras. Y recorrían con sus miradas y sus pies todos los lugares, los registraban, porque buscaban algo más, porque así se ganaban la vida. Anotarlo todo, trazar las sendas de los mapas, regalar a los demás los secretos de la geografía. Por curiosidad, por ambición. Por abrir nuevas vías para comunicarse.

Así hoy te detienes en mí. Para ganar la vida. Así me detengo en la amplia sabana de tu espalda. La recorro con un dedo silencioso que abre un surco lento en mi memoria. Después, sobre el papel, querré trazar tu ruta. Querré cartografiar tus sueños, tus manías, en pergaminos, en gotas de sudor. Registrar todos los desniveles de tu cuerpo, nunca dominarlos. Tú has venido armado con un lápiz y el secreto contenido de tus días. Me cuentas historias al oído mientras la ciudad duerme. No necesitas mapas para alcanzarme. Tus palabras saben bien cuál es el camino.

lunes, 4 de abril de 2011

MAGIA

Lo extraño, pensé, es que alguien necesitara imaginar un ángel o cualquier cosa sobrenatural, si la realidad lo llena todo.

Si cada cosa está donde está, y cada cosa es lo que parece ser.

El mar, pensé, es el mar. Y el sol es el sol. Y Yo soy Yo.

Ese es el milagro y no hay nada más que agregar.”

Sabina Berman. La mujer que buceó en el corazón del mundo. Ed. Destino (Barcelona, 2010)


Solemos empeñarnos en pedir milagros cuando suele bastar con lo que tenemos alrededor. Cuesta aceptar que todo está en su sitio cuando nuestros deseos nos piden otro orden de cosas. La realidad acude al auxilio y ni nos enteramos. Solemos necesitar señales, explicaciones o argumentos irracionales, para asumir lo más sencillo. No comprendemos el inmenso golpe de suerte que es que, a veces, no se cumplan nuestros anhelos. Ni que cada uno ocupa su lugar natural en este inmenso puzle de siete mil millones de piezas. Que solo podemos ser quienes somos. Y que no es casualidad. Que esto es lo que hace funcionar al mundo.¿ No es más mágico que si fuera magia?

jueves, 24 de marzo de 2011

RECORD GUINNESS


Cuando me desperté, San Valentín todavía estaba allí. Llevaba una cuerda en la mano, una linterna, un ramo de caléndulas.

Vamos, —me dijo—, ¿no querías que te casara? No voy bien de tiempo.

Me froté los ojos. Ni siquiera había amanecido.

Bueno, sí, pero...

—No hay pero que valga, hija, si quieres tiene que ser ahora.

—¿Y esa cuerda? — le pregunté.

—No me dijeron que vives en un bajo.

No me tranquilizó nada su respuesta.

—Mientras bajamos me tienes que contar cual es el inconveniente para la boda. No es que me importe —se apresuró a explicar—, estoy acostumbrado a los conflictos, líos de familia, bigamia, homosexualidad latente... Es que llevo un registro, totalmente anónimo, ¿eh? Pretendo presentarme al guinness de casos raros. ¿Tienes el vestido? El ramo lo he traído yo, que siempre se os olvida. Vamos, apresúrate.

—Pero es que yo... ¡si no tengo vestido!

—Pero, guapina, ¿no te hacía tanta ilusión? Me habían pasado el aviso como urgente. Lo de siempre, ¿no? Pediste por pedir. Qué poca fe...

La verdad es que le había pedido al cielo lo de la boda con bastante insistencia, sí. Fue una noche que volvía sola a casa, de madrugada, con los zapatos en la mano. Había una niebla espesa que olía a vino. Lo recordaba vagamente. Era cierto que tenía poca fe.

—Pero... ¿cómo lo vamos a hacer?

—Pues, hija, como siempre. Los votos, el sí quiero. Lo básico. A ver qué te creías, ¿que iba a traer un organista?

—No, claro, pero... ¿y el novio?

—El novio corre de tu cuenta.

—¿De mi cuenta?

—Pues, ¿qué esperabas?

—Yo qué sé, esa noche había bebido un poco de vino...

—Ya... así que no hay novio. Pues eso sí que es un problema... Hija, es que no sabéis pedir, ¿eh? Habláis a tontas y a locas. Como si los demás no tuviéramos otra cosa que hacer. ¿Sabes la lista de espera que tengo?

El santo empezó a levantar la voz. Se escuchó el llanto de un bebé y una luz se encendió en el edificio de enfrente.

—¿No le había pasado nunca nada así? —Le pregunté, en susurros, para distraerle—. Seguro que no he sido la única.

—Pues no. Bueno, me pasó algo parecido el 20 de julio de 1789, en París. Solo teníamos la cabeza del novio y... ¿entonces no se te ocurre ningún candidato? Es una pena, ya que estamos aquí. Piensa, mujer. Algún pretendiente tendrás...

—¿Para casarme? Que va, ¿por qué se cree que rezaba?

—Piensa bien, alguno habrá. Lo que importa es querer casarse. Créeme, luego, con el tiempo, todo cambia, y da lo mismo lo que te haya gustado al principio. Menos mal que para los divorcios no hace falta la intervención divina. Además, hoy en día todo vale. Y cuanto más raro sea, mejor para mi récord...

Me miró con inteligencia durante un instante. Se estiró mucho, sacó pecho. Parecía conservado en formol. Se peinó con la mano. Le crecían cuatro pelos ralos en un cráneo tapizado de cuero viejo. Se sacudió algunas migas de la saya de saco, y se ajustó el cordón que le ceñía por el ecuador. Después me recorrió con la linterna de arriba abajo. Mi pijama de ositos no pareció gustarle demasiado. Salvo por el escote, donde se detuvo un buen rato.

—Pero ¿tienes ganas de casarte sí o no? —Dijo. Y me guiñó un ojo.


lunes, 21 de marzo de 2011

DOMÉSTICO Y SALVAJE




De repente la rueda se detuvo. Este animal se ha cansado de los juegos. Este animal respira. De repente la rueda se detuvo en el ahora. Ya no es ningún ratón, ni vive en el subsuelo. Ni un gorrión funambulista en búsqueda de cables de alta tensión donde hacerse un nido.
Este animal se despereza, es un gato que ha perdido el apetito por la caza. Vive. Vive en las pérdidas que abren nuevas puertas. En los reencuentros. Este animal no reniega de quien es. Siente de nuevo el pulso implacable de su sangre. Este animal de paso está empeñado en este mismo, pequeño, diminuto instante. En el ahora contigo, consigo.
Es un gato en son de paz que se tumba al sol en tu regazo.

jueves, 10 de marzo de 2011

VENCIDOS

“ —(…)Creo que es imposible entender realmente a alguien, saber lo que quiere, saber lo que cree, y no amarle como se ama a sí mismo. Y entonces, en ese preciso momento, cuando le quiero

Le vences. (...)”

Orson Scott Card: El Juego de Ender.


Todos vencidos. Porque siempre hay alguien que nos quiere. Que nos quiere porque nos entiende desde dentro. Porque nos conoce. O lo ha habido. O lo habrá. Un amigo.

¿Significa esto que en realidad podemos ser invulnerables para quienes no nos quieren?

Porque todos los daños son relativos. Carecen de signo. Una vez que aceptamos que el dolor es parte del juego de vivir. Pero habría que aprender a vivir.

Imposible conocer, comprender y no amar a una persona. ¿Habrá alguien que no quiera ser amado? ¿Por qué entonces cubrir de velos y mentiras nuestro verdadero rostro a quienes se nos acercan? Con ojos limpios, con sinceridad, humanos.

Ser vencido así por quien nos ama no encierra ninguna derrota.


lunes, 7 de marzo de 2011

RECONCILIACIÓN


Hoy lunes empieza todo. Con el sol regalado, la renovación del tiempo, la compañía. Es día de limpieza. De trabajar. Son días para contarse historias en los cinco minutos de descanso. Historias hermosas. Son días para dejar de lamentarse y no permitir que el alma vague por ciertos pasillos. Días para abrir ventanas. Para vaciar armarios. Lunes de concordia. Para guardar como tesoros los escasos recuerdos bonitos y cerrar viejas historias. Reconciliación. Para reciclar los besos no dados, las palabras nunca dichas, el tiempo que no se pudo compartir. Es momento de últimas podas, de brotes tempranos. Lunes de trabajo, de sol. Una nueva semana que se abre. Hermosa palabra, nuevo. Hermosa, la vida.

Feliz semana.

jueves, 3 de marzo de 2011

CONDICIÓN HUMANA


Sé que la vida un día hará su trabajo y yo solo podré decirte adiós, si es que no me he marchado antes. Te miro, y estás vivo. Tu piel, cálida. Me miras. Sonríes. No puedo creer que un día no estarás. No sé de qué podrá servirme el tiempo entonces. Por eso te lo digo ahora. Para ahuyentar a los fantasmas. Que no te mueras nunca. Lo digo para que no se cumpla, como si se tratara de un mal sueño.

No sé qué haré ese día,

el día que la vida cumpla su tarea.

No sé de qué me servirá el tiempo entonces.

Hay un dolor indefinido en estas líneas, en los minutos indolentes que pasean delante de mis ojos, hoy que saben que no sirve de nada el tiempo. Pero que es lo único que tenemos. El tiempo y el acuerdo tácito de nunca, nunca, hablar de esto. Como si fueran las palabras las culpables del daño.

miércoles, 23 de febrero de 2011

CANCIONES ALEGRES CON LETRAS TRISTES



Nada es lo que parece. Cuidado con fiarse del envoltorio de colores. Hoy luce un sol rabioso, un cielo azul violento. Cualquiera diría que ya es primavera. Cualquiera diría que el tiempo ha pasado. Hay sentimientos que obligan a llamar a la grúa, pero que al final resultan ser la vida. Nadie es lo que parece. La eterna mentira inevitable de desconocernos. La naturaleza humana, Es posible que solo digamos la verdad en lo que callamos. O que cercanía signifique distancia. Pero siempre bailaremos las músicas alegres. Aunque lloremos por dentro.

jueves, 17 de febrero de 2011

TOLKINIANA


Paseo por la Gran Vía y quiero creer que todo el mundo tiene los ojos grises. Las mujeres caminan como damas élficas, a diez centímetros del suelo. Los hombres ocultan su identidad de herederos de antiguos reinos bajo sus trajes de ejecutivos, sus monos de faena. La muerte es un gran don, una opción por amor. Por amor y por odio.

También hay orcos apostados en la oscuridad. Y seres inocentes. Magos buenos y magos malos. Y mundos subterráneos que guardan tesoros y tormentos, aunque nadie sepa distinguir bien los unos de los otros. Y un señor oscuro que es un faro en negativo, pero un faro, al fin y al cabo. Una referencia, aunque en dirección contraria.

Creer que aún existe la nobleza.

Y el valor.

Y la capacidad de sacrificio. Y de disfrute.

Y la dignidad de amar, de ser amado, de retirarse a tiempo, de reconstruir espadas y blandirla en el momento acertado, de no rehuir la eterna, necesaria, batalla.

Y águilas atentas en lo alto, redes a la inversa, dispuestas a frenar la caída, pero hacia el cielo.

Y árboles centenarios, milenarios, más poderosos de lo que nadie es capaz de imaginar.

Creer que aún podemos caminar descalzos por la colina de Cerim Amroth.


Hay días en que me gustaría resistir la tentación de ponerme el anillo. Por dejar de ver, de ser visible para las sombras.


(Y para rezar el rosario con Aragorn, perdón, conViggo Mortensen).

miércoles, 9 de febrero de 2011

JUANA DE ARCO


Piensa en el Challenger mientras siente que su manto empieza a arder. Aunque le da un poco de rabia lo de morir doncella, sabe que es la única manera de terminar con la guerra de los cien años. Así que lo da por bueno y se le escapa una sonrisa. La gente le grita bruja, demonia, miembra, cosas horribles, que le resbalan. Las peores son las que se guardan en silencio. Qué más da. Ya se lo dijo su psicoanalista: todos los sentimientos son legítimos, lo que hay que moderar es su expresión. Empieza a doler. Huele a quemado. El humo asciende, forma una nube en el cielo que será su único pecio. Un rastro solo para el aire. Una vez se posen en la tierra sus cenizas todo volverá a empezar. Sonríe ante los delirios que el dolor empieza a producirle. Imágenes sueltas. La nave espacial. Aquella caracola en su estantería. Pollo frito con salsa barbacoa. Por un instante duda, se arrepiente de haber destacado al delfín, al rey de Francia, entre todos los infames. Ha sido una buena decisión, aunque duela. El fin de una guerra, de un asedio, bien lo vale. Llevaban cien años quemándose, así que no importa tanto. Muchos arden de vejez, de desamores. Es por el bien común. Intenta respirar con el abdomen, mientras haya abdomen, mientras mantenga la consciencia. Más allá solo le quedará la confianza. Las cenizas que caerán sobre la tierra. Volver a empezar. No recuerda quién le enseñó la teoría del ave fénix, pero espera que no estuviera equivocado.

jueves, 3 de febrero de 2011

LA VIDA UN JUEVES


Hoy es jueves. Vivir se convierte en algo placentero. Escribir y pasear. Seguir respirando. Dar las gracias por sumar un día. Conversar, reír las bromas de mi padre. Soñar los mismos sueños. Sentir en la cara el tibio sol de febrero en Madrid. Deshacer un jersey, convertirlo en ovillos, y empezar a tejer. Esta vez un chaleco. Invitar a una cerveza a un nuevo amigo. Dejar de sentir ganas de romper objetos solo para ver si había un genio dentro. Desear que llegue el día, la hora y, cuando llega, no dejar que el miedo arruine el abrazo. Decirle un piropo al espejo. Volver a ilusionarse. Comprar el nuevo libro de Julio Llamazares. Planear la vuelta a la universidad. Ir al teatro con una buena amiga. Tener un proyecto, dedicarle tiempo. Darme cuenta de que no estoy cansada. Pelear con la compañía telefónica. Dejarle a Pasabán los ochomiles y reposar la vista en la llanura. Aprender a valorar la serenidad por encima de todo. Poco más. Y nada menos. La vida un jueves.

viernes, 28 de enero de 2011

HOY SOY EL BICHO


!Ponla bien alta!

Es viernes. Me río. Estoy alegre, algo furiosa. Veo abrirse la vida, la misma que mañana se cerrará sobre sí misma, como las nubes de tormenta. Dejo de cantar canciones tristes. Canto. ...sometimes you're the louisville slugger, sometimes you're the ball... Mañana nada será igual. La frágil estabilidad. Alas de mariposa. Me río de mí misma. Hoy vuelo libre. Hoy soy yo la mariposa. Mañana alguien limpiará los cristales y me estrellaré cuando cierren la ventana. O seré la ventana misma. Hoy me estoy riendo. Por todo lo que he llorado. Y lloraré. Un solo momento de dignidad, que pronto será ridículo. Y así sucesivamente. La esencia del samsara. Bailo, quiero convertirme en un derviche. Sudo y sonrío. Por los días en que me sostuvo la quietud, a golpe de sofá y ventolín. Sí, quiero. Acepto esta jodida vida. Me caso con ella, para poder renunciar a ella. Ayer era yo la calabaza que se lanzaba contra su pared. Por si acaso mañana no estoy viva. Que sucederá, eso seguro. Quién sabe si mañana, pero seguro algún mañana.
Feliz fin de semana. Memento mori. O, como poco, que pronto será lunes.

jueves, 20 de enero de 2011

NADA QUE ENTENDER



Entender que no hay nada que entender. Que todo se convierte en mentira si lo tocas. A veces, incluso, hasta desaparece. Que no hay ni tú ni yo, pero aquí estamos.
Nunca he querido una vida sofisticada. Ni construir cimientos a base de mentiras. Y sin embargo creí que era necesario entenderlo. Entender la incoherencia. Las razones para el hambre. El desamor y el egoísmo. El poder taimado y nauseabundo del ego. Entender para cambiarlo todo. Cambiar una mentira para convertirla en otra. ¿Puede alguna vez ser cierto lo que era falso en su principio? ¿Puede empezar a existir algo, de la nada? Nunca quise construir cimientos a base de mentiras, y sin embargo me he mentido hasta creerme, hasta los cimientos mismos. He llamado verdad a la mentira. Y diferente a lo que estaba unido por el centro.
Entonces alguien llega con el escoplo y el martillo, con el amor humano e imperfecto, y los pone en mis manos. Me enseña que crecer es quitar. Que sumar supone aprender a restar sin miedo. Y no hay nada que entender en ello. Solo hay que vivir. Que no hay camino.

viernes, 14 de enero de 2011

TIEMPOS EXTRAÑOS


Tiempos extraños. La gente tiene los ojos tristes. La calle está llena de fumadores con cara de frío. El Vips de la esquina está medio vacío a la hora de la cena desde hace un par de semanas. Todos tenemos miedo de quedarnos sin trabajo. De la pérdida. Algunos contamos las monedas, ponemos excusas para no salir. Para no gastar. Las mujeres seguimos sin entender a los hombres. Y viceversa, supongo. La soltera añora una familia. La casada mira atrás con nostalgia y se siente culpable por desear retroceder. Los cuarenta suenan a amenaza. Una librería cierra y deja de caldear ese pedazo del mundo. La vida parece que va en serio. El Barça sigue por delante. Rafa Nadal también coge la gripe. Nadie hay invencible. Qué mierda es fatigarse por andar trescientos metros. Qué mierda tener que elegir entre llorar o respirar, entre la asfixia o la ansiedad o la pena. Qué gran suerte, bien pensado. El ego se disfraza de cualquier cosa. De mal humor, de desconfianza, de interés. De desamor, de miedo. La vida parece estar llena de días. Pero hay días en que parece que nos faltara la vida. Ausente. O tal vez nos empeñemos en no verla. Debe de ser eso.

Y si no, para algo está la impermanencia. Sonreír. Al final todo es una cuestión de tiempo.


miércoles, 5 de enero de 2011

EPIFANÍAS


Qué difícil es pedir, a veces. Reconocer ante ti mismo la necesidad. Admitirla ante alguien al formular la petición. Y luego pedir bien. Acertar. No equivocar el sentido del milagro. No esperar ni más ni menos. Ni que la petición lleve mensajes entre líneas, por orgullo o por miedo, que siempre conducen a la decepción. No dar por supuesto nada. Todo un arte, pedir.

Me temo que mi fe en los grandes milagros ha desaparecido. Ahora profeso la certeza de los milagros cotidianos, los que puede hacer, y hace, cualquiera. Hasta yo misma. Los que no llevan a la santidad, pero dan la vida a diario. Los que se objetivan con un gesto de gratitud o de perdón, con una respuesta a tiempo, con una sonrisa sincera. La amistad. Los pequeños sacrificios. Decir te quiero. (Y querer). Responder a la necesidad del otro. Y todo empieza siempre por el pequeño milagro de la autoestima. De mirarse al espejo y no ponerse ni quitarse nada. Quererse tal cual. El principio de todo. Porque es la única manera de no ponerle ni quitarle nada a nadie. De aceptar a las personas como son, de quererlas tal cual son. Quizá no haya milagro mayor que ese.

Aún así a veces pasan cosas inexplicables. Despertarse y seguir vivo. Tener aún ganas de amar. Mantener la ilusión y la capacidad de lucha, de perdón. Querer tomar la decisión de dar, de seguir dando: con respeto, aunque sepas que no vas a recibir nada a cambio. Cosas que no tienen nada que ver con uno mismo. Que simplemente ocurren. Como el amor. Como la presencia del amigo. Algún sueño que se cumple contra pronóstico.

Este año me ha costado escribir la carta. Al final, he pedido salud. Es lo que más necesito: paciencia frente a la enfermedad. Fuerza para superarla. En cuerpo y alma. Poder seguir respirando, con un corazón fuerte, con las manos dispuestas.

¡Ah! También he pedido algún buen libro.

Feliz noche de Reyes. Espero que todos podamos, esta noche y otras noches, volver a ser un poco niños.