domingo, 1 de junio de 2008

MADRID. LINEA 6. SÁBADO NOCHE

Toda la tarde trabajando. Me duelen las piernas. Son las diez y cuarto de la noche. Quiero llegar a casa. Hay una pareja apoyada en la barandilla de la boca de metro. se besan. Ella pone la mano sobre la entrepierna de él y alza la cabeza, mira alrededor, busca una mirada que prenda la cerilla. "¿Y tú qué coño miras?", oigo antes de entrar en el vestíbulo.

Diez minutos de reloj en el andén. Al fin llega el tren. Los cristales de la puerta primer vagón están hechos pedazos que tapizan el suelo. Dentro, pisándolos, hay un grupo de adolescentes. Pantalones caídos, gorras del revés. Discuten a voces. Hay un vacío entre ellos y el resto de gente, apiñada al fondo del vagón. Varias personas entramos. Huele a miedo. "Señores viajeros: este tren debe ser desalojado por actos vandálicos." El rebaño sale al andén, asustado, sin orden. Una mujer sudamericana llora: lleva un bebé de días entre los brazos.

Cambio de rumbo: linea 6, andén 1. Saco el mp3. Llega el tren. Por lo menos me puedo sentar: me duelen mucho las piernas. Un hombre se sienta justo enfrente de mí. Oigo su voz por encima de Marlango. "Todos los fines de semana hay alguno...". Miro de reojo a los pocos viajeros de alrededor. Todos se hacen los despistados. El hombre habla, necesita más hablar que encontrar a alguien que lo escuche. No puedo evitar oirle. Tal vez, le escucho."Era muy joven, se sujetaba las tripas, para que no se le saliera la sangre. Enseguida ha llegado el samur. Todos los fines de semana lo mismo...". Un chico le pregunta algo. El hombre lo mira, se dirige a él, pero su tono de voz no cambia lo más mínimo. "Mano dura: hace falta mano dura. Al pobre chaval se le salían las tripas..." Mira al frente, sin ver, con unos enormes ojos azules. Lleva una pesada esclava de oro en la muñeca y un enorme sello, también de oro, en el dedo corazón. Miro su reloj plateado en la muñeca izquierda. y me choca poder leer la hora perfectamente desde donde estoy. Las diez cuarenta. Lleva el reloj puesto del revés.

Un trasbordo. Llego al nuevo andén. El panel me informa de que aún faltan siete minutos para que llegue el siguiente tren. Me pesan las piernas. La espalda gime. Enfrente, en el andén opuesto, hay una mujer sentada en el banco de piedra. Tendrá unos sesenta años. Arruga la cara de repente. Inclina la cabeza hacia la derecha, en un espasmo rápido, mientras arruga la cara por completo. Una y otra vez. Siempre hacia la derecha, casi toca el hombro con la oreja. Apenas ha enderezado el cuello cuando de nuevo la sacude la contracción. Una chica se sienta a su lado. La mira de reojo. Se levanta y camina hacia la cabecera del andén. Llega mi tren. Consigo sentarme también esta vez. Voces al fondo del vagón. Siete u ocho chicos. Camisas de rayas con cuellos blancos. Altos, afeitados. Universitarios. Uno de ellos levanta una botella de cacique y nos la muestra, nos brinda la faena. Ríen en voz alta. Hablan. Sus palabras son ininteligibles para mí, pero ellos parecen entenderse. Es como si hablaran en otro idioma, uno que suena a castellano, pero que yo desconozco. Se bajan todos en tropel y festejan desde fuera la partida del tren, miran hacia dentro y nos hacen gestos. Cantan. Gritan. No conozco su idioma.
Camino hasta mi casa. Las rodillas me chirrían. La calle parece desierta. Oigo pasos detrás. No me atrevo a volver la cabeza. Acelero. Mis piernas responden, son fieles. También tienen miedo. Los pasos me adelantan. Su dueño se gira para mirarme. Una mirada subrepticia. Desacelero. No hay escaparates en los que detenerse. Una mujer en zapatillas de felpa pasea a un perro. "No chupes eso, ¿no ves que está sucio, mi amor?", oigo que le dice.
Llego al portal. respiro. El aire me huele conocido. Me estremezco. Cierro mi puerta. Echo el cerrojo, la cadena. Vuelvo a respirar. Las piernas callan. No sé qué es lo que me duele.

39 comentarios:

Sir John More dijo...

Me encantaría tomarme un largo café contigo. Así, de pronto, pensé que una dulce noche de charla fue, como casi todo en esta vida, insuficiente. Sí, ahora mismo me tomaría ese café y hablaríamos de muchas, muchas cosas... Un beso, maquinista.

Sandra Sánchez dijo...

Leo, no sé si tu post es verídico o un simple texto literario, como texto me ha gustado mucho, como contenido me has puesto los pelos de punta y he sentido el dolor de las piernas...yo acabo de llegar ahora a casa y he cogido un "buho", afortunadamente todo ha sido mucho más tranquilo...

Fer dijo...

Realidad vieja sin sonrisas...

Fernando Alcalá dijo...

Afortunadamente (y presta atención hoy porque no lo escucharás muy a menudo saliendo de mi boquita de piñón) afortunadamente, después de leer tu entrada de hoy, vivo en una ciudad pequeña. Tanto anónimo junto que no debería serlo con tantas historias y razones y alegrías y desgracias detrás y yo como mero observador preguntándomelo todo podría volverme loco.

Descansa un poquito, Leo, ya verás que el mundo tiene un color diferente después de doce horas de sueño (y sueños).

Josefa dijo...

Así es la vida en la gran ciudad.
Buen escrito.
Un beso.

Izel dijo...

Son las mil caras escondidas de la noche... Seguro que se te quitó el dolor de piernas al llegar a tu casa...

Tawaki dijo...

Caminamos por una ciudad que nos resulta extraña. ¿es que ha cambiado ella, o somos nosotros? No sé, quiero pensar que yo soy el mismo de siempre, pero sé que no es así.

Un beso.

carmen dijo...

Muy bueno,Leo. Sé de lo que hablas. Es una sensación muy fría, desoladora. Hablan, pero ¿qué dicen? Quizá entonces lo único que se nos ocurre es darle vueltas y más vueltas a la llave, o taparnos los oidos, o cerrar los ojos. Yo me suelo tapar con una manta, si no los veo, quizá ellos tampoco me vean a mí.

Raquel dijo...

Hacía tiempo que no leía algo tuyo así. Me gusta mucho. Casi como que puedo tocar todo eso que cuentas.
Un abrazo grande

Luna Carmesi dijo...

Cuando lo urbano se corrompe, el ambiente con tufo nos contagia...

Genial entrada!

leo dijo...

Sir John: Bueno, no es tan difícil eso del café, ¿no? Estamos a un paso de ave. A mí también me gustaría. Graciñas y un beso grande.

Pulga: En este caso era tan real que sólo he podido contarlo literariamente. Madrid asusta. Un besote.

Sallopilig: Muy vieja, sí, desdentada. Y ha olvidado la sonrisa, en efecto. Gracias.

Fer: Ay, mijo, ¿pues no ves cómo ando yo, de tanto mirar? Créeme: Madrid está bien para un rato, pero no cambies "París por tu aldea", como dijo Sabina. Y sí: hoy domingo, después del sueño, se ve todo diferente. Un besoteeeee.

Josefa: Sí: es áspera. Muchas grácias y un beso.

Izel: Tardó un rato en irse, pero sí. Los que persisten son otros dolores, pero mejor no pensar en ellos. Besossssssssss

Tawaki: Todos cambiamos, a cada momento, en cada situación, creo. Y Madrid se transforma al mismo ritmo en que lo hacen sus habitantes. Todavía más en la noche. Un beso.

Carmen: Voy a copiarte el método. A veces dan ganas de quedarse en casa, bajo siete llaves. Besossssssss

Raquel: Muchas gracias. Lo malo es que sólo hay que alargar la mano para tocarlos. Un besote.

Luna: Empiezo a pensar que urbano significa corrompido, no sé...

Leo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Belén dijo...

Yo, cuando estoy así pienso que me duele el alma...

besicos colega!

Lispector dijo...

Leo, sé de lo que hablas, en lugares de tanto tumulto, no sé por qué la sensación de soledad se acrecienta. Creo que pasa porque se observa alrededor y alarmado uno se da cuenta de que no se siente identificado con nadie, y entonces es cuando se experimenta una sensación como de pertenecer a otro planeta, y hasta te da la impresión de que te ven así, lo detectas fácilmente en sus miradas en las que parece haber un monólogo mudo en el que se dice "No me reconozco en ti", y esa imposibilidad de reconocerse en otro deja un sabor amargo. Menos mal que aquí en este, tu tren, nos reconocemos. Bsos.
Daniela.

la cocina de frabisa dijo...

Madre mía!!! Se me ponen los vellos de punta al leerte.

Qué angustia!!! Lo relatas magnificamente y si a eso le añadimos que hace muy poco estuve una semana en Madrid y utilicé el metro la mayor parte del tiempo, no me ha costado nada ponerme en situación.

Es muy muy difícil abstraerse en casos así, lo que no ves, lo imaginas pero ni siquiera hace falta imaginar mucho.

No sé a donde vamos a llegar, realmente entiendo que te asuste.

Impresionante y triste realidad.

un beso, guapa

Maritornes dijo...

Es el pánico de muchas noches en el metro, en las calles de Madrid. A veces incluso por las tardes, o a las nueve de la mañana yendo a trabajar. No sé quiénes son esas personas que me rozan. No quiero su contacto, sus empujones; todo me huele a miseria, a pena, a violencia contenida. A mediocridad y vacío.
A veces llego a pensar como Ferlocke, y echo de menos aquella pequeña ciudad. Después recuerdo porqué me marché de ella, y todo vuelve a estar bien.
Me alegra no ser la única, Leo. Gracias por el post.

Blau dijo...

Leo leooo, regrese. Dejo besos azules muchos para ti...gracias.

Yo

leo dijo...

Belén: Yo también pienso lo mismo, Belén. Un besote.

Lispector: Me alegro de que podamos reconocernos aquí. Gracias y un abrazo.

Frabisa: Si has estado hace poco aquí efectivamente te habrá resultado fácil imaginarte la situación. La sensación de fragilidad, de nuevo. Gracias y un beso grande.

Mari: No eres la única, no. Es brutal la hostilidad que se siente a veces. Y no la da el metro, o la calle, somos los jodíos seres humanos. Un beso.

Blau: Bienvenida, guapa. Me alegro mucho de que estés por aquí ya. Espero que nos vayas contando muchas cositas. Mil besos.

elita dijo...

La selva urbana... A veces es mejor no darse la vuelta y cerrar las ventanas.
Me ha gustado mucho esa manera de fotografiar que tienes.
Un besote.

hombredebarro dijo...

Eso es el terror.

Ana Vázquez dijo...

Has reflejado muy bien un simple día a día, me encanta la sinceridad, objetividad y el detalle de tus escritos. Observas hasta el más mínimo detalle de tu alrededor y eso te honra. Un beso, sigue escribiendo así.

leo dijo...

Elita: Cada vez da más miedo abrir los ojos. Gracias y un besote.

Hombredebarro: desde luego que sí. El terror más real, además. Besos.

Alu: Muchas gracias de nuevo por tus palabras tan cariñosas y por los ánimos. Un besote.

Carlos Frontera dijo...

Con cierto retraso, aprovecho un hueco para devolver la visita.
He encontrado muy acertada la elección de frases cortas, casi telegráficas, para este relato.
Saludos.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu relato, lástima que sea tan real como la vida misma. Me quedo con tus piernas, tranquilas y ligeras al llegar al hogar.
Un besazo.

leo dijo...

Viajero solitario: Bienvenido, gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo.

Ara: Menos mal que aún nos quedan lugares donde sentirnos seguras. Un besote, guapi.

Blau dijo...

Leooooo, ya volvi, actualiza pues!

besosss

Anónimo dijo...

Leo, he disfrutado mucho esto que has contado. Me ha gustado este giro a lo externo, prácticamente descriptivo, rítmicamente desarrollado. Puede ser terrorífico, pero lo es tanto como ver en la 2 la supervivencia de los bichos, las hienas atacando en manadas, las crías extraviadas en desvalidez, los animales enfermos devorados; en cierto modo es fascinante ver las situaciones que crea la naturaleza, en nuestro caso la sociedad humana. Quizá lo malo es que en este último documental no estamos al otro lado de la pantalla, y no podemos olvidar ese lado wild (Take a walk on the wild side...tú turú turú tu-turutú...) que coexiste con nosotros y que a veces nos resulta dificil entender,y fijate Leo, sí que has conseguido que me ponga a pensar. Bonita recompensa para todos.

P.S: Tengo unos langostinos y mahonesa casera reservados para tí, ven antes de que como dijo "luna carmesí" suelten tufo. Por cierto, soy rantanplan, se me ha olvidado el usuario del blogger. También me han gustado los comentarios de lispector (o será su nick, lispector, lispector gadget)y de sollopilig ref. Si me borras no me mosquearé, sé que me he salido de tono. Aaaadiós.

leo dijo...

Blau: Ya vooooy, jejejej, ando desinspirada. Besotessss

Rantanplán-anónimo: Hacía mucho que no venías. Gracias por tu visita y comentario. ¿Esos langostinos saben soplar velitas? :) Besisssssssssss

Enrique Páez dijo...

Muy bueno, Leo. Un reloj puesto del revés: esa es la metáfora de la ciudad.

Paco dijo...

tengo la impresion de haber vivido en mas de una ocasion instantes así... ahora Madrid para mi queda ya muy lejos.

Anónimo dijo...

Madre mia, que horror.
En el metro se junta todo, y a ciertas horas ciertos días...una está ya mayor pa tanta jungla. Yo al menos, me siento así.
No se si es que ya no conecto, no navego o que pasa, pero reconozco perfectamente esa sensacion de miedo, de soledad, de no entender lo que dicen los jovenes... y es que ahora todo cambia mas rápido y cada vez más rápido y yo, para ciertas cosas, ya me he bajado de la noria, que me mareo enseguida.
Yo los viernes y sabados, estoy ya pa sopitas y en casa.
Si quieres, te invito
bg

leo dijo...

Enrique: ¿Verdad que sí? Me parece una metáfora brutal, por lo real. Gracias y un beso.

Paco: Pues en ocasiones como ésta es mejor que te quede lejos, desde luego. Gracias y un besote.

Bg: Es que estamos mayores, querida. Y eso implica no entender ciertos lenguajes, ciertos comportamientos. A ti te va a tocar ponerte al día, guapi. Acepto tu invitación a sopita, ¡y pronto! que tengo muchas ganas de verteeeeeeeeeeeeeeeeee. Besotessssssssssssss.

Rodrigo dijo...

Genial relato.. me parece vivirlo mientras lo leo..
Te ocurrió de verdad? no contestes, deja el misterio.

JD dijo...

Cuantas veces me ha pasado una situacion parecida de ir por la calle y ver tantas cosas "raras" y encima ir con miedo de lo que pueda pasarme. Que otros se crean los amos de la calle y yo tenga que ir aganchando la cabeza
un beso

Azul... dijo...

Te entiendo tanto! (Amén de que la experiencia esté contada TAN bien como siempre)

El mundo asusta, chiquita, pero hay que seguir...

Te mando quillones de besotes, no me pierdo, es que el horario de trabajo es surrealista, pero aquí estoy, me veas o no, vale?

TQM, Maga preciosa

leo dijo...

Rodrigo: Me temo que ya te he desvelado el misterio en el resto de comentarios :( Gracias por tu visita. Saludos.

JD: Pasa demasiado a menudo, ¿verdad? Gracias por la visita y un saludín.

Azul: Y tanto que asusta el mundo. Y lo malo es que empieza a asustar el "mundo conocido". Mil gracias y mil besosss.

dintel dijo...

¿De dónde sacaríamos las historias, si no?

aqueloutrando dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
aqueloutrando dijo...

dios vivis en un infirno en la tierra