martes, 10 de abril de 2007

RECELOS

Ayer recibí una de esas noches-regalo. Había quedado para cenar con dos de mis amigas-del-alma. Una cena de lunes, después de vacaciones, en un Madrid cansado, de calles vacías. Los sitios de costumbre estaban cerrados, así que, para alargar la conversación, fuimos a un bar de copas. Dentro, sólo el camarero y un grupo de hombres trajeados, entrados en la cincuentena, que bebían y charlaban. “Esto parece Reservoir Dogs”, les dije, y añadí: “Si se ponen pesados nos vamos, ¿eh?”. Un buen rato después, se nos acercó un vendedor de rosas que nos quería dar una a cada una. Nos negamos. Él insistía, nos explicó que era el señor del fondo el que nos las regalaba. Cogimos cada una la nuestra, le dimos las gracias desde lejos. Apuramos las copas, que no la conversación, y pasado un buen rato, nos marchamos. No sin antes despedirnos del hombre, pero sin detener nuestro avance hacia la puerta.
Esta mañana he puesto la rosa en agua. Dudaba si colgarla boca abajo y dejarla secar o disfrutar de sus dos días de vida, sin intervenir en en ellos.
También he hecho el propósito de poner en agua mis recelos, esa desconfianza que me lleva a extrañarme cuando alguien, porque sí, me hace un regalo. Dejarlos sumergidos hasta que se reblandezcan lo suficiente para, sin ser ingenua ni temeraria, volver a creer que aún hay gente que da por el gusto de dar.
Y vosotros ¿habrías exprimido los dos días de juventud de la rosa, sin hacer nada para evitar que se marchite, o la habríais dejado secar, para conservarla detenida en el tiempo?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que no la secaría. Y menos una rosa como esa, un brillo fugaz, un regalo espontáneo y fresco, sin pasado ni futuro, solo la belleza del momento. Yo antes secaba muchas rosas, flores, y las tengo en casa, ya lo sabes...pero sabes que tambien? Que terminan por llenarse de polvo y acaban sucias y ajadas. Y te hacen sentir vieja a veces. Demasiado tiempo pasado ya.
No me coordino contigo, eh? yo estoy mas bien melancolica y neblinosa esta temporada...lo peor es que aun no se porqué.

Anónimo dijo...

Exprimir cada momento, disfrutar cada segundo, agradecer cada regalo, vivir el presente, me quedo con eso; los pequeños grandes momentos los inmortalizo en mi memoria, los retengo en mi retina, los guardo en mi corazón. Allí permanecen intactos, vivos. No caducan. No envejecen. No se marchitan.
Todavía me dura la magia del momento.
Gracias

Anónimo dijo...

Da igual que intentes mantenerla o que te decidas a secarla. Lo importante es guardar un pétalo de recuerdo, aunque sea metafórico, en algún rinconcito del corazón, para celebrar que aún queda gente que, como tú dices, regala por el gusto de dar, sin segundas intenciones, sin más. Es algo que se ve ya tan poco que hay que disfrutarlo y agradecerlo. Habrá que salir al mundo para darle más oportunidades.
Besos

Anónimo dijo...

Aquí sigue mi rosa, más fresca que ayer. O al menos a mí me lo parece.
Pequeños detalles que ayudan a conservar la fe en la humanidad.
Gracias, gracias, gracias, chicas.
Besos para todas.

Anónimo dijo...

Querida Leo, yo las pondría en agua, a pesar de que sepa que sus días están contados. No por saber que algo es finito, pierde intensidad, calidad o dulzura. De los buenos instantes, nacen las grandes emociones y esas jamás se borrarán de nuestro corazón. Me hubiese encantado estar allí, de verdad, de corazón.
Un besazo

Anónimo dijo...

- Hola, ¿las pongo en agua o la dejo secar?
- Lo qué prefieras.
- No sé ... tú eres el dueño.
- Podriamos tomarnos un café de dos días y ver cómo se seca.
- ¿Y si no se seca? ¿y si permaneciera con este rojo que ves durante más tiempo?
- Eso diría mucho de ti

Anónimo dijo...

Gracias, ara. El maravilloso encanto de la finitud...
irakundo, majo, me tienes flipaílla. Sigue así. HUmmmmm, competencia.
gracias a los dos y un beso enoooorme

Azul... dijo...

Me ha encantado el post y me ha traído recuerdos hermosos... pero también me la he pasado súper leyendo los comentarios =o)

Yo habría hecho lo mismo que tú, la habría puesto en agua para que se me fuera tatuando en el corazón la esperanza en los que dan sin esperar nada a cambio... Magia, ¿vió?, ¡que de eso sabe Ud. mucho, niña!

¡Un besotototote!

Anónimo dijo...

Pues sí:parece magia. Aquí sigue mi rosa roja, cinco días después (y a saber el tiempo que llevaba en manos del vendedor), lustrosa y bella. ¿tendrá a su retrato envejeciendo en alguna parte?
Gracias, Azul, como siempre un placer enorme verte por aquí.
Abrazo grandeeeeeeee.

Anónimo dijo...

Ni ingénua ni temeraria,la rosa hará lo suyo...

Saludos desde Argentina

Anónimo dijo...

A veces qué difícil saber qué le corresponde hacer a cada uno...
Ufff, Max, me has hecho darme cuenta de que, en cierta forma, envidio a la rosa. "Ni ingenua ni temeraria hará lo suyo" Me pregunto qué será lo mío.
Gracias por tu visita...y por este testigo complicado que me has pasado.
un saludo