sábado, 8 de septiembre de 2012

SALMONES


Los ríos que se mueren terminan en un delta de sal resquebrajada. Para subsistir, uno piensa que se olvida. Gente que dice adiós, la amistad rota. Se hace el fuerte. Se reviste de orgullo. Ellos se lo pierden, dice. Un día decide nadar a favor de la corriente, hacer el muerto, ponerse bocarriba, seguir respirando. Confiar en el mar, agua inmensa, que volverá a abrazarlo en su serena abundancia, al final del camino. Pero sabe, sabe bien, adónde van a dar estas corrientes. Deltas de sal resquebrajada. Tierra muerta, estratos, tristes marcas de hasta dónde subía la marea. Decide hacerse el muerto y dejarse llevar a favor de la corriente. El dulce olvido. Para qué resistirse. Pronto no seremos nada más que distancia. Daremos gracias por lo vivido, por las conversaciones, la ilusión de la solidaridad, la compañía. Guardaremos rencores. Todo termina, sí, todo termina.
Uno decide hacerse el muerto y flotar río abajo, mar salobre, muerte resquebrajada. Qué terca la ilusión de no estar solo.
Entonces se acuerda de los imbéciles de los salmones. Tontos, aguerridos, valientes gilipollas. No se enteran de que han dejado de quererlos, río arriba. Siguen con su exhibición de salto, el estúpido músculo del afecto. Siguen creyendo que donde hubo caudal volverá la sal a disolverse cuando llueva. La dulce alucinación de la esperanza. Salmones estúpidos que creen que depende de ellos. Haríais mejor en teñir de plata el cauce, panza arriba, haceros los muertos, corriente abajo, hasta terminar sentados en vuestras sillas, preparando la ensalada, cogiendo el metro.Tiernas raspas que miran de reojo los teléfonos. Tiernas raspas en eriales de sal, resquebrajadas.
Menuda mierda, acordarse de ellos justo ahora, con la decisión tomada, de flotar, de hacerse el muerto. Querer hacerse el salmón, excursarse en los genes por pura terquedad, perseverancia. Qué asco, menuda mierda, sí, la dulce alucinación de la esperanza. 

4 comentarios:

Miguel Pasquau dijo...

Ni los salmones ni tú podéis evitarlo; así que no te atormentes y corre, salta, remonta. Eso sí, cuando estés arriba, ten cuidado con los osos. Les gustan los salmones

Amparo dijo...

Pues sí, es una alucinación, pero nada puede hacerse. Estamos formados de esa materia que nos hace tirar hacia arriba, por mucha corriente que nos lo impida. Lo otro no es hacerse el muerto sino estarlo. Yo estoy con los salmones.
(Me gusta mucho el final de tu texto)

leo dijo...

MIguel: Me ha gustado lo de los osos. Tendré cuidado. Graciñas.

Amparo: No podemos evitar la esperanza, ¿verdad? Y menos mal... Gracias.

RosaMaría dijo...

Qué texto profundo y cierto. Se aplica a varios órdenes de la vida. Rescato la esperanza. Me encantó su forma y fondo. Besos