miércoles, 14 de julio de 2010

LOS PECES LISTOS



El río que el hombre está mirando antes llevaba agua. Un caudal no muy abundante pero fuerte, espuma contra las piedras. Unos centenares de metros más arriba, en el llano, el cauce era ancho y la arena dorada del lecho se transparentaba a través del agua impávida. Y se veían los peces. Jugaban a que eran truchas, pero no lo eran. Ninguno sabía de qué peces se trataba, sólo que nunca lograron pescar ninguno. La corriente era traicionera y ellos, pequeños. Ninguno de los chavales. Eran rápidos, jóvenes, listos. Se reían de los anzuelos, de las lombrices, con sus labios gordos, verdes. Ahora ellos, los peces listos, también boquearían en los hospitales del tiempo. También llevarían mascarillas de oxígeno a ratos. Igual que esos chavales. Quizá alguno pudiera también bucear en sus recuerdos. Igual que el hombre, sin ir más lejos, que hubo de sentarse sobre una roca, a pleno sol, para recobrar el aliento después del ascenso hasta el llano. Su tos rota, pertinaz, ocupó el lugar del rumor del agua. A pleno sol. Había imaginado muchas veces el reencuentro. Cruzaría al otro lado, ya no le temería a la corriente rápida, traicionera. Ahora era grande. Y tenía la paciencia, el cebo y el tiempo para apostarse a la sombra. Pero no tenía sentido aventurarse a cruzar un cauce seco. Ni siquiera por ganar la sombra. Se acomodó sobre la roca. Puede que fuera por superstición. Quizá esa corriente mansa e invisible fuera más peligrosa que la otra. Quizá, concluyó, lo único que le quedaba era el respeto.

13 comentarios:

Belén dijo...

Si ese río ya no tiene agua, lo mejor que hay que hacer es llenarla con más agua o buscar un mejor caudal...

Vamos, eso pienso yo... debe ser que lo he extrapolado a lo mío :)

Besicos

dintel dijo...

Me ha encantado.

Blau dijo...

Leo leooo, cuando vienes a pescar a Barcelona?

Un besito

isobel dijo...

mi niña, que grande eres, besitos

Elvira dijo...

¡Qué pena de riachuelo muerto, seco!

Besos, poeta!

Sandra Sánchez dijo...

Quizá debería haber intentado cruzar ese caudal cuando estaba en su madurez pero no en la senectud, quizás dejamos para demasiado tarde lo que deberíamos intentar primero...
Me ha recordado un poco a un relatillo mío en mi blog "Il dolce farniente" no sé si lo habías leído.
Me ha gustado mucho: Genial.
;)

Cris dijo...

En Extremadura, cuando se secan los pantanos y los ríos, dejan al descubierto murallas, puentes y castillos...
:)

Besos...

leo dijo...

Belén: ¿Qué se puede hacer con un cauce seco? Todos tenemos unos cuantos, imagino. Extrapolemos. :-) Gracias.

Dintel: Gracias mil.

Blau: Créeme que me muero de ganas. Pronto, lo prometo. Besissssss.

Isita: Tú sí que eres grande. MIl gracias. Un besote.

Elvira: Da pena, sí. Es lo que hay. Gracias y un beso grande.

Pulgui: A veces dejamos pasar trenes que ya nunca vuelven. Supongo que aceptarlo no tiene nada que ver con la resignación. Visitaré ese blog; conozco el de reseñas, pero no sabía de el otro. :-)

Cris: Me encanta, Cris. Me has llenado de alegría con tu comentario. Fíjate que he vuelto a mirar en algunos de mis cauces secos y, en efecto, habían castillos, y puentes, y campanarios sin iglesias y con ellas. Un beso y gracias.

Raquel dijo...

¡Una preciosidad!
Somos peces.

Raúl dijo...

"Los cauces secos..." ya sólo la expresión me parece preciosa.

leo dijo...

Raquel: A veces peces, a veces otras cosas. Gracias, mil.

Raúl: Tienen algo de evocador esos lechos vacíos hasta de sábanas. A mí me gustan más que los que llevan agua, pero sólo porque son más literarios. ;-)

La Rata Paleolítica dijo...

Nunca se me ocurriría de ninguna forma el añadir quitar poner absolutamente nada a uno de tus escritos, simplemente te cuento lo que me viene a la imaginación al acabar de leer este.
"y se fundió con ella y se hicieron uno, hombre y roca..."
Besos.

Jesús.

Sandra Sánchez dijo...

Leo "Il dolce farniente" es el nombre del relato, está en mi blog de siempre.
;)