sábado, 3 de marzo de 2007

BURNED OUT

...O "síndrome del quemado". Lamento caer en tópicos. Y también usar términos ingleses. La realidad golpea, a veces, y obliga a la reflexión.
Lo sufren muchos trabajadores, pero es casi considerado "enfermedad profesional" entre los sanitarios. Todos somos gente, y, sin embargo, cuánto nos cuesta, cuánto nos quema trabajar con gente.
Este mal afecta a la sonrisa y a las buenas maneras. Afecta a las terminaciones nerviosas, haciéndonos insensibles al dolor ajeno, a la preocupación de las personas que sufren la enfermedad y de sus acompañantes, que también la sufren, a su manera.
Una patología que nos impide, según parece, dar siquiera una simple explicación de qué estás haciendo con el cuerpo de otra persona, cuando irrumpes en su habitación de hospital, da igual la hora que sea, sin apenas mediar un saludo. Y por supuesto sin regalar ni media palabra amable.
Yo también soy personal sanitario. Y hoy me hago eco de esto especialmente. Hago autocrítica.
Y aquí, como si de unos votos públicos se tratase, asumo el compromiso de dejar mi tarea el día que no sea capaz de manifestar algo de humanidad hacia mis pacientes. El día que pueda no ya oler, siquiera intuir, las columnas de humo que salen de mi cerebro, o quizá de mi corazón. El día que mi sonrisa se quede congelada y que mis ojos dejen de ver que, detrás de esa enfermedad, detrás de ese organismo que requiere mis cuidados, hay un ser humano vulnerable.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

...que buena eres, que lo atribuyes a un síndrome. Puede ser que si, que eso sea cierto,porque parece mentira que por llevar una bata blanca, o azul, o verde, te traten en muchos lugares sanitarios, con tanta suficiencia y con tan poca amabilidad. Es verdad que ellos estan demasiado costumbrados al dolor, que segun ellos y hasta que no se demuestre lo contrario, eres un quejica y que no se pueden implicar emocionalmente, porque seria un machaque...pero un término medio,una palabra amble, un poco de condescendencia, una explicacion y un pelin de psicología deberían ser exigidos antes de darle a nadie titulo, que la gente cuando va al médico, no es por gusto, sino todo lo contrario.
Que de acuerdo estoy, y que agradecidos te estaran todos tus futuros pacientes si haces como dices. Pero, por si acaso "que no nos pase ná".

Anónimo dijo...

Querida Leo,
¡Cómo me toca este tema..! Un día hace muchos años comencé la carrera con una ilusión extrema, creyendo que con mi profesión podría ayudar a muchísima gente. Con los años, viendo a un tropel de pacientes cada día, hay momentos en que concluyo que lo único que me hace continuar es el amor por mis pacientes. Pero cuando miro a mi alrededor y observo lo deshumanizada que está la sanidad, no puedo hacer otra cosa que indignarme ochocientas veces al día. La salud nos hace vulnerables, entregamos esa debilidad a seres desconocidos que nos tocan, nos pinchan, nos abren.. Si olvidamos éso los que tocamos, pinchamos y abrimos, nos convertimos en descendientes directos del mismísimo demonio. Y ese día, discretamente, deberíamos renunciar y dedicarnos a algún trabajo con seres inanimados.
Desde aquí mi máximo apoyo a tu escrito y mi ánimo para seguir luchando desde dentro de este Goliat, que es el sistema sanitario.
Un inmenso abrazo.

miwok dijo...

Hola Leo, no nos conocemos, he llegado aquí desde el blog de César y de repente me he sentido muy indentificada...soy enfermera y me gusta lo que hago, pero a veces...es imposible no quemarse, no hartarse de todo. Yo trabajo con paciente que exigen una gran cantidad de atención, que daría gustosa, pero eso interfiere con mis obligaciones técnicas en el trabajo...Me gustaría hablar más con ellos, pero tengo que rellenar demasiados papeles todos los días...
Bueno, encantada de conocerte.

Anónimo dijo...

Muchas gracias a todas, por todo.
Miwok, bienvenida!
Yo sé que es difícil, que los sanitarios somos humanos, que también tenemos derecho a quejarnos, a sentir, a mostrar nuestras emociones. Como en casi todos los terrenos, lo que aprendemos en la universidad dista bastante de lo que hay en la realidad. Deberían enseñarnos más paciencia, más comprensión, ya que la vida no parece suficiente para enseñarnos más humanidad. ¿Pero cómo hacerlo?
Ese es nuestro reto como profesionales. No olvidar nunca que el que tenemos enfrente es igual que nosotros. Que a menudo, un poco de cariño es mil veces más efectivo que todas las medicinas del mundo.
Y también a la recíproca: cuando nos pasamos al otro lado, cuando nos convertimos en pacientes...
Gracias por las visitas, por la huella que dejáis en los comentarios.
Un abrazo a todas.

Azul... dijo...

La honestidad es un don raro en los tiempos que corren, no te conozco mucho, pero con lo que he leído aquí, estoy prácticamente segura que, aún con lo dificil que pueda llegar a ser, no perderás la sensibilidad, porque alguien que sabe "darse cuenta" tiene un "músculo" interior tan desarrollado que, aunque quisiera obviarlo, no podría sustraerse... Sería ideal el personal sanitario hiciera de vez en cuando un refrescamiento de esa área emocional, humana, además de la profesional...

Un beso GIGANTE!