Después de todo, estemos donde estemos, seamos de donde seamos, cuando la luz se pone verde todos echamos a andar.
Ojalá hubiera semáforos para los sueños. Algo que nos mostrara con claridad meridiana que podemos seguir andando sin riesgo de atropellos, de no llegar nunca a la acera de los sueños.
Tal vez ese semáforo lo tengamos dentro y solo haya que aprender a mirarlo con otros ojos, ajenos al miedo. Unos ojos que no se arredren por mirar a lo alto, bien lejos, a pesar de que comprueben lo limitada que resulta su pobre mirada humana.
3 comentarios:
Peassso de foto, niña!!!!
Ojalá hubiera semáforos para los sueños, y ojalá se estropeara el sistema para que se quedaran en verde siempre! Bueno, vale, acepto el ámbar, porque a veces hay que tener un poco de cuidado o de paciencia con los sueños. Pero estarás de cuaerdo en que muchas veces hemos dejado a nuestros sueños bloqueados ante una absurda y fija luz roja. ¿Pasamos del rojo para esto?
Me alegra mucho tenerte de vuelta.
Besos
Bienvenida Leo. Te Leo ensimismada admirando la foto, preciosa. Los sueños son tan pillos que nunca van por el paso de cebra, ni siquiera corren cuando está en ámbar intermitente y, por supuestísimo, pasan del rojo. Porque los sueños son libres, y si no lo son, no son sueños. Dejemos que se despeluquen, que nos confundan, que nos hagan viajar, que nos hagan regresar, pero nunca queramos que sean de este mundo.
Un abrazo fuerte
Muchas gracias, chicas.
Definitivamente, pasamos del rojo, no?
Besos.
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