miércoles, 14 de marzo de 2007

DE LOS CAMBIOS, DEL MIEDO

Dicen que, según te haces mayor, cada vez cuesta más afrontar los cambios. Parece ser una cuestión de plasticidad cerebral. O que tal vez, de tanto dar vueltas, logramos contagiarle el miedo a nuestras células. Como aplicarles un chorro de nitrógeno líquido que las deje tiesas, congeladas.
Me temo que esta disquisición es como lo del huevo y la gallina.
El caso es que creo que es frente a los cambios cuando más patente se hace nuestra vulnerabilidad. Incluso por defecto, y al decir ésto pienso en esas personas que hacen de su modo de vida el estar en constante transformación.
Hasta cambiar de compañía telefónica puede suponer un problema que nos regale unas cuantas noches en blanco. No digo ya nada de dejar a nuestra pareja, cambiar de piso, de trabajo, de ciudad, de país...
Hay que coger la lupa para descubrir al miedo, agazapado detrás de nuestras esquinas. Pero, una vez localizado, ¿qué hacemos con él?
Siempre nos parece que tenemos mucho que perder, que vamos a dejar demasiadas cosas en el camino si nos decidimos por afrontar las situaciones nuevas. La imaginación se pone al galope y terminamos con el cuerpo magullado y la ilusión llena de agujetas. Y es que la preocupación debería considerarse modalidad olímpica. Qué reñida estaría la competición, entonces. Cuántas medallas atesoraríamos.
Digo yo que habrá que asumir los riesgos. Hacer un poquito de yoga cerebral que flexibilice al optimismo. Blandir la escoba para amenazar al miedo hasta que salga corriendo por la puerta.
O lo que es lo mismo, entender que los cambios, sencillamente, forman parte de la vida y que es mejor agarrar bien el capote que negarse a entrar en el ruedo.
Y todo esto por ser fiel a una de mis principales máximas: que uno repite -y enseña- lo que más necesidad tiene de aprender.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Tras cada cambio un hola, un "¡hála!", una ilusión, una esperanza, una sorpresa, una admiración.
Tras cada cambio un adios, un "uuy", un dolor, un recuerdo, una nostalgia, el miedo.
No es fácil, no, pero ¿acaso no es eso crecer?
Cada día amanece una realidad por conquistar, una emoción por vivir, un tesoro por dscubrir, miedos por destruir. Qué no nos venza el miedo!
Suerte en tu nueva aventura!!

Anónimo dijo...

Querida Leo, intuyo que te acercas, como Juan Salvador, a un nuevo despliegue de alas. Como sufridora frecuente de parálisis transitorias secundarias al cambio, te animo a arriesgar, a llevar un papel en blanco en tu bolsillo, a llevar una maleta con un cepillo de dientes y 20 kilos de ilusión, porque lo que nunca se arriesga ni se pierde es lo que una ha conquistado con el corazón. Lo demás es volátil, y regresará si los vientos son favorables a su permanencia.
Otro besazo.

Anónimo dijo...

Pues si, Ara. En ello estamos. Preparando, maquinando, soñando un poco. Y tratando de que el miedo no me quite ni un poquito de ilusión.
Ya te contaré...
Un abrazo enoooorrrmme.

Anónimo dijo...

¿no es mucho peor el miedo a que nada cambie, a que nunca pase nada?

Anónimo dijo...

que suerte, un cambio; que ilusion, una aventura; que maravilla, nuevas experiencias, sitios nuevos, gentes nuevas, que gran fortuna poder vislumbrar un poco mas de la enorme riqueza de este mundo y la tuya propia!!
No te deseo suerte porque ya la tienes. Si te deseo un estudio bien grande pa acoger mesnadas de amigos.

Anónimo dijo...

Pues sí que es cierto, Cuqui, que la ausencia de cambios también asusta. La inmovilidad ni estimula ni enriquece. Su única ventaja es que es cómoda, lo que no es mucho.
Jajaja, Bego. Un estudio bien grande! Eso espero, ya os iré contando.
Gracias a las dos y un abrazo enoooorme.

Anónimo dijo...

Jo!!! Leo no sabes la envidia q. me da de tu miedo a nada, pq. yo creo q. no le tienes miedo a nada.
Esto ya te lo e dicho muchas veces y nunca me cansaré de repetirte q. "de mayor quiero ser como tu", pero tengo demasiados miedos y reparos para eso.
Besotes

miwok dijo...

Siempre afronto los cambios con tremenda ilusión, me dejo la vida en ellos, y cuando llega el momento, cuando queda muy muy poco, me entra un pánico atroz, y la sensación de ¿dónde me estoy metiendo? ¿por qué no me quedaré tranquilita en casa? Pero luego nunca me arrepiento, siempre aprendo algo, cada vez, aunque al principio se pase mal. Besos.

leo dijo...

Gracias a todas por vuestras visitas.
Ay, MaryJo, que no le tengo miedo nnada, ojala.
Gracias, Miwoc, hace tiempo que no actualizas, me extragnaba.
Un abrazo grande a tod@s. Paso unos dias fuera, asi que q a la vuelta nos "vemos"

Azul... dijo...

"Cuando vayas a elegir un camino, elige siempre el del corazón, quien elige con el corazón nunca se equivoca..." (es un proverbio de no recuerdo dónde, pero sabio-sabio)

Te lo dice una a la que en cuatro años le ha cambiado TODO, ¡hasta la geografía diaria!

Estoy segura que te irá como deseas y, además, tendrás hermossas sopresas

¡Un bessotote!

Anónimo dijo...

Estoy deseando leer esas líneas tuyas después del primer encuentro con el cambio, porque seguro que también tienen algo que ver. Y sobre todo, saber cómo estás tú, cómo te sientes después de salir, una vez más, a buscar el nuevo capítulo de tu propia realidad. Conociéndote, habrá algo que te llene, por pequeño que sea, porque no sé si con miedo o no, pero no dejas de aprender. Creo que es una de las cosas más maravillosas del mundo, porque además se puede aprender del cambio y la variación, pero también de la quietud y la permanencia. Sea como fuere, el alma crece y vive siempre que mira cara a cara a lo que se encuentra en el camino. Hasta el miedo, una vez que alzas los ojos y le miras de frente, puede ser un gran maestro.
Besos, suerte y cuéntanos pronto!!

Anónimo dijo...

Ávida de noticias tuyas. Un abrazo isleño.

Anónimo dijo...

y que? y que? nos vamos de visita o no?