lunes, 12 de marzo de 2007

LA CRUELDAD DE LOS OBJETOS

Llegará un día en que nosotros nos iremos y ellos se quedarán, con la mirada quién sabe si perdida.
O incluso ahora, quién no tiene en casa algún objeto importante del pasado, un regalo de alguien que fue importante y que ya no está. Y esas cosas nos miran burlonas desde su espacio. Se obstinan en recordarnos lo bueno y lo malo.
Cuanto más lo pienso, menos sentido les encuentro a los dictados de esta sociedad de consumo.
Las tarjetas de crédito son entes que nos susurran, nos tientan. Tienen toda una multiplicidad para ofrecernos.
...Y todo este cisco viene a que, el otro día, unos amigos me informaron que hay (o va a haber) una nueva consola -la playstation nosécuantitos- que cuesta más de seiscientos euros y que ¡¡ya está agotada!! Incluso antes de salir a la venta.
Loco mundo, que nos modela a su imagen y semejanza.
Me ha venido a la cabeza un poema de Borges que habla, mucho mejor que yo, por descontado, de todo esto.

LAS COSAS

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,
un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde
una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,
ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.

JL Borges.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto es que la sociedad de consumo nos esclaviza a través de los objetos y que nosotros nos dejamos esclavizar cuando el consumo transmuta en autocreada necesidad. Muchas veces he deseado poder desprenderme de la mayoría de objetos que hay en mi casa. Objetos y todo tipo de cosas que acumulo, más allá de lo que me gustaría y que, sin embargo, me permito, tranquila, porque sé que no es la sombra de Diógenes la que planea sobre mi vida. He deseado poder desprenderme de todas esas cosas, pero no soy capaz. No lo he sido nunca, porque desde muy pequeña descubrí el alma de esas cosas. No suelo descubrirla en los escaparates, estanterías o secciones de las tiendas, salvo esporádicos flechazos. Pero aprecio el alma de cada peluche, cada libro, cada pluma, cuaderno, caja, jersey, pendiente ... que hay en mi casa. Me da igual si son rojos o azules, gordos o finos, nuevos o viejos, grandes o pequeños... Pero recuerdo a la persona que me lo regaló. El cariño con que me lo trajo a casa o me lo entregó en una fiesta de cumpleaños que celebramos en cualquier parte. Puedo sentir los minutos que dedicó a pensar en mí y elegir algo que me gustara. Puedo sentir de nuevo la ilusión en sus ojos cuando comprobó la que se reflejaba en los míos. Cuando miro esas cosas, siento de nuevo el alma de esas personas cerca de mí, siento un trocito de sus mejores deseos y de su cariño ocnviviendo conmigo en casa. Por eso me cuesta tanto deshacerme de las cosas, auqnue me quede poco espacio libre para ellas. ¿Consumista? quizá. Sé que no se puede poseer a las personas, pero me gusta tener su recuerdo. Y no sé si los objetos se darán cuenta el día que yo me vaya, pero a mí, salvo tristes recuerdos y situaciones que superar, me cuesta desprenderme de ellos y olvidarlos, porque no quiero que su alma, la gota de esencia que guardan dentro, pase por mi vida sin más.

Otra cosa, gracias por el poema de Borges, porque me gusta y por ser precisamente de Borges, que me trae otros buenos y actuales recuerdos.
Besos

Mónica Rebolledo Sagredo dijo...

Profunda reflexión, creo que todos en algún momento la hemos hecho, pero es más fácil hacerla a un lado y seguir a la masa. Es impresionante el valor que le entregamos a las cosas, las cuales nos entregan prestigio, status, etc., pero lo más impresionante aún, son los padres de esos niños que le compran el play station 3 (porque un niño no tiene esa capacidad de consumo), y de paso trata de compensar su falta con regalos costosos y de una forma u otra le va traspasando a sus hijos, que lo importante es lo que tienes y no lo que eres...
(sorry por lo poco esperanzador, pero hoy ando con una nuve regra.)
Salu2

Anónimo dijo...

Muchas gracias a las dos.
La verdad es que es difícil no caer en tentación de acumular hoy en día.
Sabes lo peor, Mónica? Lo peor es que Play se la compra muchísima gente mayor, no niños. Por lo menos aquí.
Por cierto, ánimo con tu nube negra. Soplaremos desde aquí para alejarla.
Un beso grande a ambas.

Mónica Rebolledo Sagredo dijo...

Bueno, eso es peor aún, porque significa que los adultos tienen una vida tan vacía que necesitan llenarla a través de una fantasís (juego), que les permite sentirse indestructibles, que les anajena la mente... Es triste ver que adultos, los cuales deberían tener un poco más de consciencia que los niños, malgasten su dinero y vidas de esa forma.
(sorry denuevo, pero ahora hay un nubarrón en mi cabeza)

Mónica Rebolledo Sagredo dijo...

fe de erratas:
1)... a través de una fantasía.
2)... que les enajena...

Anónimo dijo...

Pues sí. Imagino que es más fácil ponerse a jugar con la play que pensar en otras muchas cosas. Así van las cosas..
Un abrazo, Mónica. Y ánimo con esas nubes.

Azul... dijo...

¿Sabes? Cuando tuve que salir de mi país prácticamente con lo puesto y una niña en cada mano para salvar nuestras vidas (textual), dejando atrás no solo mis cosas materiales, sino a mi padre, mis afectos, mi país, mi vida entera, una de las cosas que cambió radicalmente en mi es el apego a las cosas materiales... En Caracas, luminoso y empolvado, está mi apartamento cerrado, con todas las cosas que no tenían valor material para mi, pero que forman parte de mi esencia: las cuatro paredes y la almohada que albergaban mis sueños, las flores secas de un ramito de violetas que me regalaron en Buenos Aires, la hojita donde firmamos una declaración de amistad eterna mi amiga Magaly y yo (y que ya ha superado los 20 años), las flores de madera que me regaló Gaby, el atrapasueños que compré en un mercadito de Querétaro, el ángel de plata que me regaló mi amigo Hugo en San Miguel de Allende, la foto de mis hijas abrazándome bajo el sol de una playa de arenas blanquísimas, el prendedor de plata que me regaló Alejandra... Es lo que encierra cada una y no las cosas en sí, lo que extraño a morir... Eso no puede comprármelo mi American Express...

Perdón por la nostalgia... tu post me llegó muy hondo...

Un bessito

Anónimo dijo...

Gracias, Azul, por todo esto que me cuentas. Qué dura me parece tu experiencia. Nadie mejor que tú parece hacer experimentado la "crueldad de los objetos" a la que me refiero. Mayor aún, si cabe, cuando éstos no están a mano nada más que para la memoria. Imagino que en esa situación se aprende (porque no queda más remedio) a valorar más la vida.
Desde aquí te mando un abrazo enoooorme. Gracias otra vez.

Anónimo dijo...

Yo creo que el quid está, como dice Borges, en que las cosas "nos sirvan como tácitos esclavos" no que nosotros nos esclavicemos a ellas.

No hay nada de malo en poseer un recuerdo, una ilusión o una porción de belleza en forma de objeto. No tiene porque ser caro (incluso inmoral).

Cada cual tendrá que encontrar su límite, su equilibrio, saber cuando está comprando y cuando se está vendiendo.

Ya lo decía creo que Machado "sólo el necio confunde valor y precio".

(perdonadme si la cita no es muy literal).

Anónimo dijo...

Pues sí, Cuqui, imagino que, como con otras tantas cosas, la "solución" está en el equilibrio. Lo malo es que nos lo ponen díficil. Es complicado no sucumbir y no crearse necesidades. ¿Quién vive ahora sin teléfono móvil? ¿Es que acaso éramos infelices hace cosa de diez años, cuando aún no los había?
En fín...
Gracias por tus visitas, un besote.

Leicca dijo...

Hermoso poema, ¿verdad?
Me gusta la foto de "Leo". :-D

Anónimo dijo...

Querida Leo,
¡Qué grandes verdades has dicho!
Me identifico con Borges, aunque nunca llegue a tener la dialéctica, ni la destreza al desnudar la simpleza de la felicidad, que él maneja. Un beso enorme.

Anónimo dijo...

Gracias, Leicca, Ara.
Me alegro de que te guste la foto, Leicca: viniendo de ti es una gran halago!!! Jajaja. Mola el leoncito, a que sí?
Y Ara, hija, si todos tuviéramos la capacidad de Borges (de pensamiento, de lenguaje...) seríamos insoportables. Unos genios, sí, pero insoportables. Brrrrr.
Besos a las dos. Gracias por las visitas.

Anónimo dijo...

" y Tras la paletada nadie dijo nada"